John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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Creo que estamos en uno de esos grandes puntos de elección en la historia humana en que la sociedad tiene<br />
que elegir entre futuros ampliamente divergentes. Es habitual decir que no habrá vuelta atrás de nuestra<br />
elección, pero eso es incorrecto. Sería más exacto decir que no seremos capaces de dar marcha atrás de<br />
nuestra siguiente elección sin un dolor grande y espantoso. Es mejor hacer caso <strong>del</strong> consejo amish de no<br />
saltar hasta que no se sabe dónde se va a aterrizar.<br />
No saltar en este momento <strong>del</strong> tiempo significa rechazar más centralización de los niños en la escolarización<br />
<strong>del</strong> gobierno. Significa rechazar cada intento de nacionalizar la empresa religiosa de la escolarización<br />
institucional. Si se imponen los centralizadores, la conexión entre escolarización y trabajo será total. Si se<br />
imponen los descentralizadores será difusa, irregular y para muchos tipos de trabajo, tan absolutamente<br />
insignificante como debería ser. Los expertos han errado el diagnóstico de forma consistente y han definido<br />
mal el problema de la escolarización. El problema no es que los niños no aprendan a leer, escribir y hacer<br />
aritmética bien; el problema es que los niños apenas aprenden en absoluto en la forma en que las escuelas<br />
insisten en enseñar. Las escuelas necesitan desesperadamente una visión de su propio objetivo. De hecho<br />
nunca fue verdad que toda la gente joven aprendiera a leer o a hacer aritmética al «enseñársele» esas cosas,<br />
aunque durante muchas décadas la mascarada ha sido esa.<br />
Cuando a los niños se los despoja de una base de experiencia primaria, como la escolarización de<br />
confinamiento tiene que hacer para justificar su existencia, la secuencia natural de aprendizaje se destruye,<br />
una secuencia que pone en primer lugar la experiencia. Sólo mucho después, tras un largo baño de<br />
experiencia, el fino cocido de la abstracción significa algo. No hemos «olvidado» esto; simplemente no hay<br />
beneficio en recordarlo para las empresas y la gente que se gana su sustento con el monopolio de la<br />
escolarización.<br />
La racionalización implacable <strong>del</strong> mundo de la escuela ha dejado al alumno moderno prisionero de<br />
actividades profesionales de bajo nivel. Vive en un mundo desencantado sin significado. Nuestro dilema<br />
cultural aquí en los Estados Unidos tiene poco que ver con niños que no pueden leer, sino que en vez de eso<br />
radica en encontrar una forma de restaurar el significado y el propósito en la vida moderna. Cualquier<br />
<strong>sistema</strong> de valores que acepte la transformación <strong>del</strong> mundo en maquinaria y en la construcción de corrales<br />
para los niños llamados escuelas, rechaza necesariamente esta busca de significado.<br />
Las escuelas actualmente son la ocupación de los niños. Los niños han pasado a ser empleados, pensionistas<br />
<strong>del</strong> gobierno a una edad temprana. Pero los empleos <strong>del</strong> gobierno frecuentemente no son empleos en<br />
absoluto: ese es ciertamente el caso con el asunto de ser un escolar. No hay nada o muy poco que hacer en la<br />
escuela, pero se exige una cosa: que los niños deben asistir, condenados a horas de desesperación,<br />
aparentando hacer un trabajo que no existe. Al final <strong>del</strong> día, cansados, hartos, llenos de agresividad, sus<br />
familias sienten el tedio acumulado de sus vidas estrechas. Los empleos <strong>del</strong> gobierno para los niños han roto<br />
el espíritu de nuestra gente. No conocen su propia historia, ni les preocupa.<br />
En un corto tiempo tal <strong>sistema</strong> se vuelve adictivo. Aun cuando se hacen esfuerzos para encontrar trabajo real<br />
para los niños, a menudo vuelven de nuevo a las tareas inútiles. Cualquiera que haya intentado alguna vez<br />
conducir a los alumnos a la generación de líneas de significado en sus propias vidas habrá notado la<br />
resistencia, incluso la hostilidad, con la que los niños rotos luchan para que se les deje solos. Prefieren la<br />
enfermedad a la que se han acostumbrado. A medida que la jornada y el año escolar se alargan, los alumnos<br />
se pueden ver como personas a las que se les prohíbe dejar sus oficinas, como gente rodeada por una valla<br />
invisible, que se queja, pero tímidamente. Las escuelas consumen así a la mayoría de la gente que encarcela.<br />
Los currículos de la escuela son como economías enfermas. No tratan con industrias básicas de la mente,<br />
sino que en vez de eso tratan de ser «populares», tratando de cosas ligeras en un esfuerzo para controlar la<br />
rebelión. Por eso ya no podemos leer el Common Sense de Paine, y a menudo no podemos leer en absoluto.<br />
Me dicen que sólo una persona de cada dieciséis lee más de un libro al año después de graduarse en la<br />
escuela secundaria. Los niños y los profesores viven al día. Eso es todo lo que se puede hacer cuando se<br />
tiene una inflación desbocada de expectativas alimentadas por pagarés falsos en el futuro expedidos por los<br />
maestros y la televisión y otros creadores de mitos de nuestra cultura. En la economía inflacionista de la