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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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Dieciséis años después (1888), podemos rastrear el crecimiento de esta actitud en el lenguaje mucho más<br />

sincero <strong>del</strong> Informe de la Comisión <strong>del</strong> Senado para la educación. Este gigantesco volumen puede ser<br />

resumido en esta única frase tomada de la página 1382:<br />

Creemos que la educación es una de las principales causas <strong>del</strong> descontento de los últimos años que se<br />

manifiesta entre las clases trabajadoras.<br />

Una vez reconocemos que las economías planificadas de la nación o de la corporación son <strong>sistema</strong>s con su<br />

propia integridad operativa, de modo bastante perceptible antagonistas de los riesgos que plantean las<br />

mentes educadas, es predecible gran parte <strong>del</strong> papel de la escolarización formal en la transformación que<br />

llegó. Si la educación es verdaderamente «una de las principales causas <strong>del</strong> descontento», efectúa esa<br />

función subversiva inocentemente al desarrollar intelecto y carácter de forma dirigida para resistir la<br />

absorción en <strong>sistema</strong>s impersonales: aquí está el punto crucial de la diferencia entre educación y<br />

escolarización: la primera pone en marcha la independencia, conocimiento, capacidad, comprensión e<br />

integridad; la segunda, la obediencia.<br />

En The Empire of Business (1902), Andrew Carnegie, autor <strong>del</strong> asedio a Homestead que destruyó el<br />

sindicato de trabajadores <strong>del</strong> metal, protestó contra las «enseñanzas que sirven para imbuir [a los niños] de<br />

falsas ideas». Desde una perspectiva de empresa transatlántica, la educación enseñaba lo que era inútil social<br />

y económicamente, transmitiendo malas actitudes que volvían a los alumnos contra el plan de maduración<br />

de una dirección nacional centralizada. El nuevo imperio de Carnegie exigía que el carácter a la antigua<br />

fuera eliminado de los niños a toda prisa mediante la escolarización. Sería un gran error asumir que este<br />

nuevo imperio de la empresa <strong>del</strong> que presume Carnegie era sólo un nuevo rostro de la avaricia clásica.<br />

Mientras despojaba de libertad y soberanía, propuso serios argumentos intelectuales para actuar así. Se<br />

prometía a la gente ordinaria lo que la indignada carta de Walter Greene citada anteriormente al principio de<br />

este capítulo dice que consiguió: el mejor programa espacial, la mejor medicina de alta tecnología, el<br />

ejército más fuerte, el más alto nivel material de vida. Estas cosas no podían haberse conseguido sin un tipo<br />

de escolarización obligatoria que pusiera fin a la mayoría de modos de vida independientes. Ese era el precio<br />

pagado por una prosperidad fluida y fácil.<br />

Entender mejor esta paradoja requiere alguna comprensión de lo que inspiró esa certeza entre los arquitectos<br />

de la escolarización moderna, de que esta ruptura funcionaría para producir prosperidad material. Su fe en<br />

que la riqueza seguiría inevitablemente a la mecanización social de la población se funda en una intuición<br />

magnífica de Francis Bacon, expuesta en prosa sorprendentemente clara allá a principios <strong>del</strong> siglo XVII.<br />

Gracias al patrocinio de <strong>John</strong> Stuart Mill, a mediados <strong>del</strong> siglo XIX, las semillas que plantó Bacon crecieron<br />

y se transformaron en el culto al positivismo científico, un movimiento que asociamos hoy con el nombre de<br />

un francés, Auguste Comte. Es difícil sobrestimar la influencia que tuvo el positivismo en la formación de la<br />

escolarización en masa y en el mo<strong>del</strong>ado de una economía corporativa internacional hecha posible por el<br />

carbón.<br />

El positivismo sostiene que si se siguen procedimientos adecuados, entonces las maravillas científicas y las<br />

invenciones siguen automáticamente. Si se pesa y mide y cuenta y categoriza lenta y pacientemente,<br />

conservando los pedazos de datos que se pueden confirmar, rechazando aquellos que no, y así más y más y<br />

más, entonces el genio y el talento son casi irrelevantes: las mejoras se presentarán por sí mismas<br />

regularmente en una progresión incesante a pesar de cualquier deterioro en el poder creativo. Los avances en<br />

poder y control son principalmente una función de la cantidad de dinero gastado, la cantidad de mano de<br />

obra empleada y de la correcta metodología.<br />

¡La humanidad puede ser liberada de la tiranía de la inteligencia mediante la obediencia fiel al <strong>sistema</strong>!<br />

Esta es la contundente declaración, hecha todavía más difícil de resistir porque parece funcionar. Incluso<br />

hoy, su completo significado no es ampliamente entendido, ni lo es la implacable enemistad que exige hacia<br />

cualquier visión espiritual de la humanidad.<br />

En el método positivista, las clases dirigentes <strong>del</strong> final <strong>del</strong> siglo XIX, incluyendo su progenie progresista en<br />

el juego social <strong>del</strong> management, sabían que tenían una máquina de la que sacar beneficios perpetuos:

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