John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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Eneas Silvio Piccolomini, el papa Pío II, en su panfleto La educación de los niños (1451), prescribe la<br />
lectura y estudio de autores clásicos, geometría y aritmética «para adiestrar la mente y asegurar la rapidez de<br />
conceptos». Incluyó la historia y la geografía en su currículum recomendado, añadiendo que «no hay nada<br />
en el mundo más bello que una inteligencia esclarecida». El siglo XVI está lleno de teorías de educación de<br />
hombres como Erasmo, Rabelais y Montaigne. El hombre de escuela francés Gabriel Compayré, en su<br />
<strong>Historia</strong> de la pedagogía (1885), tiene a los tres en la mayor consideración:<br />
Erasmo, Rabelais y Montaigne [...] Antes de pretender sobrepasarlos, incluso hoy, deberíamos más bien<br />
intentar alcanzarlos e igualarlos en sus preceptos pedagógicos.<br />
Como la mayoría de hombres y mujeres educados, Erasmo fue su propio maestro. Daba a la cortesía un<br />
importante lugar en la educación:<br />
La tierna mente <strong>del</strong> niño debería [...] amar y aprender las artes liberales [...] aprender tacto en la conducta de<br />
la vida social [...] desde lo más pronto ser acostumbrada al buen comportamiento basado en principios<br />
morales.<br />
Montaigne, que de hecho asistió a la escuela en Guyena desde la edad de seis años hasta que tuvo trece, legó<br />
una imagen de la escolarización de finales <strong>del</strong> siglo XVI sorprendentemente moderna en sus detalles:<br />
Este es el verdadero correccional de la juventud prisionera [...] no tiene más que pasar cuando van a dar su<br />
lección y no oirá más que los gritos de muchachos bajo ejecución, con el atronador ruido de sus pedagogos,<br />
ebrios de furia, para completar el cuadro. Bonita manera esta de incitar a estas tiernas y temerosas almas a<br />
querer su libro, con semblante furioso y una vara en la mano.<br />
Lo que Montaigne exige a un estudiante que busca educación es el desarrollo de juicio sensato: «Si el juicio<br />
no está mejor establecido, yo le haría ocupar su tiempo más bien en el tenis».<br />
Montaigne estaba preocupado con el adiestramiento <strong>del</strong> juicio. Él habría hecho que se estudiara la historia<br />
de modo que los hechos tuvieran contextos y el juicio histórico una relación con los asuntos<br />
contemporáneos. Estaba intrigado con las posibilidades de la emulación, como lo estaban todos los maestros<br />
clásicos, y así nos lo cuenta. Dijo que necesitamos ver la diferencia entre enseñar «dónde murió Marcelo»,<br />
que es poco importante, y enseñar «por qué era indigno de su función que muriera allí», que es de gran<br />
significado. Para Montaigne, aprender a juzgar bien y a hablar bien es donde reside la educación:<br />
Todo lo que se presente a nuestros ojos sirve como un libro suficiente: la malicia de un paje, la metedura de<br />
pata de un sirviente, una ocurrencia en la mesa [...] la conversación con los hombres es maravillosamente<br />
útil, y la visita a países extranjeros [...] para frotar y limar nuestros cerebros con los de los demás.<br />
Y en Gargantúa el médico Rabelais presentó una pedagogía bastante en armonía con el currículum basado<br />
en la experiencia de <strong>John</strong> Locke.<br />
Cuando comencé a enseñar, fui capaz de transferir los principios de Montaigne a mi aula sin ninguna<br />
dificultad. Demostraron ser útiles en 1962 igual como lo debieron ser para Montaigne en 1562, sabiduría<br />
eternamente cuerda, siempre gratuita. En contraste, las listas hinchadas de «objetivos», «motivaciones» y<br />
«métodos» que la Junta de Educación de la ciudad de Nueva York me proporcionaba eran peor que inútiles:<br />
muchas eran absolutamente equivocadas.<br />
Una pequeña pero importante evidencia de que la actitud informal respecto a la escolarización estaba<br />
comenzando a hacerse pedazos en la Nueva Inglaterra <strong>del</strong> siglo XVII se encuentra en la Ley de la Escuela de<br />
Massachusetts de 1647, legislación que intentaba establecer un <strong>sistema</strong> de escuelas por orden <strong>del</strong> gobierno y<br />
que estipulaba medios para imponer esa orden. Discursos como ese estaban por ahí desde hacía siglos, pero<br />
esta fue una promulgación significativa, que venía de una utopía teocrática en la frontera <strong>del</strong> universo<br />
conocido.