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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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Los principios de la revolución empresarial que nos dio la escolarización son todavía prácticamente<br />

desconocidos para el público. La competencia fue de hecho imposibilitada hace casi un siglo cuando,<br />

profundamente influidos por doctrinas de positivismo y darwinismo científico, los innovadores corporativos<br />

como Carnegie y Morgan denunciaron los males de la competencia, instando a los magnates a reconstruir<br />

Norteamérica y a continuación el mundo, según la imagen corporativa cooperativa. «Nada menos que la<br />

supremacía <strong>del</strong> mundo se encuentra a nuestros pies», dijo Carnegie proféticamente. El mercado competitivo<br />

y autorregulado de Adam Smith sería la muerte de la nueva economía si no fuera suprimido porque<br />

fomentaba la sobreproducción crónica.<br />

Henry Holt, el editor, al hablar en 1908, dijo que había «demasiada empresa». El único plan efectivo era<br />

poner industrias enteras bajo control central: la industria escolar no fue una excepción. Dijo que la excesiva<br />

sobreproducción de cerebros es la causa radical de la sobreproducción de todo lo demás.<br />

James Livingston ha escrito un excelente relato corto de esta rápida transformación social, llamado Origins<br />

of the Federal Reserve System, <strong>del</strong> que he aprendido algunas lecciones. Livingston nos dice que el mismo<br />

lenguaje de los proponentes de la Norteamérica corporativa experimentó un cambio radical a principios de<br />

siglo. Se comenzó a hablar de las decisiones empresariales casi exclusivamente como direcciones de acción<br />

social intencionada, no de simple busca de beneficios. Charles Phillips, <strong>del</strong> Trust de Delaware, escribió por<br />

ejemplo: «El banquero, el comerciante, el fabricante y el agente de transporte deben unirse para crear y<br />

mantener esa distribución razonable de oportunidad, ventaja y beneficio, que sola puede prevenir la<br />

revolución» (cursiva añadida). Apenas hace falta genio para ver cómo tal directiva acabaría ejecutándose<br />

finalmente en la escolarización obligatoria.<br />

En 1900, en su libro Corporations and the Public Welfare, James Dill avisaba que la cuestión social más<br />

crítica de la época era dilucidar cómo librarse <strong>del</strong> pequeño empresario, pero a la vez retener su lealtad «a un<br />

<strong>sistema</strong> basado en la empresa privada». El pequeño empresario había estado en el centro <strong>del</strong> ideal<br />

republicano norteamericano, había sido el alma de su fuerza democrática. Por tanto los muchos hábitos de<br />

formación en la escuela que condujeron directamente a la pequeña empresa tenían que ser eliminados.<br />

El control de la circulación de los artículos de consumo por unos pocos exigía un control similar en la<br />

producción de esos artículos. Para ello, se dirigieron sanciones inmediatas contra viejas prácticas: primero,<br />

destrucción de sindicatos de trabajadores manuales cualificados que, hasta la huelga de acero en Homestead<br />

en 1892, habían regulado las condiciones de trabajo en una fábrica. En una década, todos esos sindicatos se<br />

habían hecho ineficaces con la única excepción de los United Mine Workers. Segundo, la profesionalización<br />

<strong>del</strong> trabajo mental para situarlo bajo control central también fue rápidamente lograda mediante requisitos<br />

escolares y legislación de licencias.<br />

En el neolenguaje resultante <strong>del</strong> mundo corporativo, la educación se transformó en escolarización y la<br />

escolarización en educación. La filosofía positiva liberó a los filósofos corporativos como Carnegie de la<br />

tiranía de sentir que tenían que contratar siempre a los mejores y más brillantes según sus propias<br />

condiciones independientes para las operaciones de la compañía. Dejemos que los tontos sigan este camino<br />

sin salida. La ciencia sabía que los ejecutivos obedientes y fieles eran superiores a los brillantes. Se<br />

necesitaba cerebro, ciertamente, pero al igual que un exceso de pimienta, demasiada materia mental<br />

arruinaría la digestión nacional. Uno de los objetivos principales <strong>del</strong> espectacular desplazamiento hacia la<br />

producción en masa y a la escolarización en masa fue transformar a los norteamericanos en una población<br />

masificada.<br />

14 Norteamérica se masifica<br />

Las viejas formas norteamericanas de escolarización nunca habrían estado a la altura de la responsabilidad<br />

que el carbón, vapor, acero y maquinaria pusieron sobre ellas. Todavía en 1890, la duración <strong>del</strong> año escolar<br />

promedio era de doce a veinte semanas. Incluso con eso, la asistencia a la escuela oscilaba en la nación entre<br />

el 26 y el 42 por ciento, con la cifra más alta sólo en algunos lugares como Salem, Massachusetts.

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