John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria
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El movimiento de eugenesia iniciado por Galton en Inglaterra fue extendido enérgicamente a los Estados<br />
Unidos por sus seguidores. Además de destruir razas inferiores (como eran llamadas rutinariamente)<br />
mediante aborto, esterilización, adopción, celibato, separaciones en familias con dos empleos, bajos niveles<br />
de salarios para embotar el entusiasmo por la vida y, por encima de todo, escolarización para nublar la mente<br />
y degradar el carácter, se discutieron clínicamente otros métodos en revistas, incluyendo la falta de hijos que<br />
podía ser inducida mediante el acceso fácil a la pornografía. Al mismo tiempo que los considerados<br />
inferiores tenían que ser transformados en eunucos, los galtonianos defendían la noción de producir una<br />
superraza.<br />
El humanista Scott Nearing escribió su obra maestra, The Super Race: An American Problem, en 1912,<br />
precisamente cuando el impulso para destruir un currículum académico en las escuelas públicas estaba<br />
alcanzando su primer crescendo. Con problema, Nearing no se refería a un dilema moral. Más bien, estaba<br />
simplemente exponiendo que sólo los Estados Unidos tenían los procedimientos para enfrentarse al reto de<br />
ingeniería planteado en la creación de superhombres a partir de material genético sin refinar.<br />
3 El señor Hitler lee al señor Ford<br />
Las teorías «visionarias» que pronto serían impuestas en Norteamérica desmienten nuestro mito <strong>del</strong> melting<br />
pot como cierto tipo de fuerza sociológica espontánea. Los dos grandes períodos de inmigración (de 1848 a<br />
1860 y de 1871 a 1914) plantearon una amenaza al curso de la evolución nacional que estaba en marcha. La<br />
experiencia única norteamericana de crear una cultura <strong>del</strong> Nuevo Mundo estaba todavía muy verde, era un<br />
fenómeno histórico demasiado reciente para tolerar la sofisticada competencia <strong>del</strong> pluralismo. Una sociedad<br />
cosmopolita como la de la Inglaterra romana <strong>del</strong> siglo V era algo imposible de aceptar por Norteamérica sin<br />
que su crecimiento quedara dañado.<br />
Las posibilidades inherentes en una sociedad de tipo bazar estaban entusiasmando y a la vez provocando la<br />
ansiedad de los norteamericanos, al igual que la de Horace Mann. Sin embargo, bajo una máscara sofisticada<br />
y un barniz de urbanidad cosmopolita, ciertas facciones buscaron la liberación de su incómoda<br />
ambivalencia. Sólo había una solución realista para la variabilidad humana, la solución de la Orden de la<br />
Bandera Tachonada de Estrellas (popularmente llamada partido Know-Nothing): «Tienes que ser como<br />
nosotros». Los que se rindieron a tal presión, como hicieron muchos de los recién llegados, acabaron al final<br />
peor que los que se aislaron en guetos.<br />
Algunas páginas antes me refería al descaro de nuestros nuevos planes sociales, un sentido de vulgar<br />
prepotencia que el lector nota que irradia desde varios templos de reforma. De algún modo disparatado la<br />
ambientación <strong>del</strong> período lleva el sabor de su arrogancia. Nos prepara para entender el futuro, esa época en<br />
que vivimos ahora, nuestra propia era en que cocina casera significa producto alimenticio comercial pasado<br />
por el microondas, en que toda una nación se sienta cada tarde a ver entretenimiento comercial, escucha las<br />
mismas noticias elaboradas, lleva los mismos vestidos, toma su camino a partir de las mismas señales de<br />
tráfico, cree los mismos pensamientos inculcados por los medios de comunicación y relega a sus hijos y<br />
mayores al mismo cuidado científico de extraños en escuelas y «casas de reposo».<br />
Un indicador de la época: en 1920, la Henry Ford Publishing Company distribuyó 2 millones de ejemplares<br />
gratuitos de su reciente best seller a todas las bibliotecas y a todas las escuelas de la nación. El libro: The<br />
International Jew: World's Foremost Problem [El judío internacional: el principal problema <strong>del</strong> mundo].<br />
Adolf Hitler era todavía un pobre héroe de guerra, que vivía en Munich con Ernst Hanfstaengl, el medio<br />
norteamericano licenciado en Harvard cuya madre era de la legendaria familia Sedgwick de Nueva<br />
Inglaterra. Hitler hizo que Hanfstaengl le leyera el libro de Ford. En las páginas de Mein Kampf Ford es<br />
elogiado pródigamente. De los demás esfuerzos de Ford para definir lo 100 por 100 norteamericano, al<br />
menos uno más merece mención especial. Hablar y escribir inglés tenía muy poco que ver con el trabajo en<br />
una cadena de montaje de Ford, pero Ford decidió hacer obligatorias las clases de lengua inglesa. Lo<br />
primero que los empleados de Ford de habla extranjera aprendían a decir: «I am a good American».<br />
Los alumnos de Ford pasaban la graduación con una extravagancia musical que llama enormemente la<br />
atención como indicador <strong>del</strong> clima espiritual norteamericano tras la Primera Guerra Mundial. Un enorme