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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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indomables jamás visto en lugar alguno. Había un peligro real de que en la economía industrial que nacía,<br />

demasiados reconocieran la nueva oportunidad, creando así demasiado de cada cosa para que lo absorbiera<br />

cualquier mercado.<br />

El resultado: los precios se derrumbarían y el capital estaría desprotegido. Usando el método positivo de<br />

análisis, <strong>del</strong> cual se tratará más a<strong>del</strong>ante, se podía fácilmente prever que continuas generaciones sin fin de<br />

maquinaria mejorada podrían aparecer próximamente una vez se hiciera el compromiso de dejar salir al<br />

genio <strong>del</strong> carbón completamente de la botella. Sin embargo, frente a una amenaza constante de<br />

sobreproducción, ¿quién podría invertir, reinvertir y reinvertir a menos que se tomaran medidas para<br />

restringir la competencia promiscua en la fase embrionaria? El momento más eficaz para hacer eso era ab<br />

ovo, sofocando esas cualidades de mente y carácter que ocasionaron la peligrosa ansia norteamericana por la<br />

independencia donde comenzó primero, en la niñez.<br />

La vieja economía programada para su sustitución había establecido sus propias expectativas básicas para<br />

los niños. Incluso los pequeños granjeros consideraban importante endurecer la mente con la lectura,<br />

escritura, debate y declamación, y aprender a manejar números lo bastante bien para que después uno<br />

pudiera gestionar sus propias cuentas. En la vieja sociedad, la competencia era el severo camino a la justicia<br />

en el reparto. La democracia, religión y la comunidad local eran el contrapeso a los excesos de<br />

individualismo. En tal universo, la educación en el hogar, el autoaprendizaje y las escuelas locales dirigidas<br />

por profesores servían bien.<br />

En los últimos días de este orden social centrado en la familia, un sustituto industrial hecho necesario por el<br />

carbón estaba a la espera entre bastidores, pero era una perspectiva aún incapaz de depurarse de la<br />

competencia excesiva, incapaz de aceptar suficientemente al gobierno como el socio que debía tener para<br />

suprimir la competencia excesiva de una multitud demasiado democrática.<br />

Entonces sucedió un milagro o se dispuso que sucediera. Tras décadas de subrepticia provocación <strong>del</strong> Norte,<br />

el Sur abrió fuego sobre Fort Sumter. Ni el mismo Hegel podía haber planeado la historia mejor.<br />

Norteamérica iba a encontrarse pronto metida a calzador en una cultura homogénea. La Guerra Civil mostró<br />

a los industriales y financieros cómo una población estandarizada entrenada para seguir órdenes podía<br />

hacerse funcionar como un fiable árbol en que crecieran monedas. Más aún, mostró cómo toda la población<br />

podía ser despojada de su poder de causar problemas políticos. Estos años de guerra despertaron la astuta<br />

nostalgia por el pasado colonial británico, y al hacer eso, la sociedad dirigida por el carbón fue bienvenida<br />

tanto por el futuro social que prometía como por sus riquezas.<br />

3 La búsqueda de la Arcadia<br />

El gran error es descartar demasiado apresuradamente los argumentos ofrecidos por la utopía industrial. Su<br />

defensa por motivos estrictamente humanistas es normalmente descartada como hipocresía, pero tras un<br />

poco de reflexión, no creo que lo sea. Recuerde que muchas mentes filosóficas y científicas fueron<br />

compañeras de viaje en la procesión industrial. Como Adam Smith, predijeron que justo más allá <strong>del</strong><br />

sombrío humo de fábrica y los sucios pozos donde los hombres sacaban carbón, estaba llamando una nueva<br />

utopía neoarcadiana. Ya hemos sido testigos de su encarnación evanescente y prematura en Chautauqua. Así<br />

era el marco preparado para la escolarización institucional tal como surgió finalmente. Esta Arcadia sería<br />

posible sólo si hombres de gran visión tuvieran el nervio y disciplina de fuego para seguir a donde la<br />

racionalidad y la ciencia conducían. El obstáculo crucial era este: una cantidad desconocida de generaciones<br />

tendrían que ser sacrificadas a la esclavitud industrial antes de que la humanidad pudiera progresar hacia su<br />

confortable destino. El paraíso podría encontrarse al otro lado de esa divisoria inmoral.<br />

¿Cómo llegar allí? Aunque Malthus y Darwin habían mostrado el modo de devaluar intelectualmente la vida<br />

humana y hacer con protoplasma cualquier cosa que hiciera falta hacer, la fuerza de la tradición occidental,<br />

particularmente la tradición judeocristiana, era aún demasiado fuerte para ser barrida a un lado. En esta<br />

paradoja intervino el socialismo. Era una feliz coincidencia que mientras un aspecto de la imaginación<br />

industrial, la parte capitalista, estaba haciendo el necesario trabajo sucio de romper el viejo orden y

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