John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
pasaporte para una buena y venturosa existencia. Bootie, la hija de un impresor bávaro, dijo «¡al cuerno!» al<br />
<strong>sistema</strong> prusiano. Votó por su propio derecho a decidir y por eso siempre estaré en deuda con ella. Me dio el<br />
amor por el lenguaje y no costó mucho. Cualquiera podría haberlo hecho igual, si la escolarización no<br />
hubiera abandonado tan flagrantemente su deber.<br />
6 Falsas premisas<br />
El propósito religioso de la escolarización moderna fue anunciado claramente por el legendario sociólogo de<br />
la Universidad de Wisconsin Edward A. Ross en 1901 en su famoso libro, Social Control. Su bibliotecario<br />
debería poder localizar un ejemplar para usted sin mucho esfuerzo. En él Ed Ross escribió estas palabras<br />
para sus destacados seguidores: «Hay planes en marcha para reemplazar a la comunidad, familia e iglesia<br />
con propaganda, educación y medios de comunicación de masas [...] el Estado se sacude sus ataduras con la<br />
Iglesia, se extiende hasta la Escuela [...] Las personas son sólo pequeños terrones maleables de pasta<br />
humana». Social Control revolucionó la disciplina de la sociología y tuvo poderosos efectos en las otras<br />
ciencias humanas: en la ciencia social guió la dirección de la ciencia política, economía y psicología; en<br />
biología influyó en la genética, eugenesia y psicobiología. Desempeñó un papel crítico en la concepción y el<br />
diseño de la biología molecular.<br />
Ahí lo tiene en dos palabras. Todo el problema con la escolarización moderna. Reposa en un nido de falsas<br />
premisas. Las personas no son pequeños terrones maleables de pasta. No son pizarras en blanco como dijo<br />
<strong>John</strong> Locke, no son máquinas como deseaba La Mettrie, ni vegetales como especulaba Friedrich Fröbel,<br />
inventor de los jardines de infancia, ni mecanismos orgánicos como enseñó Wilhelm Wundt a todos los<br />
departamentos de psicología de Norteamérica durante el cambio de siglo, ni tampoco repertorios de<br />
comportamientos como querían Watson y Skinner. No son, como la nueva cosecha de pensadores de<br />
<strong>sistema</strong>s llegaría a imaginar, micro<strong>sistema</strong>s místicamente armoniosos que se entrelazan con grandes<br />
macro<strong>sistema</strong>s en una danza de fuerzas atómicas. No quiero ser disparatado acerca de esto: confinadas en<br />
una sala de conferencias o en una discusión informal no hay probablemente más perjuicio en estas teorías<br />
que leer demasiados sonetos italianos en una sesión. Pero cuando a cada una de esas suposiciones se la deja<br />
suelta para que sirva como fundamento para experimentos escolares, lleva a espantosas prácticas opresivas.<br />
Una de las ideas a que llevó directamente la concepción <strong>del</strong> niño vacío era la noción de que la crianza<br />
humana podía ser mejorada o retardada como la cría de plantas o de animales, mediante jardineros<br />
científicos y granjeros. Por supuesto, la escala de tiempo sobre la que se planeó que sucediera esto era<br />
bastante larga. Nadie esperaba que fuera como criar moscas de la fruta, sino que era un asunto académico,<br />
gubernamental e incluso militar de importancia capital y generosamente financiado hasta que el programa<br />
proactivo de Hitler (que seguía el ejemplo de Norteamérica) se volvió tan turbador por 1939 que nuestros<br />
propios proyectos se hicieron más circunspectos.<br />
A principios <strong>del</strong> siglo XX, el enormemente influyente Edward Thorndike, <strong>del</strong> Colegio de Maestros de<br />
Columbia, dijo que la escuela establecería condiciones para la «cría selectiva antes de que las masas tomaran<br />
las cosas con sus propias manos». El propósito religioso de la escolarización moderna fue bochornosamente<br />
evidente cuando Ross y Thorndike estaban en el centro <strong>del</strong> escenario, pero estaban rodeados por muchos<br />
amigos que pensaban igual. Otro arquitecto importante <strong>del</strong> test estandarizado, H. H. Goddard, dijo en su<br />
libro Human Efficiency (1920) que la escolarización por el gobierno trataba de «la perfecta organización de<br />
la colmena». Dijo que el test estandarizado era una forma de hacer que las clases inferiores reconocieran su<br />
propia inferioridad. Como llevar un gorro con orejas de burro, las disuadiría de tener cultura y ambición.<br />
Goddard fue jefe <strong>del</strong> Departamento de Psicología de Princeton, por tanto imagine el efecto que tuvo en las<br />
mentes de los doctorandos que preparó, y hubo cientos. El propósito religioso de la escolarización moderna<br />
no quedó abandonado a principios de siglo: en abril de 1996, Al Shanker, de la Federación Americana de<br />
Maestros (AFT), dijo en su habitual anuncio a dos páginas <strong>del</strong> New York Times que cada profesor era en<br />
realidad un sacerdote.<br />
7 Un <strong>sistema</strong> de propaganda <strong>del</strong> Estado