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John Taylor Gatto Historia secreta del sistema ... - iessecundaria

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voluntad, a juguetear con sus vidas? Es vital que considere esto o ciertamente caerá víctima de llamamientos<br />

para que mire el mérito de los resultados buscados e ignore los métodos. Esta llamada al pragmatismo exige<br />

un repudio de los principios, a veces incluso con la justificación de que la física moderna «demuestra» que<br />

no hay realidad objetiva.<br />

Que los niños están o no están mejor si se les ahorra el esfuerzo de pensar algebraicamente puede ser una<br />

cuestión que valga la pena debatir, pero, si es así, la carga de la prueba la tiene el desafiante. Cortocircuitar<br />

el derecho a escoger es una táctica de un violador o de un seductor. Si, tras la mascarada <strong>del</strong> estudio de los<br />

números, algún ingeniero invisible se infiltra en las capas interiores de la conciencia de un niño --el tipo de<br />

influencia subliminal ejercida por el álgebra de la selva virgen-- jugueteando con la forma en que el niño ve<br />

el resto <strong>del</strong> mundo, entonces en un sentido literal el propósito de la operación es deshumanizar al sujeto<br />

experimental obligándolo a entrar en un consenso predeterminado.<br />

6 Sin Dios, pero no irreligioso<br />

Los verdaderos creyentes son sólo una parte integrante de la escolarización norteamericana, probablemente<br />

pequeña como fracción, pero son el perro que pasea al amo porque poseen un proyecto y acceso a la<br />

maquinaria política, mientras la mayoría de nosotros no. Los verdaderos creyentes a quienes llamamos<br />

grandes educadores --Komensky, Mather, Pestalozzi, Fröbel, Mann, Dewey, Sears, Cubberley, Thorndike y<br />

otros-- fueron ideólogos que buscaban una religión para sustituir otra que nunca tuvieron o en la que habían<br />

perdido la fe. Como tipo abstracto, hombres como estos han sido analizados por algunas de las más sutiles<br />

mentes de la historia <strong>del</strong> pensamiento moderno --Maquiavelo, Tocqueville, Rénan o William James por<br />

nombrar unos pocos-- pero el retrato más claro <strong>del</strong> tipo fue establecido por Eric Hoffer, un antiguo<br />

trabajador emigrante de granja que no aprendió a leer hasta los quince años. En The True Believer, un<br />

luminoso clásico moderno, Hoffer nos dice:<br />

Aunque la nuestra es una era sin Dios, es lo opuesto mismo a lo irreligioso. El verdadero creyente está en<br />

cualquier parte <strong>del</strong> camino, moldeando al mundo a su propia imagen. Ya nos alineemos con él o contra él,<br />

deberíamos conocer bien todo lo que podamos concerniente a su naturaleza y potencialidades.<br />

Creo que la energía para mover este tren fue liberada en Norteamérica por el cuerpo herido <strong>del</strong> calvinismo<br />

de Nueva Inglaterra cuando su teocracia se derrumbó por la indiferencia, ambición y hostilidad de sus<br />

propios hijos. Al principio <strong>del</strong> siglo XIX, poco después de que llegáramos a ser una nación, esta energía hizo<br />

surgir lo que Allan Bloom apodó «la nueva religión norteamericana», que finalmente combinaba elementos<br />

<strong>del</strong> viejo calvinismo con sabores de anabaptismo, discurso extravagante, igualitarismo, cuaquerismo,<br />

racionalismo, positivismo y esa peculiar especia de los unitarios: el cientismo.<br />

Donde la forma original <strong>del</strong> calvinismo norteamericano había predicado la exclusión rigurosa de todos,<br />

excepto un diminuto puñado de juzgados predestinados para la salvación (los famosos «santos» o<br />

«pecadores justificados»), la fe descendiente, que se origina alrededor de la época <strong>del</strong> Gran Despertar de los<br />

años 40 <strong>del</strong> siglo XVIII, exigía inclusión universal, el reclutamiento de cada uno en una salvación universal<br />

y unitaria, tanto si se fuera así reclutado como si no. Fue un cambio monumental que en el tiempo se infiltró<br />

en cada institución norteamericana. En su exigencia para la unidad planetaria final, la lógica operativa de<br />

esta religión híbrida, que derivó de una mezcla de sectas protestantes así como <strong>del</strong> judaísmo, fue en lo<br />

esencial intensamente católica en una ironía cósmica.<br />

Tras la toma <strong>del</strong> poder por los unitarios de Harvard en 1805, el calvinismo ortodoxo alcanzó aparentemente<br />

el final de su camino, pero tanta energía explosiva se había encerrado herméticamente en esta intensa forma<br />

de pensamiento sagrado --una intensidad que hacía que cualquier acto, no importa lo pequeño que fuera,<br />

rebosara de significado, que cualquier expresión de personalidad proclamara una Elección o Condena-- que<br />

en su colapso estructural, se liberó una energía feroz, un tornado que arrasó por el Burned-Over District al<br />

norte de Nueva York, cruzó los lagos hasta Michigan y otros puestos avanzados germanizados <strong>del</strong> Norte,<br />

donde de repente se dividió en dos partes: una que corrió hacia el Oeste a California y a los territorios <strong>del</strong><br />

Noroeste; otra que giró al suroeste, a la colonia mexicana llamada Texas. A lo largo <strong>del</strong> camino, la ahora ya<br />

muy alterada herencia de Calvino depositó nuevas religiones, como el mormonismo o el adventismo <strong>del</strong>

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