John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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hijos generación tras generación, la diferencia entre los dos grupos se hace cada vez mayor. Eso suena<br />
plausible y los autores presentan matemáticas impresionantes para demostrar su argumento, pero su<br />
documentación muestra que son por completo ignorantes de los datos militares que desafían su punto de<br />
vista. La espantosa caída de alfabetización entre la Segunda Guerra Mundial y Corea sucedió en una década,<br />
y ni siquiera el más descarado teorizador de la supervivencia <strong>del</strong> más adaptado sostendría que la evolución<br />
se desarrolla de esa manera. Los autores de The Bell Curve dicen que el analfabetismo de los negros (y la<br />
violencia) está programado genéticamente; pero, como muchos académicos, ignoran la evidencia en contra.<br />
Por ejemplo, sobre el problema de la violencia inscrita en los genes negros, la comparación molesta está en<br />
Sudáfrica, donde viven 31 millones de negros, la misma cantidad que en los Estados Unidos. Compare los<br />
números de negros que murieron violentamente en Sudáfrica en condiciones de guerra civil durante 1989,<br />
1990 y 1991 con nuestra propia estadística de mortalidad en tiempo de paz y encontrará que lejos de exceder<br />
el número de víctimas mortales de la violencia en los Estados Unidos o siquiera de alcanzarlo, Sudáfrica<br />
tuvo proporcionalmente menos de la cuarta parte de tasa de muerte violenta que los negros norteamericanos.<br />
Si se buscan más comparaciones modernas, sólo necesitamos comparar la actual tasa de alfabetización de los<br />
negros en los Estados Unidos (56 por ciento) con la tasa de Jamaica (98,5 por ciento), una cifra<br />
considerablemente mayor que la tasa de alfabetización de los blancos (83 por ciento).<br />
Si no es la herencia, ¿qué es entonces? Bien, hay un cambio indiscutible, bien documentado y fácil de<br />
rastrear. Durante la Segunda Guerra Mundial las escuelas públicas norteamericanas se convirtieron<br />
masivamente a formas no fonéticas de enseñanza de lectura. Ya sólo en el problema de la violencia esto<br />
parece tener impacto: de acuerdo con el Departamento de Justicia, el 80 por ciento de la población <strong>del</strong>ictiva<br />
violenta es analfabeta o casi (así como el 67 por ciento de los <strong>del</strong>incuentes encarcelados). Parece haber una<br />
relación directa entre la humillación que experimentan los malos lectores y la vida de <strong>del</strong>incuentes<br />
resentidos.<br />
A medida que la capacidad de leer cayó en Norteamérica tras la Segunda Guerra Mundial, el <strong>del</strong>ito se<br />
disparó, también los nacimientos fuera <strong>del</strong> matrimonio, que se duplicaron en los 50 y volvieron a duplicarse<br />
en los 60, cuando una extraña violencia llegó a ser por primera vez corriente en la vida diaria.<br />
Cuando la alfabetización fue abandonada por las escuelas como objetivo primario, los blancos estaban en<br />
mejor posición que los negros, porque heredaron una tradición norteamericana de trescientos años de<br />
aprender a leer en casa mediante el emparejamiento <strong>del</strong> sonido hablado con las letras. Así la ayuda en casa<br />
podía corregir las deficiencias de las escuelas simplificadas para blancos. Pero a los negros se les había<br />
prohibido aprender a leer bajo la esclavitud, e incluso en 1930 sólo promediaban de tres a cuatro años de<br />
escolarización, de modo que estaban desvalidos cuando los profesores súbitamente dejaron de enseñar a los<br />
niños a leer, porque no tenían ninguna posición alternativa. Desvalidos no a causa de la inferioridad<br />
genética, sino porque tenían que confiar en las autoridades escolares en mayor grado que los blancos.<br />
Ya en 1952 el Ejército comenzó silenciosamente a contratar centenares de psicólogos para descubrir cómo<br />
600.000 graduados de secundaria habían fingido con éxito ser analfabetos. Regna Wood resume el episodio<br />
así:<br />
Después de que los psicólogos dijeran a los funcionarios que los graduados no fingían, los administradores<br />
<strong>del</strong> Departamento de Defensa supieron que algo terrible había sucedido en el nivel de enseñanza de la<br />
lectura de la escuela. Y sabían que había pasado en los años 30. Por qué permanecieron en silencio, no lo<br />
sabe nadie. La vuelta a la enseñanza de la lectura que funcionaba para todo el mundo se tendría que haber<br />
hecho entonces. Pero no se hizo.<br />
En 1882, los alumnos de quinto leían a estos autores en su Appleton School Reader: William Shakespeare,<br />
Henry Thoreau, George Washington, sir Walter Scott, Mark Twain, Benjamin Franklin, Oliver Wen<strong>del</strong>l<br />
Holmes, <strong>John</strong> Bunyan, Daniel Webster, Samuel <strong>John</strong>son, Lewis Carroll, Thomas Jefferson, Ralph Waldo<br />
Emerson y otros por el estilo. En 1995, un profesor en prácticas de alumnos de quinto de Minneapolis<br />
escribió al periódico local: «Me dijeron que no se exige que los niños <strong>del</strong>etreen las palabras siguientes<br />
correctamente: back, big, call, came, can, day, did, dog, down, get, good, have, he, home, if, in, is, it, like,