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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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se caracterizaba tanto por el ritual y la ceremonia como por el amor. Y en muchos lugares, dijo Maine, el<br />

parentesco, debido a la adopción de niños de los pueblos conquistados, se convirtió en mítico para clanes<br />

completos. Nadie era quien decía que era o pensaban ellos mismos que eran.<br />

Es sin duda una de las tristes ironías de la historia el que la identidad <strong>del</strong> origen de las élites norteamericanas<br />

estuviera cristalizando a principios de siglo alrededor de las relaciones de sangre con unas gentes guerreras<br />

tan indiferentes a las relaciones de sangre que a menudo no tenían idea de quiénes eran realmente. Con los<br />

anglosajones, el principio abstracto siempre importó más que la sangre.<br />

Una vez fue conocido el carácter de los arios, sólo quedaba la apasionante tarea de establecer la patria, la<br />

antigua fragua de esos viriles conquistadores. Los ideales conductistas que querían que sus descendientes<br />

impusieran sobre pueblos inferiores fueron escritos lo bastante claro en las pizarras de la nueva<br />

escolarización. La sumisión total encabezaba la lista. Pero dar a los arios un lugar de nacimiento (asumiendo<br />

que fuera el correcto) completaría el círculo triunfal. Para la mentalidad de la élite, esa tarea se había<br />

acabado en 1880. El antiguo antepasado podía ser ahora fijado por acuerdo común en algún lugar <strong>del</strong> frío<br />

Norte alrededor <strong>del</strong> mar Báltico. Algunos decían Escandinavia. Algunos decían Alemania <strong>del</strong> Norte y<br />

Central. Pero los principales detectives que tenían la franquicia angloamericana de la verdad se dirigieron a<br />

esa zona entre los ríos Elba y Oder, ¡en las tierras que comprendían las regiones de la Prusia moderna!<br />

13 La ametralladora construye Hotchkiss<br />

La viuda <strong>del</strong> hombre que perfeccionó la ametralladora fundó la escuela Hotchkiss. Un Lowell y un Forbes<br />

fundaron Middlesex. Los DuPont fueron los patrocinadores de Kent. St. George's fue financiada por la<br />

familia Brown, cuyo nombre bendice la Universidad Brown. Choate esperaba los generosos cheques de la<br />

familia Mellon. J. P. Morgan estaba detrás de Groton. Más <strong>del</strong> 90 por ciento de los grandes internados<br />

privados norteamericanos surgieron de ese corto período justo después de la visita a los Estados Unidos de<br />

Herbert Spencer en 1882 y justo antes <strong>del</strong> edicto indirecto a la Asociación Nacional de Educación de que<br />

debía colaborar con la desintelectualización de la escolarización pública, o sería abandonada por la cúpula<br />

empresarial norteamericana.<br />

Los internados privados de élite fueron una importante piedra angular en la fundación de una clase superior<br />

norteamericana permanente cuyos hijos iban a ser socializados para el poder. Eran grandes escuelas para la<br />

Gran Raza, destinadas a forjar la identidad colectiva entre los niños privilegiados, preparándolos para ser<br />

banqueros, financieros, socios en firmas de abogados, directores de grandes empresas, negociadores de<br />

tratados internacionales y contratos, mecenas de las artes, filántropos, directores de organizaciones de<br />

asistencia social, miembros de comisiones asesoras, élites gubernativas y empresariales.<br />

El estudio de Michael Useem posterior a la Segunda Guerra Mundial mostró que sólo trece internados de<br />

élite educaban al 10 por ciento de todos los directores de las grandes corporaciones empresariales<br />

norteamericanas y al 15 por ciento de todos los directores que tenían tres o más cargos directivos. Estas<br />

escuelas graduaban en conjunto menos de mil estudiantes al año. Pedagogía más espectacular es difícil de<br />

imaginar.<br />

En Inglaterra, la pionera feminista Victoria Woodhull publicó The Rapid Multiplication of the Unfit [La<br />

rápida multiplicación de los no aptos]. Y en los Estados Unidos, Edward A. Ross, formado en Alemania -pionero<br />

en la Universidad de Wisconsin de la sociología norteamericana-- estaba escribiendo The Old World<br />

in the New, diciendo que «los miembros derrotados de las castas derrotadas» nos destruirían a menos que<br />

fueran puestos bajo control. Eran «subhumanos». A Ross se le unió prácticamente todo científico social<br />

importante de su generación en la advertencia acerca de los malos efectos de la polución de la sangre:<br />

Richard Ely, William Z. Ripley, Richard Mayo Smith, <strong>John</strong> R. Commons, Davis Dewey, Franklin Giddings<br />

y muchos más. Nadie discrepaba de Ross. Los idiotas se multiplicaban. Se tenía que concienciar al gobierno<br />

de las consecuencias biológicas de la política social.<br />

Pero mientras los miembros derrotados de las castas derrotadas tenían que ser cerrados herméticamente en el<br />

aislamiento, las escuelas de tutela y en sus propios barrios, vigilados por evangelistas sociales, centros de

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