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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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eorganizar sus partes, el otro, el aspecto más indulgente de la misma mente industrial, pudiera cantar la<br />

misma canción, pero con un tono diferente para una audiencia diferente.<br />

Lo que los socialistas ayudaron a enseñar al capitalismo era que la promesa industrial era cierta. El camino a<br />

la riqueza podía seguirse por el humo de carbón hasta un paraíso final en la Tierra. Sólo los amos tenían que<br />

ser cambiados. En lugar de los jefes se sentarían los trabajadores. Mientras, ambas partes estuvieron de<br />

acuerdo (Marx es particularmente elocuente en este punto) en que muchos tendrían que sufrir durante mucho<br />

tiempo, hasta que avances predecibles en el reordenamiento social aliviaran en última instancia a sus<br />

descendientes.<br />

4 Utopía de management<br />

En una acalorada carta al Atlantic Monthly (enero de 1998), Walter Greene, de Hatboro, Pensilvania,<br />

protestó contra el «mito de nuestras deficientes escuelas», como lo llamó, por estos motivos;<br />

Resulta que tenemos la fuerza de trabajo más productiva <strong>del</strong> mundo, la mayor economía, la mayor calidad<br />

material de vida, más premios Nobel que el resto <strong>del</strong> mundo junto, el mejor <strong>sistema</strong> de educación superior,<br />

la mejor medicina de alta tecnología y el ejército más fuerte. Estas cosas no se hubieran podido conseguir<br />

con <strong>sistema</strong>s de educación de segunda categoría.<br />

Por el contrario, la sorprendente verdad es que no se hubieran podido conseguir hasta el grado en que lo han<br />

sido sin <strong>sistema</strong>s de educación de segunda categoría. Pero aquí está, simplemente, el quid de una<br />

insoportable paradoja planteada por la escolarización científicamente eficiente. Funciona. La escuela, tal<br />

como la hemos hecho, construye riqueza nacional, conduce a avances científicos incesantes. ¿Dónde está el<br />

paso en falso de Greene? Está en la identificación de prosperidad material y poder con la educación cuando<br />

nuestra opulencia está construida sobre la escolarización (y también sobre la libertad de empresa, por<br />

supuesto, para los suficientemente libertarios como para aprovecharla). Un siglo de implacable agitación y<br />

propaganda nos ha puesto fuera de la pista. La verdad es que el poder global sin precedentes y la<br />

espectacular riqueza material de los Estados Unidos son producto directo de un <strong>sistema</strong> educativo de tercera<br />

categoría, de cuya ineficiencia en desarrollar intelecto y carácter dependen. Si educáramos mejor no<br />

podríamos sostener la utopía corporativa que hemos hecho. Las escuelas construyen la riqueza nacional<br />

derribando la soberanía personal, la moralidad y la vida familiar. Era sacrificar una cosa por otra.<br />

Esta contradicción no es desconocida en las alturas, pero nunca se habla de ella en voz alta como parte <strong>del</strong><br />

debate escolar nacional. No reconocida, ha sido capaz de hacerse camino entre nosotros sin ser afectada por<br />

la protesta. El clásico de E. P. Thompson, The Making of the English Working Class, es una reveladora<br />

introducción a esta agridulce verdad sobre las fuerzas «productivas» y la riqueza nacional. Cuando un<br />

minero de carbón de Colorado declaró ante las autoridades en 1871 que ocho horas bajo tierra eran tiempo<br />

bastante para cualquier hombre porque «no tiene tiempo de mejorar su intelecto si trabaja más», el picador<br />

de carbón podía apenas haberse dado cuenta de que su misma deficiencia era valor añadido para la ecuación<br />

<strong>del</strong> mercado.<br />

A lo que apuntaba el siglo XIX en las naciones ricas en carbón era a la construcción de una infraestructura<br />

para la utopía de management, un tipo de sociedad en que especialistas funcionales no electos toman todas<br />

las decisiones importantes. Períodos formales de adoctrinamiento y libros canónicos de instrucción limitan a<br />

estos especialistas en sus elecciones. La idea de la ciencia <strong>del</strong> management es incrustar a los directivos tan<br />

firmemente en la regulación y procedimiento abstracto que el propósito fijado <strong>del</strong> esfuerzo se hace a prueba<br />

de directivos.<br />

Las utopías de management cuestan un enorme esfuerzo de construir. La versión inglesa de esta forma<br />

política estuvo un milenio en construcción. Tal gobierno es costoso de mantener porque hace perder<br />

enormes cantidades de tiempo humano a partir de un principio semejante a la vieja advertencia de que el<br />

diablo encuentra trabajo para las manos ociosas: emplea grandes números de directivos incompetentes e<br />

indiferentes en posiciones de responsabilidad partiendo de la teoría de que la lealtad es más importante que<br />

la capacidad de hacer el trabajo. Vi esta filosofía en acción en las escuelas públicas durante treinta años.

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