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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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Pero el trabajo de la escuela fue para mí un gran alivio a pesar de todo, tras estudiar campañas de cigarrillos<br />

Marlboro y anuncios de Colgate. En aquellos días estaba saltando de impaciencia por tener un trabajo que<br />

supusiera responsabilidad real. Este imperativo me hizo decidir dejar de lado la ambición al menos de<br />

momento y enseñar. Pensaba que ya quedaría mucho tiempo para hacerme rico después.<br />

En la Nueva York de los 60, llegar a ser profesor era más fácil de lo que usted podría imaginar o creer (aún<br />

lo es). Era una época en que se recogían muchos recursos financieros para que las universidades locales<br />

impartieran cursos de profesor de dos semanas para dar un certificado provisional. Casi todo el mundo<br />

pasaba y los requisitos para la licencia permanente se podían conseguir en el puesto. Al final <strong>del</strong> verano<br />

tenía una licencia para ir a la escuela y ser pagado por ello. Si verdaderamente podía enseñar nunca fue<br />

problema para nadie. Los niños a mi cargo no tenían elección en el asunto. El siguiente otoño encontré<br />

trabajo permanente en la escuela secundaria junior William J. O'Shea, cuyo destrozado patio de recreo de<br />

hormigón se hallaba totalmente a la vista <strong>del</strong> mundialmente famoso Museo de <strong>Historia</strong> Natural, al otro lado<br />

en diagonal de la Avenida Columbus hacia el noroeste. Era un patio de recreo que mis chicos y yo íbamos<br />

después a utilizar para enriquecer a la escuela diseñando y organizando un mercadillo de fin de semana para<br />

que tuviera lugar allí. Pero eso llegó mucho después.<br />

2 El doctor Caleb Gattegno, experto<br />

Comencé a enseñar como lo haría un ingeniero, resolviendo problemas a medida que surgían. A causa de mi<br />

educación y de ciertas contradicciones no resueltas de mi propio carácter tenía una gran necesidad personal<br />

de no sólo tener un empleo, sino de tener trabajo que me permitiera construir las partes no formadas de mí<br />

mismo, para hacerme más competente y hacerme sentir que mi vida estaba siendo vivida en vez de estar ella<br />

viviéndome. Traje a aquellos primeros años una intensidad de vigilancia probablemente poco común en<br />

aquellos que se crían despreocupados. Mis propias deficiencias me daban motivación suficiente para que<br />

sucediera algo que valiera la pena.<br />

Si hubiera seguido siendo un solucionador de problemas, seguramente habría ahogado mi vida, pero un<br />

hábito mental que exige cosas en contexto me sensibilizó a la cultura de la escolarización como un elemento<br />

principal de mi trabajo y esa cautela me permitió finalmente superarlo. Las mayores prioridades de la<br />

escuela son coherencia administrativa, predictibilidad de los estudiantes y estabilidad institucional. Que los<br />

niños lo hagan bien o mal es accesorio a la principal misión administrativa. De aquí que los profesores sean<br />

vistos a menudo como instrumentos que responden mejor si se les maneja como sirvientes hechos para<br />

responder de la vajilla de plata. Para dar fuerza a esas relaciones verticales, las relaciones horizontales entre<br />

profesores --la colegialidad-- se tienen que mantener débiles.<br />

Este principio de dividir y conquistar es cierto en cualquier <strong>sistema</strong> grande. La forma en que se plasma en la<br />

cultura de la escolarización es otorgar favores a unos pocos individuos, a unos pocos dolor, y abordar la gran<br />

parte media con una zanahoria en una mano y una palo en la otra con estos sombríos ejemplos iluminando el<br />

discurso. En términos sencillos, unos son sobornados para la lealtad, pero raras veces de forma tan segura<br />

como para que lleguen a ser complacientes; a otros se los deja desesperar, pero rara vez sin ilusión alguna<br />

porque una miga podría caer finalmente en su camino. Aquellos cuyas lealtades se compran funcionan como<br />

espías para comunicar desafíos al estado mayor o como cheerleaders para las nuevas iniciativas.<br />

Solía oír decir a mi abuelo que el precio de un hombre por rendirse te muestra el punto más bajo y sucio de<br />

su alma. Una corta lista de habituales sobornos de maestros incluye: 1) adjudicación de una sala en el lado<br />

de sombra <strong>del</strong> edificio; 2) o una lejos <strong>del</strong> ruido <strong>del</strong> patio <strong>del</strong> recreo; 3) un permiso de parking; 4) el regalo de<br />

un gabinete como oficina privada; 5) el acuerdo tácito de que se puede solicitar ayuda administrativa en<br />

situaciones disciplinarias sin ser perseguido después; 6) elección preferente de libros de texto <strong>del</strong> suministro<br />

disponible en el cuarto de los libros; 7) acceso a la fotocopiadora privada de los administradores; 8) un<br />

conjunto de pantallas oscuras para tus ventanas para que la habitación esté lo suficientemente oscura para<br />

ver películas cómodamente; 9) acceso privilegiado a equipamiento multimedia y así poder contar con<br />

máquinas para que se hagan cargo de la enseñanza algunos días cada semana; 10) asignación de un profesor<br />

en prácticas como <strong>secreta</strong>rio privado; 11) el derecho de volver a casa los viernes una clase o dos antes para

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