John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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actualidad sólo 1/2600 de la población norteamericana (0,04 %), controlan el 5 % <strong>del</strong> círculo interior de<br />
internados privados de élite (también de muchas escuelas de élite sin internado). ¡Esto constituye 125 veces<br />
más participación de lo que las escuetas cifras de cuáqueros podrían parecer garantizar! Una clase dirigente<br />
estaba poniéndose a la defensiva, protegiendo a sus propios hijos <strong>del</strong> épico condicionamiento social aún por<br />
venir, y quizás de la amenaza biológica sobre la que Darwin y Galton habían alertado.<br />
4 Los chicos de Paxton<br />
Cómo tuvo lugar la colaboración decisiva a la que los hombres cuáqueros acaudalados se vieron forzados<br />
por las circunstancias, para buscar protección de la Iglesia Oficial de Inglaterra en los meses posteriores a<br />
que el ejército de Braddock fuera hecho pedazos el 16 de octubre de 1755, es una historia fascinante. La<br />
frontera oeste de la América colonial estalló en pedazos inmediatamente tras la derrota británica. Los<br />
<strong>del</strong>awares y shawnees atacaron de un extremo a otro al oeste de Pensilvania, quemando todos los fuertes,<br />
excepto Pitt. Por noviembre habían atravesado las montañas y el Susquehanna, y en enero cayó toda la<br />
frontera. Los colonos huyeron, y muchos siguieron corriendo hasta que llegaron a Fila<strong>del</strong>fia, «casi locos de<br />
preocupación». Los presbiterianos escoceses e irlandeses <strong>del</strong> Monongahela echaron la culpa de su problema<br />
a los ricos cuáqueros de Pensilvania que controlaban la asamblea legislativa que había impedido los<br />
reclutamientos para la defensa de la frontera.<br />
Una milicia presbiteriana no autorizada se reunió apresuradamente, los muy conocidos Paxton Boys, ¡cuyas<br />
columnas procedieron a marchar sobre Fila<strong>del</strong>fia! Apenas puedo hacer justicia aquí a esa animada época,<br />
excepto recordarle que Pensilvania hasta hoy está dividida entre Este y Oeste. El resultado neto de la fatal<br />
prepotencia de Braddock fue poner a presbiterianos escoceses e irlandeses en pie de guerra contra los<br />
cuáqueros y llevar importantes intereses cuáqueros a los brazos de los tories para protegerse de sus<br />
conciudadanos de Pensilvania.<br />
De esta manera, en el preciso momento en que la autoridad británica y las actitudes rígidas de clase<br />
comenzaron a ser cuestionadas por muchos norteamericanos, los cuáqueros conservadores, notablemente<br />
ricos y con el control de la prensa dominante, se convirtieron en sus silenciosos proponentes. «Podría desear<br />
--dijo Thomas Wharton (por el nombre de cuya familia cuáquera es conocida la escuela de negocios de la<br />
Universidad de Pensilvania)--, ver a esa religión [el anglicanismo] llevar las riendas <strong>del</strong> gobierno por todo el<br />
continente». En la misma década en que los norteamericanos crecían más temerosos <strong>del</strong> ascenso de un<br />
episcopado civil norteamericano, estos amigos «aplaudieron la noticia <strong>del</strong> crecimiento <strong>del</strong> anglicanismo», de<br />
acuerdo con Jack Marietta, el historiador cuáquero. Así las semillas durmientes para un retardado<br />
renacimiento anglicano fueron plantadas en el suelo de Pensilvania, Nueva Jersey y Delaware desde<br />
nuestros inicios nacionales. Y en Fila<strong>del</strong>fia.<br />
5 Soldados para su clase<br />
Estas semillas enterradas echaron sólo raquíticos brotes hasta finales <strong>del</strong> siglo XIX, cuando la inmigración<br />
en masa hábilmente inducida --mano de obra barata católica-- desencadenó una necesidad percibida de<br />
acción social de emergencia según un mo<strong>del</strong>o anglicano. En ese momento, al tratar de encontrar un proyecto<br />
de orden en el inquietante período de la inmigración masiva, las nuevas élites industriales y comerciales<br />
descartaron los mo<strong>del</strong>os norteamericanos existentes: la indecisa meritocracia intelectual de los unitarios, el<br />
rudo nepotismo de los presbiterianos, la democracia libertaria de los baptistas generales, el orgulloso<br />
comunitarismo de los congregacionalistas y los cuáqueros, las comunidades centradas religiosamente de los<br />
pietistas: todos tuvieron que ceder el paso porque todas eran a la vez formas locales y particulares. Ninguna<br />
podía adaptarse muy bien a un hábito generalizado de control a distancia. Ninguna era capaz de mantener<br />
una disciplina de clase lo suficientemente fuerte. Los congregacionalistas estaban más cerca de este ideal,<br />
pero incluso ellos habían debilitado radicalmente su propia disciplina teológica con el Half-Way Covenant<br />
y luego se liberalizaron completamente en el Segundo Gran Despertar tras 1795. Ninguna de estas formas<br />
hubiera servido para un proyecto universal de gobierno estable.<br />
Sólo una disciplina aceptable había pasado durante siglos la prueba <strong>del</strong> fuego, capaz de someter pueblos<br />
diversos, distantes y hostiles a su organización, y esa era la comunión anglicana. En la India, África, Asia,