John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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los mismos valores. Al final, comienza la moderna historia norteamericana. Chicago, un fuerte de frontera<br />
en 1832, era en 1838 una floreciente ciudad con ocho conexiones diarias de barcos de vapor con Buffalo, el<br />
París <strong>del</strong> lago Erie.<br />
Pero algo que rivalizaba en importancia con el transporte movido por el vapor apareció casi a la vez: acero<br />
barato. La embrionaria industria <strong>del</strong> acero que había aparecido en el siglo XVIII se revolucionó en el siglo<br />
XIX cuando se reveló el secreto de la producción de acero de forma barata. Antes el acero se había<br />
comprado a muy alto precio en pequeñas cantidades fundiendo mena de hierro con coque y convirtiendo los<br />
lingotes de hierro resultantes en hierro dulce mediante pu<strong>del</strong>ado. Esto iba seguido <strong>del</strong> laminado y a<br />
continuación <strong>del</strong> procesamiento <strong>del</strong> hierro dulce fino mediante un paso más llamado cementación. El acero<br />
hecho de esta forma podía ser utilizado sólo en artículos de calidad máxima como muelles de reloj,<br />
cuchillos, herramientas y hebillas de calzado.<br />
La primera parte de la nueva revolución de acero siguió al descubrimiento <strong>del</strong> proceso Bessemer en 1856.<br />
Ahora el acero se podía hacer directamente <strong>del</strong> hierro en lingotes. En 1865 la técnica de horno abierto de<br />
Siemens-Martin proporcionó un producto similar de calidad aún más uniforme que la <strong>del</strong> acero Bessemer. El<br />
siguiente avance ocurrió en 1879, cuando Thomas y Gilchrist descubrieron cómo utilizar la antes inadecuada<br />
mena fosfórica <strong>del</strong> hierro (más común que la no fosfórica) en la fabricación de acero, produciendo como<br />
subproducto valioso fertilizante artificial para la agricultura. Estas dos transformaciones hicieron posible la<br />
sustitución <strong>del</strong> hierro dulce por el acero y abrió cientos de nuevos usos. Los raíles de acero dieron un enorme<br />
empuje a la construcción de ferrocarriles, y la acería estructural marcó un prodigioso avance en las<br />
posibilidades de la ingeniería, permitiendo una reconcepción radical de la sociedad humana. El capital<br />
comenzó a construir para sí mismo asociaciones verdaderamente globales que hicieron irrelevante a la<br />
soberanía nacional para una pequeña clase de líderes hace ya un siglo. Y sólo ese hecho tuvo gran<br />
importancia para el futuro de la escolarización. A medida que el acero se articuló racionalmente, la<br />
integración vertical llegó a ser el orden <strong>del</strong> día. El hierro y el acero consiguieron por un lado el control de las<br />
minas de carbón y plantas de coque, y por otro la adquisición de laminadoras, fábricas, instalaciones de<br />
trefilado, establecimientos de hierro galvanizado y hojalata, molinos de barras, etc. Pequeñas empresas<br />
fueron absorbidas inexorablemente en grandes trusts.<br />
Cada uno de los más modernos desarrollos en técnica y organización <strong>del</strong> que el acero fue pionero fue<br />
repetido en las nuevas escuelas-factoría: aumentar el tamaño de la planta; integración de factores educativos<br />
antes independientes como familia, iglesia, biblioteca e instalación recreativa en una coalición dominada por<br />
la escolarización profesional; la especialización de toda la labor pedagógica; y la estandarización <strong>del</strong><br />
currículum, evaluación y comportamiento educativo aceptable. Lo que confundió la cuestión para la<br />
población participante es que los padres y los alumnos aún creían que la eficiencia en el desarrollo de varias<br />
disciplinas <strong>del</strong> saber era el objetivo <strong>del</strong> ejercicio escolar. De hecho, aún lo creen. Pero ese había dejado de<br />
ser el propósito en las grandes ciudades ya en 1905. La escolarización trata de la eficiencia. Eficiencia social<br />
significaba unidades humanas estandarizadas.<br />
Lo sorprendente es que para los que esperan que el pensamiento institucional refleje su propio pensamiento<br />
sólo que a mayor escala, lo que es un recurso para una economía de producción masiva es frecuentemente<br />
una desventaja para un individuo o una familia. Crear valor en los niños para un taller de producción masiva<br />
mediante la escolarización significaba degradar su crecimiento intelectual y disuadir de cualquier utilidad<br />
prematura para la gran sociedad. Ellwood P. Cubberley reveló inadvertidamente el secreto en su clásico<br />
Public Education in the United States cuando admitió que la escolarización obligatoria no funcionaría<br />
mientras se permitiera a los niños ser útiles al mundo real. Acabar con esa utilidad exigía legislación,<br />
inspectores, rígidas penas y una opinión pública dirigida.<br />
Nueva York, Massachusetts, Connecticut, Ohio, Pensilvania, Indiana, Carolina <strong>del</strong> Norte, Michigan,<br />
Wisconsin y Rhode Island dirigieron el ataque para sellar la vía de escape al trabajo útil para los niños, igual<br />
que antes habían liderado el impulso en favor de la escolarización obligatoria. La retórica sobre trabajo<br />
infantil de la época era impresionantemente apasionada, parte de ella auténticamente sentida y necesaria,<br />
pero el aspecto cínico se puede detectar en una laguna jurídica creada para los niños <strong>del</strong> mundo <strong>del</strong><br />
espectáculo, «niños profesionales» como se llaman en el argot. Si el «trabajo» de un niño actor es menos