John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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El segundo obstáculo para una toma <strong>del</strong> poder ideológica de las escuelas era la influencia histórica de los<br />
maestros como mo<strong>del</strong>os de conducta. Los maestros a la antigua tenían un tendencia perturbadora a hacer<br />
hincapié en el desarrollo <strong>del</strong> intelecto mediante lectura difícil, fuertes tareas de escritura y discusión intensa.<br />
El problema de los maestros orgullosos e independientes fue más difícil de resolver que el problema de la<br />
lectura. Todavía en 1930 quedaban 149.400 escuelas con una aula y un maestro en Norteamérica, lugares no<br />
sólo de funcionamiento barato, sino con éxito en el desarrollo de pensadores severos e independientes. La<br />
mayor parte <strong>del</strong> resto de nuestras escuelas eran también pequeñas y sin administradores. La idea de<br />
directores que no enseñaban llegó muy tarde al escenario de la escuela en la mayoría de los sitios. La noción<br />
fantástica de un ejército parásito de directores ayudantes, coordinadores y todo el resto de diferentes<br />
conocidos especialistas de la escolarización institucional no llegó a existir en absoluto hasta 1905, excepto<br />
en las especulaciones de los soñadores <strong>del</strong> Colegio de Maestros.<br />
Se propusieron dos soluciones alrededor de 1903 para suprimir la influencia <strong>del</strong> profesor y hacer la<br />
instrucción a prueba de profesores. La primera fue desarrollar una hasta entonces desconocida jerarquía<br />
administrativa de directores no docentes, directores ayudantes, coordinadores de asignatura y demás, para<br />
disminuir la posición <strong>del</strong> profesor. Y si la degradación de la posición <strong>del</strong> profesor se mostraba inadecuada,<br />
otra arma, el test estandarizado, pronto estaría disponible. Al desplazar la función crítica de un profesor<br />
visible a un bastión remoto de científicos educativos en algún lugar, ningún simple encargado <strong>del</strong> aula<br />
podría apartarse muy lejos de los textos aprobados sin que la caída de las puntuaciones entre sus estudiantes<br />
<strong>del</strong>atara la presencia de tal disidente. Ambas iniciativas estaban en proceso cuando acabó la Primera<br />
Guerra Mundial.<br />
El tercer obstáculo para la centralización eficaz de la gestión era el contexto de íntima vecindad de la<br />
mayoría de las escuelas norteamericanas, en que los procedimientos de las escuelas nunca podían escapar a<br />
la vigilancia de los padres y otros intereses locales. No eran buenos lugares desde los que orquestar el<br />
socavamiento de la sociedad tradicional. James Bryant Conant, uno de los inventores de la lewisita, un gas<br />
venenoso, y por entonces presidente de una comisión clave de Carnegie, denunció en una serie de artículos<br />
de noticias nacionales tras el lanzamiento <strong>del</strong> Sputnik que era el pequeño tamaño de nuestras escuelas lo que<br />
causaba el problema. Sólo las grandes escuelas, dijo Conant, podían tener el profesorado e instalaciones lo<br />
suficientemente grandes para cubrir la ciencia y matemáticas que (presumiblemente) nos faltaban y que<br />
Rusia (presumiblemente) tenía. Cuanto más grande mejor.<br />
En un golpe audaz la escuela factoría norteamericana de los días de Lancaster había renacido. Aquí el<br />
currículum desintelectualizado de estilo prusiano podía reinar sin ser detectado. Desde 1960 a 1990,<br />
mientras la población de alumnos crecía un 61 por ciento, el número de administradores escolares creció un<br />
342 por ciento. En dólares constantes, los costes de dispararon un 331 por ciento y el número de maestros,<br />
que había caído desde el 95 por ciento de todo el personal escolar en 1915 al 70 por ciento en 1950, cayó<br />
ahora aún más, cada vez más abajo hasta que recientemente comprendía menos <strong>del</strong> 50 por ciento de los<br />
trabajos en el mundo de la escuela. La escuela se había convertido en un proyecto de empleo, la mayor sala<br />
de contratación <strong>del</strong> mundo, mayor que la agricultura, mayor que los ejércitos.<br />
Otro significativo conjunto de números está correlacionado con el crecimiento absoluto en el poder y en el<br />
gasto de la escolarización gubernativa, aunque inversamente. En 1960, cuando esas gigantescas agencias de<br />
bienestar infantil llamadas escuelas estaban poniéndose en camino a su misión mejorada, el 85 por ciento de<br />
los niños afroamericanos de Nueva York eran de hogares intactos y biparentales. En 1990 en la ciudad de<br />
Nueva York, con el presupuesto escolar que gastaba 9300 dólares por niño para su educación según una<br />
definición de bienestar social, ese número cayó hasta por debajo <strong>del</strong> 30 por ciento. La escuela y las<br />
burocracias <strong>del</strong> trabajo social habían hecho bien su trabajo, al crear lo que parecía ser una subclase<br />
permanente, despojada de su posibilidad de escape, vuelta contra sí misma. El management científico había<br />
demostrado su valía, aunque eso dependía obviamente de la propia perspectiva.<br />
Capítulo 10 Mi río verde