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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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esentirse de su dependencia de ricos patrocinadores, su falta de cualquier función verdaderamente<br />

significativa, su aparente sobreeducación para las responsabilidades disponibles, su sentimiento de ser<br />

superfluas. La mayor parte de la producción nacional salió de las ruedas y correas movidas por energía <strong>del</strong><br />

vapor. A medida que producía más excedentes sin precedentes, mayor se hacía el número de intelectuales<br />

condenados a un papel parásito y había más certeza de que algún experimento utópico tenía que aparecer<br />

para dar trabajo a estas manos ociosas.<br />

En tal clima no podía haber parecido fuera de lugar para el nuevo ejército de hombres desposeídos, cuyo<br />

trabajo era sólo continuo pensar, reorganizar todo el mundo y creer tal cosa no imposible de lograr. De ahí<br />

sólo había un paso antes de que asociaciones e intelectuales comenzaran a considerar su deber reorganizar el<br />

mundo. Fue entonces cuando se hizo fuerte el clamor por una escolarización forzada universal. Tal<br />

necesidad coincidió con una correspondiente necesidad por parte de la empresa de formar a la población<br />

como consumidores en vez de como productores independientes.<br />

En el último tercio <strong>del</strong> siglo XIX, surgió una fuerte demanda en favor de educación popular de magnates de<br />

la industria, clero acomodado, humanistas profesionales y científicos académicos, aquellos que veían la<br />

escolarización como un instrumento para conseguir objetivos estatales y corporativos. Antes de 1870, las<br />

únicas naciones donde todo el mundo estaba alfabetizado eran Prusia, sus pequeños Estados vecinos<br />

adyacentes en Escandinavia y los Estados Unidos. A pesar de todos los proyectos de la Ilustración, de<br />

Napoleón, de los parlamentos de Inglaterra y Bélgica y de revolucionarios como Cavour, la vasta mayoría de<br />

europeos no sabía leer ni escribir. No era, por supuesto, porque fueran estúpidos, sino porque las<br />

circunstancias de sus vidas y culturas hacía de la cultura un lujo, a veces incluso imposible.<br />

El carbón y el acero proporcionaron los fondos necesarios para establecer y mantener grandes <strong>sistema</strong>s<br />

nacionales de escolarización primaria. Otra influencia fue el progresismo <strong>del</strong> impulso liberal, nunca más<br />

evidente que en presencia de abundancia verdaderamente sin precedentes. Sí, era cierto que para crear esa<br />

abundancia se hizo necesario desarraigar a millones de personas de sus hábitos y hábitats tradicionales, pero<br />

era posible tranquilizar la conciencia diciendo que la escolarización popular ofrecería, con el tiempo,<br />

compensaciones para el proletariado. En cualquier caso, nadie dudó <strong>del</strong> dicho de François Guizot: «La<br />

apertura de cada escuela cierra una cárcel».<br />

Para las clases ilustradas, la educación popular al modo de Prusia se convirtió en una causa sagrada que<br />

merecía celo de cruzado. En 1868 Hungría anunció la escolarización obligatoria; en 1869, Austria; en 1872,<br />

el famoso <strong>sistema</strong> prusiano fue nacionalizado por toda Alemania; en 1874, Suiza; en 1877, Italia; en 1878,<br />

Holanda; en 1879, Bélgica. Entre 1878 y 1882, llegó el turno de Francia. La escuela se hizo obligatoria para<br />

los niños británicos en 1880. Ninguna voz seria, excepto la de Tolstoi, cuestionó lo que estaba sucediendo, y<br />

aquel noble-novelista-místico ruso fue fácilmente ignorado. Más conocido para el lector moderno por<br />

Guerra y Paz, Tolstoi es igualmente perspicaz en El Reino de Dios está en vosotros, donde vio esos<br />

problemas a través <strong>del</strong> cristal <strong>del</strong> Cristianismo.<br />

El movimiento escolar fue más fuerte en Europa Occidental y <strong>del</strong> Norte, los antiguos territorios de la<br />

Reforma protestante, mucho más débil en la católica Europa Central y <strong>del</strong> Sur, y prácticamente inexistente al<br />

principio en el Este ortodoxo. El entusiasmo por la escolarización está estrechamente correlacionado con el<br />

esfuerzo de una nación en la industria mecánica, y este estaba estrechamente correlacionado con su herencia<br />

natural <strong>del</strong> carbón. Un resultado, pasado por alto demasiado rápidamente en los relatos históricos de los<br />

comienzos de la escuela, es la previsión de un cuerpo reclutado cuasi militar de funcionarios docentes y de<br />

un cuerpo de nivel de estado mayor de administradores para supervisar a los niños movilizados. Una<br />

consecuencia inesperada por las clases medias (aunque quizás no tan inesperada para las élites intelectuales)<br />

era el llamativo aumento de la credulidad entre las masas bien escolarizadas. Jacques Ellul es el analista más<br />

convincente de este horrible fenómeno, en su clásico ensayo Propaganda. Señala la escolarización como un<br />

instrumento sin paralelo de propaganda: si un libro de texto lo dice y un profesor lo afirma, ¿quién es tan<br />

osado como para dudar?<br />

6 La tecnología <strong>del</strong> sometimiento

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