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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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eferencia genealógica --el Gore Roll, el American Armoury and Blue Book de Boston y más-- caían en<br />

cascada de la línea de producción para ayudar a los anglosajones a encontrarse unos a otros.<br />

Todavía en 1929, incluso con Mein Kampf en las librerías contando la historia de los arios pasada y presente,<br />

David Starr Jordan, presidente de Stanford, publicó su propia guía para la buena sangre, Your Family Tree.<br />

Proporcionaba con concienzudo detalle el origen de la nueva aristocracia industrial de Norteamérica, desde<br />

los monarcas de las grandes casas arias. Abe Lincoln, Grover Cleveland y <strong>John</strong> D. Rockefeller, decía<br />

Jordan, provenían de la casa de Enrique I de Francia; Ulysses S. Grant pertenecía al linaje de Guillermo el<br />

Conquistador; Coolidge y Shakespeare descendían de Carlomagno. ¡William Howard Taft, J. P. Morgan y el<br />

mismo Jordan descendían <strong>del</strong> rey David de Escocia! Y el resto igual. ¿Era todo esto una simple diversión<br />

o el juego tenía algunas implicaciones para el resto de nosotros con sangre no tan azul? ¿Quiénes eran estos<br />

fabulosos arios de quienes hablaban los eruditos? ¿Qué era esta «Gran Raza»? Las respuestas demostrarían<br />

ser fabulosas y escalofriantes.<br />

8 El fatal desplazamiento sonoro<br />

Durante el siglo XVI, un estudioso comerciante italiano que vivía en la India señaló a sus ricos amigos<br />

algunas similitudes llamativas entre el antiguo sánscrito y el italiano: deva-dio para Dios, sarpa-serpe para<br />

serpiente, etc. Todos los números sánscritos parecían relacionados con los números en italiano. ¿Qué podía<br />

querer decir esto? Esta temprana intuición vino y se fue sin mucho revuelo.<br />

Más tarde, en 1786, durante los primeros tiempos de la ocupación británica de la India, el tema fue tratado<br />

de nuevo. En su discurso a la Bengal-Oriental Society de ese año, sir William Jones anunció que creía que<br />

existía una conexión de familia entre el sánscrito y el inglés. Eso era equivalente a que la Universidad de<br />

Roma dividiera el átomo. Sir William declaró que el latín, griego y sánscrito surgieron «de una fuente<br />

común que quizás ya no existe». Entre el inglés y el sánscrito mostró evidencias de una «afinidad más fuerte<br />

que la que posiblemente se podría haber producido por accidente».<br />

¿Qué fuente común podría ser el origen de la civilización occidental? Jones no lo podía decir, pero sólo trece<br />

años después el trabajo de dos volúmenes de Sharon Turner, The History of the Anglo-Saxons, afirmó<br />

proporcionar pruebas. Ahí, repleto de miles de ilustraciones, había un registro de anglos, sajones y<br />

jutlandeses fuera de la antigua Alemania tal como se había conservado en canción e historia: Beowulf<br />

elevado a una potencia obsesionante. Turner siguió la pista a cientos de dobletes de palabras entre la práctica<br />

inglesa moderna y los antiguos prototipos. Parecía haber una estimulante continuidad entre lo que Tácito<br />

dijo de Germania y lo que los ojos de la clase superior angloamericana veían cuando miraban a sus espejos<br />

modernos.<br />

Las ocupaciones favoritas en la antigüedad eran la guerra, la caza, los deportes de pelea, las fulanas y la<br />

bebida, no muy diferentes de las preferencias de los ingleses contemporáneos. Cuando no estaban dedicados<br />

a eso, los hombres a menudo se tumbaban ociosamente dejando todo el trabajo para las mujeres. El juego era<br />

habitual y se esperaba que los hombres libres llevaran armas. ¿Podían ser los ingleses los poderosos arios de<br />

la prehistoria?<br />

En 1808, Karl Wilhelm Friedrich von Schlegel, fundador y editor <strong>del</strong> Athenäum, principal voz <strong>del</strong><br />

romanticismo alemán, escribió un estudio científico sobre el sánscrito que sostenía que las lenguas de la<br />

India, Persia, Grecia, Alemania, Italia e Inglaterra estaban conectadas por el origen común de una lengua<br />

extinguida, Schlegel propuso el nombre indogermano para este dialecto desaparecido. Estamos obligados,<br />

dijo, a creer que todas esas naciones ampliamente separadas son descendientes de la influencia de un único<br />

pueblo primigenio. Lo curioso es que Schlegel aprendió él mismo sánscrito de Alexander Hamilton, su<br />

íntimo amigo e íntimo amigo <strong>del</strong> gobierno prusiano. Schlegel era sumamente apreciado tanto por Hamilton<br />

como por el régimen prusiano.<br />

Para que usted se ponga en contacto con este apasionante momento de la historia reciente sólo hace falta una<br />

visita a una biblioteca de barrio. El lenguaje y costumbres de esta antigua gente aria se recogen en la<br />

literatura védica: la historia de un pueblo invasor que se impuso en el subcontinente indio. Igual que los

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