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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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Lo que dice el maestro se debería hacer. Cuando los alumnos, así como el maestro, entienden cómo actuar y<br />

aprender en este <strong>sistema</strong>, el <strong>sistema</strong>, y no el vago, discrecional e incierto juicio <strong>del</strong> maestro, es lo que se<br />

pondrá en práctica. En la escuela corriente la autoridad <strong>del</strong> maestro es personal y la vara su cetro. Su<br />

ausencia es una señal inmediata de confusión, pero en una escuela conducida según mi plan cuando el<br />

maestro deja la escuela, la situación continuará tanto en su ausencia como en su presencia. (cursiva<br />

añadida)<br />

Aquí, sin forzar el asunto, está nuestro moderno pedagogus technologicus, heraldo de la futura instrucción<br />

informatizada. En ese <strong>sistema</strong>, a profesores y administradores se les prohíbe desviarse de las instrucciones<br />

escritas en otro lugar. Pero mientras atontar niños fue el todo de la educación escolar gubernativa en<br />

Inglaterra, sólo fue parte de la historia en Norteamérica, y una parte menor hasta el siglo XX.<br />

15 La derrota de Braddock<br />

A menos que sea un adicto al deporte profesional y sepa que Joe Montana, el mayor quarterback de la era<br />

moderna, fue a la escuela Waverly en Monongahela, o que Ron Neccai, el único hombre <strong>del</strong> béisbol<br />

moderno que eliminó a todos los bateadores <strong>del</strong> equipo contrario en un único partido también fue, o que Ken<br />

Griffey Jr. fue también a esta escuela secundaria, se le puede perdonar que no haya oído hablar de<br />

Monongahela. Pero una vez, al comienzo de nuestra historia nacional, Monongahela marcó el límite más<br />

lejano de una nueva nación, un Oeste más salvaje que lo que el Oeste más conocido llegó a ser. Los<br />

profesores en una frontera no pueden ser espectadores.<br />

El último puesto de Custer en Montana no tuvo importancia militar. El último puesto de Braddock en<br />

Monongahela, por otra parte, cambió la historia de Norteamérica para siempre, porque demostró que los<br />

invencibles ingleses podían ser derrotados. Y veintiún años después los derrotamos, un logro que franceses y<br />

españoles, sus principales rivales, habían sido incapaces de conseguir. Por qué sucedió eso, qué inspiración<br />

permitió a ordinarios colonos tener éxito donde naciones poderosas y con más brillo fracasaron, es algo tan<br />

ligado a Monongahela que quiero volver a traer el momento a la memoria para usted. Será un útil punto de<br />

referencia cuando consideremos el problema de la escolarización moderna. Sin la derrota de Braddock<br />

nunca hubiéramos tenido una Revolución Norteamericana con éxito. Si no nos hubiéramos librado de los<br />

ingleses, la competencia de la gente ordinaria para educarse a sí misma nunca hubiera tenido una prueba<br />

imparcial.<br />

En julio de 1755, a la edad de veintitrés años, sin poseer títulos universitarios, ni ser alumno de academia<br />

militar alguna, con sólo dos años de escolarización formal tras de sí, el medio huérfano George Washington<br />

fue destacado como oficial en la milicia de Virginia para acompañar una expedición militar británica que se<br />

desplazaba para tomar el fuerte francés en la confluencia <strong>del</strong> Monongahela y <strong>del</strong> Allegheny, el punto que<br />

más tarde fue Pittsburgh. Su general, Edward Braddock, era un aristócrata que mandaba una fuerza bien<br />

equipada y disciplinada considerablemente superior a cualquier resistencia posible. Braddock se sentía tan<br />

seguro <strong>del</strong> éxito que despreció el consejo de Washington de dejar de lado los modos tradicionales de<br />

combate europeos en el Nuevo Mundo.<br />

El 9 de julio de 1755, dos décadas y un año antes de que nuestra Revolución comenzara bajo la dirección <strong>del</strong><br />

mismo Washington, Braddock ejecutó un brillante cruce de libro de texto cerca <strong>del</strong> actual Puente Alto de<br />

Homestead por el parque recreativo Kennywood. Con pífanos y tambores que despertaban el espíritu<br />

marcial, condujo la mayor fuerza de la América colonial británica, toda con casacas rojas y metal brillante, a<br />

través <strong>del</strong> río verde hasta los árboles de la otra orilla. Los ingenieros iban por <strong>del</strong>ante para hacer una<br />

carretera para hombres y cañones.<br />

De repente la vanguardia quedó envuelta en humo. Se retiró con pánico. El cuerpo principal avanzó para<br />

relevar, pero el encuentro de los grupos que iban en direcciones opuestas provocó el pandemonio. A ambos<br />

lados <strong>del</strong> caos de casacas rojas, el bosque crepitaba con fuego hostil. No se podía ver ningún enemigo, pero<br />

los soldados estaban atrapados entre olas de balas silbando por ambos flancos. Los hombres caían a racimos.<br />

Cuerpos ensangrentados formaban montañas de carne que gritaba, acelerando el pánico.

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