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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

der a unas manos adecuadas es tan importante como el descubrimiento de <strong>los</strong><br />

nombres.<br />

El heroico perro entrega <strong>los</strong> nombres a Manawee, el cual <strong>los</strong> ofrece al padre<br />

de las jóvenes. Las muchachas ya están preparadas para irse <strong>con</strong> Manawee. Han<br />

estado esperando desde el principio <strong>que</strong> Manawee descubriera y <strong>con</strong>servara el<br />

<strong>con</strong>ocimiento <strong>con</strong>ciente de sus naturalezas intrínsecas.<br />

Vemos por tanto <strong>que</strong> las dos cosas <strong>que</strong> impiden el progreso en estas cuestiones<br />

son las distracciones del propio apetito y el oscuro des<strong>con</strong>ocido, el cual<br />

puede ser un innato opresor del interior de la psi<strong>que</strong> o una persona o situación<br />

del mundo exterior. En cualquier caso, el viajero sabe instintivamente cómo derrotar<br />

a estos sa<strong>que</strong>adores y merodeadores. Hay <strong>que</strong> <strong>con</strong>servar <strong>los</strong> nombres, <strong>los</strong><br />

nombres lo son todo.<br />

La mujer interior<br />

A veces las mujeres se cansan y se ponen nerviosas aguardando <strong>que</strong> sus<br />

compañeros las comprendan. "¿Cómo es posible <strong>que</strong> no sepan lo <strong>que</strong> pienso y lo<br />

<strong>que</strong> quiero?", se preguntan. Las mujeres se hartan de hacerse esta pregunta. Pero<br />

el dilema tiene una solución <strong>que</strong> es eficaz y efectiva.<br />

Sí una mujer quiere <strong>que</strong> su compañero responda de esta manera, tendrá<br />

<strong>que</strong> enseñarle el secreto de la dualidad femenina. Tendrá <strong>que</strong> hablarle de la mujer<br />

interior, a<strong>que</strong>lla <strong>que</strong>, añadida a ella misma, suma dos. Y lo hará enseñando a<br />

su compañero a hacerle dos preguntas falsamente sencillas <strong>que</strong> <strong>con</strong>seguirán <strong>que</strong><br />

se sienta vista, oída y <strong>con</strong>ocida.<br />

La primera pregunta es la siguiente: "¿Qué es lo <strong>que</strong> quieres?" Casi todo el<br />

mundo suele formular una versión de esta pregunta. Pero hay otra pregunta más<br />

esencial y es la siguiente: "¿Qué es lo <strong>que</strong> quiere tu yo profundo?"<br />

Si un hombre pasa por alto la doble naturaleza de una mujer y la toma por<br />

lo <strong>que</strong> parece, lo más seguro es <strong>que</strong> se lleve una sorpresa, pues, cuando la naturaleza<br />

salvaje de la mujer surge de las profundidades y empieza a dejar sentir su<br />

presencia, a menudo tiene unas ideas, unos intereses y unos sentimientos muy<br />

distintos de <strong>los</strong> <strong>que</strong> había puesto de manifiesto anteriormente.<br />

Para entablar una relación segura, la mujer tendrá <strong>que</strong> hacerle a su compañero<br />

estas mismas preguntas. En nuestra calidad de mujeres, nosotras aprendemos<br />

a interrogar las dos facetas de nuestra naturaleza y también las de <strong>los</strong><br />

demás. A través de la información <strong>que</strong> recibimos de ambas facetas, podemos establecer<br />

<strong>con</strong> toda claridad qué es lo <strong>que</strong> más valoramos y actuar en <strong>con</strong>secuencia.<br />

Cuando una mujer <strong>con</strong>sulta su doble naturaleza, busca, examina y toma<br />

muestras de un material <strong>que</strong> está más allá de la <strong>con</strong>ciencia y <strong>que</strong>, por <strong>con</strong>siguiente,<br />

resulta muchas veces sorprendente por su <strong>con</strong>tenido y su elaboración y<br />

es a menudo extremadamente valioso.<br />

Para amar a una mujer, el hombre tiene <strong>que</strong> amar también su naturaleza<br />

indómita. Si la mujer acepta a un compañero <strong>que</strong> no sabe o no puede amar su<br />

otra faceta, tendrá la sensación de <strong>que</strong> la han desmontado y cojeará como si estuviera<br />

averiada.<br />

Por <strong>con</strong>siguiente, <strong>los</strong> hombres, al igual <strong>que</strong> las mujeres, tienen <strong>que</strong> averiguar<br />

también el nombre de su doble naturaleza. El amante más estimado, el pariente<br />

y el amigo más apreciado, el "hombre salvaje" más estimable es el <strong>que</strong> desea<br />

aprender. A<strong>que</strong>l<strong>los</strong> <strong>que</strong> no disfrutan <strong>con</strong> el aprendizaje, <strong>los</strong> <strong>que</strong> no se sienten<br />

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