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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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puchero negro ocupaba el centro <strong>del</strong> escenario, de donde colgaba un gran cartel que decía: «MELTING<br />

POT». De los bastidores una procesión interminable de inmigrantes disfrazados entraba en el puchero por<br />

una escalera de mano que llevaba a su interior. Cada uno llevaba una señal identificadora de su patria<br />

anterior. Al mismo tiempo, de cada lado <strong>del</strong> puchero salían otras dos riadas de hombres, ahora convertidos<br />

en auténticos norteamericanos, vestidos con la misma ropa. Cada uno agitaba una bandera norteamericana<br />

mientras una banda de metal tocaba fortísimo America the Beautiful. Mujeres y niños aplaudían ferozmente<br />

cuando se mostraban brevemente las tarjetas con indicaciones.<br />

¡No tenía nada de maravilloso que el campeón mundial de la provocación a los judíos, Henry Ford,<br />

arquitecto de la más opulenta y siniestra fundación de todas, actor principal en la psicologización de la<br />

escolarización norteamericana, fuera además un empresario teatral encubierto! Ford completó el círculo<br />

filantrópico de Norteamérica. Tres grandes fortunas privadas iban a dominar la escolarización pública a<br />

principios <strong>del</strong> siglo XX --la de Carnegie, la de Rockefeller y la de Ford-- cada una con un formidable<br />

megalómano a cargo <strong>del</strong> talonario, en que cada uno dedicaba el poder de una gran riqueza no al consumo<br />

visible, sino a experimentos radicales en la transformación de la naturaleza humana. La lección más dura de<br />

comprender es que no hicieron esto por el beneficio o la fama, sino por un sentido de convicción reservado<br />

sólo a los verdaderos creyentes.<br />

No había lugar en Norteamérica para los pusilánimes. Si un hombre quería ser 100 por 100 norteamericano,<br />

tenía que rechazar su patria original. También se escuchaban otros temas americanizantes. El general<br />

Leonard Wood dijo refunfuñando que la práctica prusiana <strong>del</strong> «servicio militar universal» era el mejor<br />

medio de hacer que los no asimilados «entendieran que son norteamericanos». Por la época en que acabé la<br />

escuela secundaria en 1953, la formación militar universal me llevó a Kentucky y a Texas, supongo que para<br />

ser un norteamericano. Después de que la escuela <strong>del</strong> gobierno, el ejército <strong>del</strong> gobierno y la anglicana<br />

universidad de Columbia pasaran por encima de mí, había perdido el mapa para volver a casa.<br />

Por todo el Medio Oeste norteamericano, se hicieron «competiciones de familias ajustadas» en ferias<br />

estatales y exposiciones, que clasificaban a las familias norteamericanas con arreglo a criterios objetivos,<br />

igual como se clasifica a los cerdos o al ganado vacuno. Los ganadores conseguían amplio cartel en la<br />

prensa, haciendo aprender por la fuerza a las familias inmigrantes el argumento de que en la tierra de la<br />

Bandera Tachonada de Estrellas se cumpliría con las expectativas mediante atención matemática a una lista<br />

de recetas y reglas. Después de todo, Dios mismo había sido probablemente un investigador científico, o eso<br />

declaró a la nación William Rainey Harper, presidente de la Universidad de Chicago.<br />

4 Suicidio racial<br />

Francis Amasa Walker, presidente <strong>del</strong> MIT, proclamó por primera vez en 1891 lo que pronto iba a<br />

convertirse en un mantra de la clase dominante: los anglosajones estaban cometiendo lentamente un<br />

«suicidio racial». La afrenta de competir con modos de ser de la gente latina, eslava o celta aparentemente<br />

desanimaba la reproducción entre las familias de la vieja raza. Tras esta sorpresa, una campaña orquestada<br />

de racismo científico barrió los Estados Unidos y no decayó en energía pública durante cuarenta largos años.<br />

El suicidio racial era el pánico rojo, la quinta columna y la epidemia de SIDA de la época, todo a la vez. En<br />

la larga historia de las crisis fabricadas, figura junto al fuego <strong>del</strong> Reichstag, Pearl Harbor, el golfo de<br />

Tonkín, la escasez de gasolina de 1973, el milagro económico asiático y la reducción de personal<br />

corporativo como primer ejemplo de moderna manipulación psicológica de la opinión pública. El tema <strong>del</strong><br />

suicidio racial sonaba precisamente en el momento en que la escolarización pública se estaba transformando<br />

en escolarización obligatoria gubernativa.<br />

La campaña norteamericana contra el suicidio racial alistó a grandes científicos de la época para producir<br />

una completa riada de libros, artículos en revistas científicas, escritos en revistas populares, legislación,<br />

conferencias y currículos indirectos. Atrajo la atención de todo el mundo civilizado, incluyendo a la<br />

Alemania imperial y al Japón imperial. Ambos enviaron <strong>del</strong>egaciones oficiales de estudio a Norteamérica a<br />

observar la inventiva de esta nueva utopía industrial en purgarse a sí misma de su carácter democrático. Es<br />

como si existiera algún acuerdo tácito por parte de la corriente dominante <strong>del</strong> mundo académico y <strong>del</strong><br />

periodismo de esquivar los aspectos oscuros de este período, pero incluso un aficionado como yo encuentra

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