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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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de Walden había sido incapaz de encontrar un constructor que quisiera oponerse públicamente a la voluntad<br />

de Montpelier, pero por una feliz casualidad conocía a un experto arquitecto de Vermont. Llamé a su casa en<br />

Montpelier. Dos horas después estaba en Walden recorriendo los edificios declarados no habitables.<br />

Para comprender por qué el estado quería tanto cerrar estos sitios es vital saber que todo funcionaba allí<br />

contra la profesionalización y la estandarización: los padres estaban demasiado cerca <strong>del</strong> aula para permitir<br />

que el suave control «profesional» pasara desapercibido. No era posible en esas escuelas mantener a flote un<br />

currículum preparado científicamente sin que pasara un estricto y crítico escrutinio. Eso era intolerable para<br />

Montpelier, o más bien para el resto <strong>del</strong> pulpo que hacía mover al tentáculo de Montpelier.<br />

Tras la inspección, mi arquitecto declaró que las estimaciones oficiales para conseguir el cumplimiento de<br />

las normas eran cínicas y fraudulentas. Eran tres veces mayores de lo que costaría el trabajo, permitiendo un<br />

beneficio normal. Mi arquitecto conocía a los directores de las empresas de construcción políticamente bien<br />

conectadas que habían presentado las ofertas infladas. Conocía también el juego al que estaban jugando. «El<br />

objetivo de esto es matar las escuelas de una aula», dijo. «Todos estos tipos serán pagados de una forma u<br />

otra con trabajo para el estado por hacer avanzar la agenda, consigan o no este trabajo para el estado».<br />

Pregunté si podía darnos una contraestimación que pudiéramos usar para despertar a los votantes. «No, -dijo,--<br />

si lo hiciera no conseguiría otro trabajo de construcción en Vermont».<br />

Volvamos a Benson, una ilustración clásica de cómo el Estado político y sus aliados con licencia se<br />

alimentan como parásitos de hombres y mujeres que trabajan. Donde Education Week vio un profundo<br />

misterio en la desafección de los ciudadanos, los hechos dan un nuevo giro a las cosas. En una jurisdicción<br />

que sólo servía a 137 niños, una cantidad que habría sido manejada en las viejas y prósperas escuelas<br />

Walden con cuatro profesores --y sin más inspectores que las tradiciones <strong>del</strong> pueblo y la cariñosa y<br />

voluntariosa vigilancia que los padres proporcionarían porque los alumnos eran, al fin y al cabo, sus propios<br />

hijos-- los contribuyentes estaban siendo obligados a sostener el gasto de:<br />

1. Un inspector que no enseñaba.<br />

2. Un inspector ayudante que no enseñaba.<br />

3. Una directora que no enseñaba.<br />

4. Un director ayudante que no enseñaba.<br />

5. Una enfermera a tiempo completo.<br />

6. Un orientador académico a tiempo completo.<br />

7. Un bibliotecario a tiempo completo.<br />

8. Once profesores a tiempo completo.<br />

9. Un número desconocido de personal complementario.<br />

10. Espacio, pupitres, suministros, tecnología para todo ello.<br />

¿Ciento treinta y siete niños? ¿Hay ahí una alma que crea que los chicos de Benson están mejor servidos en<br />

su nueva escuela con ese ejército mercenario de lo que estuvieron los 120 de Walden en cuatro aulas con<br />

cuatro maestros? Si es así, los modos habituales en que medimos el éxito educativo no reflejan esta<br />

superioridad. Lo que pasó en Benson --el uso de la escolarización obligatoria para imponer un programa de<br />

carrera profesional innecesario en una comunidad pobre-- ha sucedido en toda América <strong>del</strong> Norte. La<br />

escuela es un proyecto de empleo para una gran clase de gente para la que sería difícil por lo demás<br />

encontrar empleo en un mercado de empleo espantoso, en que la mayoría de todo el empleo de la nación es<br />

o bien temporal, o bien a tiempo parcial.<br />

La redistribución forzosa de los ingresos de los demás para proporcionar empleo para pedagogos y para<br />

personal de apoyo mayor que el cuerpo docente real es un plan piramidal operado a costa de los niños.<br />

Cuanto más falso trabajo se tenga que encontrar para los empleados de la escuela, peor para los chicos,<br />

porque su propia iniciativa se ahoga con la constante componenda profesional para justificar este empleo.<br />

Suponga que eliminamos las siete primeras posiciones de la lista de funcionarios pagados en Benson: el<br />

inspector, el inspector ayudante, la directora, el director ayudante, la enfermera, el orientador académico y el<br />

bibliotecario, más tres de los once profesores y todo el personal accesorio. Tendríamos todo el trabajo de esa<br />

gente absorbido por los ocho profesores restantes y cualquier ayuda voluntaria de la comunidad que

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