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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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preferencias de mercado evolucionan lentamente. Lo que es valorado como logro humano puede ser medido<br />

usualmente examinando los textos infantiles. También puede serlo lo que es valorado en las relaciones<br />

humanas.<br />

En el período de treinta años de 1890 a 1920, la industria de libros infantiles se hizo una creadora, no<br />

reflectora, de valores. En cualquier situación libremente competitiva esto difícilmente podría haber pasado,<br />

porque los textos que recientemente se habían vuelto agresivos habrían corrido el riesgo de perder el<br />

mercado. La única forma en que esa apuesta podía ser segura era que el cambio total ocurriera<br />

simultáneamente entre los editores. El aislamiento y colegialidad <strong>del</strong> mundo editorial permitió este lujo.<br />

Un aspecto de la industria editorial para niños que ha permanecido siempre constante desde 1721 es la zona<br />

donde se produce: hoy, como hace casi trescientos años, el Noroeste es donde se da la literatura infantil, en<br />

las ciudades de Boston, Nueva York y Fila<strong>del</strong>fia. Ningún desplazamiento de la industria ha perturbado<br />

jamás esta acogedora distribución: con el tiempo, la concentración se hizo aún más intensa. El papel de<br />

Fila<strong>del</strong>fia disminuyó en el siglo XX, dejando a Boston y a Nueva York como corregentes a su fin. En 1975,<br />

el 87 por ciento de todos los títulos disponibles vinieron de esas dos antiguas capitales coloniales mientras<br />

en 1876 había sido «sólo» un 84 por ciento, una durabilidad maravillosa. Durante los pasados cien años<br />

estas dos ciudades han decidido qué libros leerían los niños norteamericanos.<br />

Hasta 1875, alrededor <strong>del</strong> 75 por ciento de todos los títulos infantiles trataban de algún aspecto <strong>del</strong> futuro,<br />

usualmente la salvación. En los siguientes cuarenta años esta idea desapareció completamente. Como Comte<br />

y Saint-Simon habían aconsejado intensamente, el niño tenía que ser aliviado de preocupaciones por el<br />

futuro. El futuro estaría organizado para los niños y para los cabezas de familia por una nueva clase de<br />

expertos, y la necesidad de hacer la voluntad de Dios era ahora considerada una superstición peligrosa por<br />

los hombres al mando.<br />

Otro cambio espectacular en los libros para niños tuvo que ver con una dependencia de un personaje de la<br />

comunidad para resolver problemas y dar significado a la vida. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la<br />

fuerza proporcionada por la vida comunitaria estable era una parte importante de la acción narrativa, pero<br />

hacia el final <strong>del</strong> siglo XIX se hizo sonar una nota totalmente nueva de «yo». Ahora los protagonistas se<br />

hacían más competentes, con más control: su necesidad de afirmación familiar y comunal desapareció, para<br />

ser sustituida por un nuevo imperativo: la busca de certificación por la autoridad legítima. Las necesidades<br />

ahora súbitamente dominantes entre los personajes literarios eran llamadas «necesidades expresivas»:<br />

explorar, jugar, gozar, amar, autorrealizarse, intrigar contra los propios padres. A principios <strong>del</strong> siglo XX,<br />

una sólida mayoría de todos los libros para niños se centra en el niño individual libre de la red de la familia<br />

y de la comunidad.<br />

Este mo<strong>del</strong>o había sido establecido por los libros de Horatio Alger en la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XIX: ahora<br />

con algunas salvajes florituras modernas (como alentar la indiferencia activa a la familia) llegó a dominar<br />

totalmente el negocio <strong>del</strong> libro infantil. Los niños eran invitados a separar sus intereses de los de sus familias<br />

y a concentrarse en sus preocupaciones privadas. Algunas voces críticas alarmadas vieron esto como una<br />

estrategia de «dividir y conquistar», un medio de separar a los niños de la familia, de forma que pudieran ser<br />

más fácilmente amoldados en nuevos diseños sociales. En palabras de Mary Lystad, la biógrafa de la historia<br />

de la literatura para niños de la que he extraído mucho en este análisis:<br />

A medida que proseguía el siglo XX, a los personajes de los libros se les dio cada vez más oportunidades de<br />

prestar atención a sí mismos. A cada vez más personajes se les permitía mirar hacia adentro a sus propias<br />

necesidades y deseos.<br />

Añade que este cambio de énfasis «fue conseguido a expensas de otros en el grupo familiar».<br />

De 1796 a 1855, el 18 por ciento de todos los libros infantiles se construían alrededor de la idea de<br />

conformidad con alguna norma adulta; pero en 1896 el énfasis en la conformidad se había triplicado. Esto<br />

tuvo lugar en los treinta años que siguieron a la Guerra Civil. ¿Tuvo la eliminación de la parte sureña de<br />

nuestra dialéctica nacional algo que ver con eso? Sí, creo que totalmente. Con la tensión entre los modos de

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