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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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por la psicología conductista, y en menor extensión por los preceptos freudianos revueltos en un<br />

picadillo con psicología de «tercera fuerza» (centrada en los escritos de Carl Rogers y Abraham<br />

Maslow). Ninguno de esos <strong>sistema</strong>s describe de forma precisa la realidad humana, pero su<br />

alojamiento en mitologías de siete escalones de la universidad y la empresa las hacen peligrosamente<br />

invulnerables a la crítica <strong>del</strong> sentido común.<br />

Ninguna de las supuestamente científicas secuencias escolares es defendible empíricamente. A todas<br />

les falta evidencia de ser mucho más que superstición hábilmente cruzada con un cuerpo de hechos<br />

prestados. La formulación básica de Pestalozzi «de lo simple a lo complejo», por ejemplo, es una<br />

receta para el desastre en el aula, ya que dos mentes no tienen el mismo punto de partida «simple», y<br />

en los programas más avanzados los niños son frecuentemente más eruditos que sus supervisores:<br />

vea el horrible historial de la enseñanza de informática en la escuela pública cuando se lo compara<br />

con programas de autodescubrimiento emprendidos informalmente. Similarmente, incesantes<br />

secuencias de las llamadas «asignaturas» impartidas por hombres y mujeres que, aunque bien<br />

intencionados, tienen sólo conocimiento superficial de las cosas de las que hablan, es la introducción<br />

que tiene la mayoría de los niños al mundo de mentirosos de la vida institucional. Los mentores<br />

ignorantes no pueden manejar los significados mayores, sólo hechos. De esta manera las escuelas<br />

enseñan la desconexión de todo.<br />

3. La tercera lección que enseñan las escuelas es que los expertos asignan a los niños una clase social y<br />

que deben permanecer en la clase a la que han sido asignados. Esta es una perspectiva egipcia, pero<br />

su mensaje oriental apenas comienza a sugerir lo mal que encaja en Norteamérica. El carácter natural<br />

de los Estados Unidos tal como está explorado y puesto por escrito en pactos en los primeros dos<br />

tercios de nuestra historia ha sido ahora radicalmente degradado y derrocado. El <strong>sistema</strong> de clases ha<br />

vuelto a despertar mediante la escolarización. Las clasificaciones norteamericanas se han hecho tan<br />

rígidas que nuestra sociedad ha tomado el aspecto de casta, que enseña la autoestima injustificada y<br />

su recíproca: la envidia, odio a sí mismo y capitulación. En los <strong>sistema</strong>s de clases, el Estado asigna tu<br />

lugar en una clase, y si tú no sabes lo que es bueno para ti, también llegarás a saberlo.<br />

4. La cuarta lección que enseñan las escuelas es la indiferencia. Mediante timbres y otra tecnología<br />

destructora de la concentración, las escuelas enseñan que nada vale la pena acabar, porque algún<br />

poder interviene tanto periódica como aperiódicamente. Si nada vale la pena acabar, nada vale la<br />

pena comenzar. ¿No ve que una cosa sigue a la otra? El amor por el aprendizaje no puede sobrevivir<br />

a este ejercicio constante. Se enseña a los alumnos a trabajar por pequeños favores y grados<br />

ceremoniales que están pobremente correlacionados con su habilidad real. Al hacer adictos a los<br />

niños a la aprobación externa y a recompensas sin sentido, las escuelas los hacen indiferentes al<br />

poder real y al potencial inherente en las revelaciones <strong>del</strong> descubrimiento por uno mismo. Las<br />

escuelas alienan a los ganadores tanto como a los perdedores.<br />

5. La quinta lección que enseñan las escuelas es la dependencia emocional. Mediante estrellas, cheques,<br />

sonrisas, fruncimientos de ceño, premios, honores y deshonras, las escuelas condicionan a los niños a<br />

una dependencia emocional de por vida. Es como adiestrar a un perro. El ciclo recompensa-castigo,<br />

conocido por los adiestradores de animales desde la antigüedad, es el centro de la psicología humana<br />

destilada al fin <strong>del</strong> siglo XIX en Leipzig e incorporada minuciosamente en la revolución <strong>del</strong><br />

management científico de principios <strong>del</strong> siglo XX en Norteamérica. Medio siglo después, en 1968,<br />

había infectado a cada <strong>sistema</strong> escolar en los Estados Unidos, y es tan omnipresente a fin de siglo<br />

que poca gente puede imaginar un modo distinto de enfocar el management. Y de hecho, no existe<br />

uno mejor si el objetivo de unas vidas controladas en una economía controlada y en un orden social<br />

controlado es lo que se busca.<br />

Cada día, las escuelas refuerzan lo absoluto y arbitrario que es realmente el poder al conceder y<br />

denegar acceso a necesidades fundamentales de lavabos, agua, privacidad y movimiento. De este<br />

modo, los derechos básicos humanos que normalmente sólo requieren voluntad individual se<br />

transforman en privilegios que no se pueden dar por sentados.<br />

6. La sexta lección que enseñan las escuelas es la dependencia intelectual. La buena gente espera a que<br />

un maestro les diga qué hacer. La buena gente lo hace de la manera que el maestro quiere que se

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