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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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¿Qué tiene que hacer la sociedad con sus Héctor? Este es el chico, multiplicado por millones, con el que la<br />

gente de escuela ha estado batallando en cada década <strong>del</strong> siglo XX. Este es el chico que destruyó la misión<br />

académica de la educación pública norteamericana, transformándola en un operación de almacén, una<br />

clínica de formación <strong>del</strong> comportamiento y de ajuste de la actitud. El director de Héctor dijo al Christian<br />

Science Monitor cuando hizo una película documental sobre mi clase y la de Héctor: «Seguro que el <strong>sistema</strong><br />

apesta, pero <strong>John</strong> [<strong>Gatto</strong>] no tiene nada para reemplazarlo. Y a pesar de lo malo que es el <strong>sistema</strong>, es mejor<br />

que el caos».<br />

¿Pero es realmente el caos la única alternativa a un <strong>sistema</strong> sofocante?<br />

5 Héctor no es el problema<br />

Al país se le ha engañado diciendo que el problema de la escolarización moderna es Héctor. Este es el<br />

demonio al que nos enfrentamos, esa mala interpretación. Bajo sus muchas caras y retórica que cambia de<br />

forma, la misma escolarización obligatoria fue concebida como primera línea en una guerra contra el caos.<br />

Horace Mann escribió una vez al reverendo Samuel May: «Se verá que las escuelas serán el camino que<br />

Dios ha elegido para la reforma <strong>del</strong> mundo». La escuela es el inicio <strong>del</strong> proceso para mantener a Héctor y a<br />

su especie en custodia protectora. La gente importante cree con el fervor de una energía religiosa que la<br />

civilización sólo puede sobrevivir si los impulsos irracionales e impredecibles de la naturaleza humana son<br />

continuamente reprimidos y confinados hasta que es minada su vitalidad demoníaca.<br />

Lea Social Ideas of the Great Educators de Merle Curti, un clásico que nunca se permitirá que se agote<br />

mientras tengamos cursos en la universidad como requisito para la certificación de profesores. Curti muestra<br />

que cada uno de los grandes personajes utilizó este argumento <strong>del</strong> Caos Inminente ante los magnates<br />

financieros para organizar el apoyo para la ampliación de la escolarización obligatoria.<br />

No quiero preocuparle, pero no estoy seguro. Tengo evidencia de que Héctor no es lo que la escuela y la<br />

sociedad le hacen ser, datos que darán una imagen sorprendentemente diferente. Durante la época en que<br />

ocurrió el incidente <strong>del</strong> patinaje y <strong>del</strong> asalto a la escuela, el senador Bob Kerrey de Nebraska estaba<br />

organizando una agenda educativa para presentarse a la designación presidencial por su partido. Para ello, su<br />

oficina me llamó para investigar si podía reunirme con el senador para discutir un artículo que escribí<br />

reproducido en el Congressional Record [Actas <strong>del</strong> Congreso]. Quedamos de acuerdo en encontrarnos para<br />

desayunar en el famoso Algonquin Hotel de Manhattan, sede de la famosa tertulia literaria. Héctor y su<br />

íntimo amigo Kareem estarían con nosotros.<br />

Nuestra conferencia duró tres horas sin ninguna interrupción de timbres. Fue cordial pero seria, con el<br />

senador preguntando cuestiones difíciles y su ayudante, una mujer vivaz y atractiva, tomando notas. Héctor<br />

dominaba la discusión. Conciso, atento, inventivo, equilibrado en sus análisis, elegante en su presentación<br />

con el rango completo de incisos, pausas, ilustraciones, cabeceos y gestos que podrían esperarse de un<br />

conversador entrenado. ¿Dónde había aprendido a conducirse de aquella manera? ¿Por qué no actuaba así en<br />

la escuela?<br />

A medida que el tiempo pasaba, Héctor era atraído poco a poco hacia la silla donde se sentaba la mujer que<br />

pensé que era la ayudante de Kerrey. Héctor se sentó en una postura natural en el brazo de la silla, aún<br />

aparentemente absorto en el toma y daca verbal, pero noté que lanzó una candente mirada directamente a la<br />

dama. Por un afortunado accidente conseguí una instantánea de él haciéndolo. ¡Resultó que ella era la<br />

estrella <strong>del</strong> cine Debra Winger! ¡Héctor estaba codeándose con Washington y Hollywood mientras comía un<br />

desayuno de campeonato en un hotel de lujo! Demostró también ser un valioso compañero en nuestra<br />

discusión, creo que el senador estaría de acuerdo.<br />

En abril <strong>del</strong> año siguiente, Héctor me tomó prestados quince dólares para comprar pizza para una joven que<br />

asistía a la Escuela de Asuntos Internacionales de la Universidad de Columbia. Por lo que respectaba a<br />

Héctor, ser una alumna graduada era sólo la envoltura externa de ella: en su mundo de especialización como<br />

estudiante erudito de la industria <strong>del</strong> cómic (y un talentoso artista gráfico autodidacto), ella era, en realidad,<br />

una famosa escritora para Marvel Comics. Los detalles completos de su relación eran desconocidos para mí,

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