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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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inmediatamente antes de prender fuego en la imaginación pública. El incentivo para apoyar proyectos con<br />

entusiasmo cuando accidentalmente eliminan tu medio de vida, o que de hecho eliminan la sociedad y<br />

relaciones familiares que estimas, simplemente no existe. Tampoco es fácil ver cómo podría existir alguna<br />

vez.<br />

¿Por qué cualquiera que se gane la vida vendiendo bienes o servicios tendría entusiasmo por escuelas que<br />

enseñen que «menos es más»? ¿O que enseñen que la televisión, incluso la PBS, cambia la mente a peor?<br />

Cuando veo la densa concentración de grandes nombres de empresas asociada con la reforma de la escuela<br />

me vuelvo un poco loco, no porque sean mala gente --la mayoría no son peores que usted o que yo-- sino<br />

porque los mejores intereses de la humanidad y los intereses corporativos no pueden realmente encajar bien<br />

sino por accidente.<br />

Las almas de hombres y mujeres libres e independientes son mutiladas por la necesaria carencia de alma de<br />

la organización y de la toma de decisiones corporativa. Piense en los cigarrillos como un caso clásico<br />

relevante. La verdad es que incluso si toda la producción empresarial fuera pura y sin falta, aún es un exceso<br />

de organización --donde pocos toman decisiones por muchos-- lo que nos está estrangulando hasta la<br />

muerte. La fuerza, la alegría y la sabiduría sólo están disponibles para los que producen sus propias vidas;<br />

nunca para los que meramente consumen la producción de otros. Nada bueno puede venir de invitar a las<br />

multinacionales a diseñar nuestras escuelas, <strong>del</strong> mismo modo que dejar que un perro hambriento guarde<br />

bocadillos de jamón no es un buen modo de proteger la comida.<br />

Toda instrucción, excepto la más básica, o bien mantiene o bien perturba las cosas tal como son. El familiar<br />

currículum escolar gubernamental consagra la teoría de la placa durmiente al decirnos que la gente no haría<br />

nada si no fuera engañada, sobornada o intimidada, al probar científicamente que los trabajadores son en su<br />

mayor parte biológicamente incompetentes y están ensartados a lo largo de una curva de campana. La teoría<br />

de la placa durmiente ha sido institucionalizada con timbres, rutinas, evaluaciones estandarizadas y<br />

clasificaciones terminales entremezcladas con una presentación interminable de palos y zanahorias, los<br />

programas de refuerzo positivo y negativo de la psicología conductista que criban a los niños con vistas a un<br />

orden corporativo.<br />

La teoría de la placa durmiente está profundamente arraigada en toda la constelación trabajo-escuela-medios<br />

de comunicación. Librarse de ella será una tarea diabólica sin ninguna fórmula de transición indolora. Esto<br />

hará daño cuando pase. Y pasará. El orden actual está demasiado alejado <strong>del</strong> camino de la naturaleza<br />

humana, demasiado falto de espíritu para sobrevivir. Cualquier economía en que las tareas más comunes son<br />

revolver papeles, pulsar botones y hablar en exceso no es un orden al que debamos empujar a los niños<br />

como si esos empleos fueran la vía a una buena existencia.<br />

En el centro de cualquier reforma escolar que no consista simplemente en ajustar el mecanismo de la placa<br />

durmiente hay dos creencias: 1) que talento, inteligencia, gracia y grandes logros están al alcance de<br />

cualquier niño, y 2) que estamos mejor trabajando para nosotros mismos que para un jefe. ¿Pero cómo<br />

demonios es posible creer estas cosas frente a un siglo de monopolio de escolarización moldeadora de las<br />

instituciones y de la economía que afirma algo diferente? ¿O frente a una constante corriente de amenaza en<br />

los medios de comunicación de que los empleos están desapareciendo, de que la «competencia extranjera»<br />

nos enterrará si no cumplimos con las prescripciones de los expertos durante los próximos años? Un<br />

poderoso antídoto contra esa propaganda viene de ver la evidencia que contradice a la propaganda oficial,<br />

como las mujeres que ganan tanto como médicos vendiendo gambas desde viejos camiones blancos al lado<br />

de la carretera, o chicos de trece años que no tienen tiempo que perder en la escuela porque esperan ser<br />

empresarios independientes antes de que la mayoría de los chicos salga de la universidad. Le presento a<br />

Stanley:<br />

Una vez tuve a un niño griego de trece años llamado Stanley que sólo venía a la escuela un día al mes y le<br />

salió bien porque yo era su profesor tutor y amañaba los registros. Lo hice porque Stanley me explicó<br />

dónde pasaba el tiempo en vez de en la escuela. Parece que Stanley tenía cinco tíos y tías, todos en sus<br />

propios negocios antes de llegar a los veintiún años. Una florista, un fabricante de muebles rústicos, un<br />

dueño de una charcutería, un pequeño restaurador y un operador de un servicio de reparto. Stanley iba

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