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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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Una disciplina es lo que la gente que bebe vermut de grosella negra en vez de whisky rojo llama un campo<br />

de aprendizaje, como la química, historia, filosofía, etc., y su tradición asociada. El buen alumno es<br />

literalmente un discípulo de una disciplina. Las palabras vienen <strong>del</strong> latín disciplinare y discipulus. Por<br />

cierto, aprendí todo esto de un maestro de Utica, Nueva York, llamado Orin Domenico, que me escribe y al<br />

que presto atención. En este asunto de la disciplina, soy discípulo de Orin.<br />

La más famosa disciplina en la tradición occidental es la de Jesucristo. Eso es cierto hoy como lo era hace<br />

mil quinientos años. Y los más famosos discípulos son los doce apóstoles de Jesús. ¿A qué se parecía el<br />

mo<strong>del</strong>o de Cristo de disciplina educativa? La asistencia no era obligatoria, para empezar. Cristo no<br />

estableció el <strong>sistema</strong> escolar obligatorio de Judea. Hizo una invitación: «Sígueme». Algunos lo hicieron y<br />

otros no. Cristo no envió al funcionario de absentismo escolar tras los que no lo hicieron.<br />

Orin me dice que la principal característica de este mo<strong>del</strong>o es una llamada. Los que siguieron la disciplina<br />

de Cristo lo hicieron por deseo. Era su propia elección. Eran llamados a ello por una voz interior, una voz<br />

que a los alumnos nunca damos suficiente tiempo a solas para que la puedan escuchar, y eso es más cierto en<br />

las buenas escuelas que en las malas. Nuestro <strong>sistema</strong> actual de escolarización nos aliena tan claramente de<br />

nuestro espíritu interior, que la mayoría de nosotros estamos bloqueados para ser siquiera capaces de<br />

escuchar nuestra llamada. La llamada en la mayoría de nosotros se marchita en fantasía y ensueños como<br />

remanente de lo que podríamos haber sido.<br />

La segunda característica de la disciplina de Cristo era el compromiso. Seguir a Jesús no era fácil. Se tenía<br />

que dejar todo lo demás y ahí no había oportunidad de hacerse rico. Se tenía que amar todo lo que se estaba<br />

haciendo: sólo el amor podía inducir a uno a caminar por desiertos, dormir en lugares deshabitados, pasar el<br />

tiempo con personajes sospechosos y sufrir el desdén de toda la gente establecida.<br />

La tercera característica <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o de discípulo de Cristo era el conocimiento de uno mismo e<br />

independencia. Los discípulos de Cristo no decían sí a todo. Tenían que pensar por sí mismos y sacar sus<br />

propias conclusiones de la experiencia compartida. Cristo no dio muchas lecciones ni folletos. Enseñó<br />

principalmente mediante su propia práctica y parábolas abiertas a la interpretación. Orin, mi preparador,<br />

duda personalmente si Cristo intentó alguna vez comenzar una religión institucional, porque las instituciones<br />

invariablemente corrompen las ideas a menos que se mantengan pequeñas. Controlan inflexiblemente el<br />

pensamiento y tienden a formas militares de disciplina. No creo que tenga razón sobre la intención de Cristo,<br />

pero es difícil discrepar sobre la patología institucional.<br />

Finalmente, el mo<strong>del</strong>o de disciplina de Cristo necesita un maestro que seguir: alguien que se ha sometido a<br />

sí mismo/a a la disciplina y todavía la practica. El modo en que Orin lo expresa es este: Cristo no dijo:<br />

«Vosotros, chicos, quedaos aquí en el desierto y ayunad por un mes. Estaré en el hotel Ramada. Me podéis<br />

encontrar en el bar si necesitáis ayuda». No comenzó su vida pública hasta que era casi un rabino totalmente<br />

versado en su tradición.<br />

Una salida al aprieto en que estamos con las escuelas sería volver al hecho de ser discípulo en educación.<br />

Durante la primera adolescencia, los alumnos sin un sentido claro de llamada pueden tener una serie de<br />

aprendizajes y orientaciones que implicarían principalmente autoeducación. Nuestros alumnos tienen<br />

necesidades urgentes de estar a solas consigo mismos, luchando contra obstáculos, tanto demonios internos<br />

como barricadas externas para su independencia personal.<br />

Tal como están las cosas, actualmente ahogamos a los alumnos en trabajo de bajo nivel para mantenerlos<br />

ocupados, obligándolos a estar juntos en asociaciones forzadas que les enseñan a odiar a otras personas, no a<br />

amarlas. Los sometemos a los regímenes más asquerosos y pornográficos de constante supervisión y<br />

clasificación, de forma que nunca experimentan la soledad y reflexión necesaria para llegar a ser hombres o<br />

mujeres completos. Es usted perfectamente libre de creer que estas prácticas insensatas evolucionaron<br />

accidentalmente o mediante el mal juicio, y yo defenderé su derecho a creer eso hasta el mismo minuto en<br />

que los hombres de las redes se lo vengan a llevar.<br />

9 Religión y racionalidad

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