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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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esos mineros, Moss? ¿No hay recuerdos para tu nieto? Imagino que la respuesta es que estaba avergonzada.<br />

La minería de carbón era algo que hacían los irlandeses ignorantes que vivían en chabolas flotantes, no una<br />

ocupación adecuada para una irlandesa acostumbrada a las cortinas de encaje, como Moss quiso ser por<br />

todos los medios a pesar de sus circunstancias.<br />

Mucho después de que los dueños de minas, acerías y factorías hubieran abandonado la piedad excepto en<br />

las ocasiones ceremoniales, los mineros rezaban para tener fuerza para soportar lo que se tenía que soportar.<br />

Sus hijos rezaban con ellos. Estas son las palabras de una niña de ocho años --exactamente de la misma edad<br />

que mi nieta Moss en el momento en que escribo esto-- que trabajó como minera de carbón hace cien años.<br />

Trabajaba, quizás, para los maravillosamente civilizados Dwight y Peabody de Nueva Inglaterra:<br />

Soy una cuidadora en el pozo Gamer. Tengo que abrir y cerrar trampillas sin ninguna luz y tengo miedo.<br />

Entro a las cuatro y a veces a las tres y media de la madrugada y salgo a las cinco y media. Nunca voy a<br />

dormir. A veces canto cuando tengo luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar.<br />

¿No es la parte más increíble de esto el hecho de que pudiera escribir tan elocuentemente sin escolarización<br />

formal en absoluto? El año era 1867. Un periódico de ese año observaba:<br />

Encadenados, con correas y arneses como perros que tiran de un carrito, negros, saturados de humedad y<br />

más que medio desnudos --arrastrándose sobre sus manos y pies y tirando de sus pesadas cargas tras ellos--<br />

presentaban una apariencia indescriptiblemente repugnante e antinatural.<br />

El confinamiento de los niños norteamericanos en escuelas-almacén menos de medio siglo después había<br />

sido iniciado por el experimento de Massachusetts que asociamos con Horace Mann justo en la década<br />

anterior a la Guerra Civil. Ningún otro estado siguió el ejemplo de Massachusetts durante mucho tiempo,<br />

sino que en todas partes los niños estuvieron metidos en la minería y el trabajo de fábrica. En Massachusetts,<br />

la práctica esencial en el confinamiento estaba en marcha, un preludio a la aceptación universal de la<br />

escolarización como la carga natural de la niñez.<br />

Las escuelas eran las versiones gemelas en antimateria de las minas y acerías: estas añadían niños al<br />

mercado laboral, las escuelas los sustraían. Ambas eran funciones importantes para una nueva y centralizada<br />

economía dirigida. Hacia 1900, el trabajo directo de los niños se había hecho innecesario por el rápido<br />

comienzo de la mecanización, excepto en aquellas áreas anómalas como el teatro, festejos, publicidad y<br />

mo<strong>del</strong>os, en que la petición especial por mantener el trabajo de los niños tuvo éxito durante la campaña<br />

general para aislar a los niños de la vida común.<br />

13 El final de la competencia<br />

En 1905, las corporaciones industriales empleaban al 71 por ciento de todos los asalariados, y las empresas<br />

mineras a otro 10 por ciento. Precisamente en el momento en que a la legislación de escolarización<br />

obligatoria en Norteamérica se le daba efectividad mediante el uso al por mayor de la policía, investigadores<br />

de servicios sociales y exhortación pública, el capitalismo corporativo hervía como azufre en el<br />

Monongahela para teñir todos los aspectos de la vida nacional. Portavoces corporativos e intérpretes<br />

académicos, a menudo las mismas personas, explicaban frecuentemente lo que estaba sucediendo como una<br />

fase en la evolución de la raza. En 1900, un escrito de un profesor de la <strong>John</strong>s Hopkins decía que lo que<br />

realmente pasaba tras la cortina de humo de la realización de beneficios era «la criba <strong>del</strong> genio» y la<br />

«eliminación <strong>del</strong> débil».<br />

El más destacado abogado de patentes de la nación dijo al hablar en el mismo año que nada, ni siquiera la<br />

ley, podía contener la nueva corriente en marcha: el único camino realista era «aquiescencia y ajuste».<br />

Charles Willard, de Sears & Roebuck, era el orador. Willard sugirió que el familiar <strong>sistema</strong> competitivo<br />

norteamericano «no se suponía que fuera necesariamente para toda la eternidad». Los negocios estaban<br />

derrocando sabiamente el despilfarro competitivo que producía sólo «pánico, sobreproducción, mala<br />

distribución e incertidumbre, sustituyéndolo por un privilegio protegido para los productores elegidos».

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