de Investigadores em leitura - Universidade do Minho

que puede disponerse a leer. Se considera “paratexto” al conjunto de textos que no forma
parte del texto principal, pero que lo acompaña en su edición, aportando informaciones,
datos y, muchas veces, sugerencias o prometedoras llamadas de atención sobre el interés
que puede ofrecer el texto a sus potenciales lectores.
Efectivamente, esos componentes no forman parte del texto, de la obra; son
componentes del libro – del objeto libro. Y aunque a veces dependen sólo de
requerimientos editoriales, también puede responder a estrategias del autor y/o de los
intereses editoriales. De una u otra forma, se trata de componentes que pueden estimular la
motivación del lector.
Ahora bien, puesto que la lectura tiene carácter procesual, cabe preguntarse: ¿si la
anticipación inicial (genérica) deriva de la observación de los paratextos externos, se trata
de una actividad cognitiva que ya forma parte del proceso de lectura? La respuesta es
compleja, pero por las informaciones que aportan, cabe señalar que los paratextos son
elementos esenciales para la motivación y guía del lector; y, por las mismas razones, cabe
considerar que también, debidamente utilizados, son referentes a tener en cuenta en la
formación lectora y en la educación literaria. Así pues, a pesar de que el paratexto se haya
considerado que “es, básicamente, un discurso auxiliar al servicio del texto, que es su razón
de ser” (Genette, 1987), se trata de un amplio abanico de posibilidades de las que habrá de
saber servirse el lector.
Al considerarlos en relación a la formación del lector y desde la perspectiva del libro
infantil, también es preciso señalar que los paratextos alcanzan importante relevancia en el
acceso al libro que contiene el texto de la obra, nada menos que por ser los primeros
componentes del libro que generan las expectativas iniciales del lector. Los elementos de la
tapa y de la contratapa suscitan una primera reacción, alguna expectativa inicial, cierto
grado de anticipada curiosidad global que posiblemente llevará a abrir el libro y…, si todo va
bien, habrán servido para iniciar la lectura. A partir de ahí, el avance ya depende de que el
lector continúe formulando nuevas expectativas (éstas ya vinculadas con el cuerpo del texto)
y, entre de pleno en el proceso lector, poniendo en marcha las estrategias metacognitivas
que regularan todo el proceso de lectura del texto que contiene el libro.
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