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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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intratables o niños retrasados. Benson simplemente no lo acababa de entender. Las escuelas necesitan mucho<br />

dinero, o, como sugería Usher, fracasan.<br />

El artículo de Education Week en que leí estas cosas cubría cada pulgada de un espacio de dos páginas de<br />

diario de pequeño formato, y sin embargo en ningún lado pude encontrar una sola palabra que indicara que<br />

el problema podría ser sólo que sus contribuyentes y votantes no veían el <strong>sistema</strong> de Benson como el suyo<br />

propio. Tampoco hay allí ni siquiera una pista de que Benson pudiera haber abandonado su creencia de que<br />

lo que se hace en la escuela fuera una empresa esencial que valiera la pena promover con una parte<br />

sustancial de sus ingresos.<br />

Así que leí muy cuidadosamente este relato en el periódico sobre una pequeña población de Vermont y su<br />

desafío a la institución escolar <strong>del</strong> estado porque sentía que algún mensaje importante estaba allí enterrado.<br />

Al tercer intento descubrí lo que buscaba. Comencemos con el inspector ayudante Usher. Su título implica<br />

que oculto en alguna parte fuera de la vista existe también algún inspector. Si no encuentra raro eso es<br />

porque no le he dicho que todo el distrito escolar de Benson tiene exactamente una escuela con 137 niños en<br />

ella. Una flamante escuela con una directora, también. Aparentemente no se puede tener una directora sin un<br />

inspector ayudante que dé órdenes a esa modesta funcionaria y un inspector que dé órdenes al inspector<br />

ayudante. Tres pedagogos de alto rango cuyo coste conjunto por sus servicios es de alrededor de 250.000<br />

dólares, aproximadamente 2000 dólares por niño. Ese es un trabajo agradable si puede conseguirlo.<br />

La misma nueva escuela de Benson merece por sí misma una mirada más de cerca. Su construcción hizo que<br />

los impuestos de propiedad subieran el 40 por ciento en un año, toda una conmoción para los propietarios de<br />

casas locales que apenas salían a<strong>del</strong>ante a uñas y dientes. Esta escuela hubiera sido rotundamente rechazada<br />

por los contribuyentes locales, que ya tenían (pensaban) una escuela perfectamente buena; pero el estado<br />

declaró la vieja escuela no habitable por no tener rampas para las sillas de ruedas y otras características que<br />

nadie consideraba antes una parte esencial de la educación. Los costes de conseguir el cumplimiento de la<br />

normativa en la vieja estructura eran tan próximos al coste de una escuela nueva que los contribuyentes se<br />

rindieron. Finalmente se votó a favor de la emisión de bonos. Incluso así, ganó sólo por muy poco. Lo que<br />

pasó después no será ninguna sorpresa. La escuela de Benson resultó costar mucho más de lo que esperaban<br />

los votantes. Sin embargo, soy escéptico de que costara más de lo que esperaba el estado de Vermont.<br />

Tengo cierta experiencia personal con la declaración de no habitabilidad de sólidas estructuras escolares en<br />

Vermont por la pequeña población de Walden, apenas poco más que una mota en el mapa al nordeste de<br />

Benson, en el paisaje de colinas más bello que se pueda imaginar. Hace pocos años, cuatro bonitas escuelas<br />

de una sola aula que databan <strong>del</strong> siglo XIX, escuelas que todavía servían a 120 niños con sólo cuatro<br />

maestros y ningún administrador, fueron cerradas por la misma gente de Montpelier que dio a Benson su<br />

actual dolor de cabeza con los impuestos. Un grupo de ciudadanos me pidió que me acercara en coche y<br />

hablara en una reunión para salvar esas extraordinarias escuelas comunitarias, amadas por su clientela. Si le<br />

cuento que cuando desperté por la mañana en Walden un alce buscaba verdura con el hocico en el jardín de<br />

la casa de mi anfitriona podrá imaginarlo mejor.<br />

El grupo para el que fui a hablar, que se autodenominaba las ratas de carretera, ya había derrotado la<br />

aprobación de la escuela el año anterior. El objetivo de Montpelier era cerrar las pequeñas escuelas y enviar<br />

a los niños en autocar a un nuevo emplazamiento a unas millas de casa. Ahora Montpelier se dejó de<br />

miramientos: si la persuasión y la seducción no funcionaban, lo haría la coacción. Llamemos a lo que pasó<br />

la maniobra Benson, que aprobaba estipulaciones de construcción sin ninguna conexión con la realidad<br />

normal. Cumplido esto, Vermont cerró las escuelas de una aula por violación de estas estipulaciones. Todas<br />

las estimaciones oficiales para alcanzar la nueva normativa estaban muy cerca <strong>del</strong> precio de fusionar las<br />

pequeñas escuelas en una nueva grande.<br />

La resistencia de las ratas de carretera difícilmente podría movilizar a una mayoría de votantes por segunda<br />

vez. Los publicistas de la economía de la producción en masa han cambiado con éxito el gusto <strong>del</strong> público<br />

para que crea que no tiene sentido reparar algo viejo cuando por el mismo precio se puede conseguir algo<br />

nuevo. Nuestra única esperanza radicaba en conseguir una oferta por una construcción lo bastante baja como<br />

para que los votantes pudieran ver que habían sido engañados. Parecía que valía la pena intentarlo. El grupo

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