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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

cen <strong>que</strong> cuando se mezclan el aliento de un dios y el aliento de un ser humano, la<br />

persona crea una poesía profunda y sagrada (18).<br />

Y esta sagrada poesía y estos cantos son lo <strong>que</strong> nosotras buscamos. Queremos<br />

pronunciar palabras poderosas y entonar cantos poderosos <strong>que</strong> se puedan<br />

oír en tierra y bajo el agua. Lo <strong>que</strong> nosotras buscamos es el canto salvaje, la posibilidad<br />

de utilizar el lenguaje salvaje <strong>que</strong> nos estamos aprendiendo de memoria<br />

bajo la superficie del mar. Cuando una mujer dice su verdad, cuando enciende su<br />

intención y su sentimiento y permanece en estrecho <strong>con</strong>tacto <strong>con</strong> la naturaleza<br />

salvaje, canta y vive en el río del aliento salvaje del alma. El hecho de vivir de esta<br />

manera ya es un ciclo de por sí, un ciclo <strong>que</strong> debe prolongarse.<br />

Por eso mismo Ooruk no intenta zambullirse de nuevo en el agua ni suplica<br />

ir <strong>con</strong> su madre cuando ésta se aleja a nado en el mar y se pierde de vista. Por<br />

eso se <strong>que</strong>da en tierra. Pero cuenta <strong>con</strong> la promesa. Cuando regresamos al ensordecedor<br />

ruido del mundo, sobre todo si hemos permanecido en cierto modo<br />

aisladas durante nuestro viaje a casa, las personas, las máquinas e incluso las<br />

<strong>con</strong>versaciones de <strong>los</strong> <strong>que</strong> nos rodean nos sonarán un poco raras. Esta fase del<br />

regreso se denomina "reentrada" y es algo natural. La sensación de en<strong>con</strong>trarnos<br />

en un mundo des<strong>con</strong>ocido se disipa al cabo de unas horas o unos días. Después<br />

podremos pasarnos un buen período de tiempo en nuestra vida del mundo exterior,<br />

impulsadas por la energía <strong>que</strong> hemos recibido durante nuestra visita al<br />

hogar, y podremos practicar la unión provisional <strong>con</strong> el alma por medio de la soledad.<br />

En el cuento, el hijo de la mujer foca empieza a utilizar su naturaleza medial.<br />

Se <strong>con</strong>vierte en un tambor, un cantor, un narrador de cuentos. En la interpretación<br />

del cuento de hadas, el personaje <strong>que</strong> toca el tambor se <strong>con</strong>vierte en el<br />

centro de cualquier cosa <strong>que</strong> la nueva vida o el nuevo sentimiento necesite para<br />

levantarse y reverberar. El tambor puede ahuyentar cosas y evocarlas. El cantor<br />

transmite mensajes entre la gran alma y el yo del mundo exterior. Por su naturaleza<br />

Y su tono de voz puede desarmar, destruir, <strong>con</strong>struir y crear. Dicen <strong>que</strong> el<br />

narrador de cuentos se ha acercado sigi<strong>los</strong>amente a <strong>los</strong> dioses y <strong>los</strong> ha oído<br />

hablar en sueños (19).<br />

Por <strong>con</strong>siguiente, a través de todos estos actos creativos, el niño vive lo <strong>que</strong><br />

la mujer foca le ha infundido <strong>con</strong> su aliento. El niño vive lo <strong>que</strong> ha aprendido bajo<br />

el agua, la vida de relación <strong>con</strong> el alma salvaje. Entonces nos sentimos rebosantes<br />

de redobles de tambor, de cantos, de cosas escuchadas y de nuestras propias<br />

palabras; de nuevos poemas, nuevas maneras de ver y nuevas maneras de actuar<br />

y de pensar. En lugar de procurar <strong>que</strong> "la magia se prolongue", nos limitamos<br />

simplemente a vivir. En lugar de oponer resistencia o atemorizarnos ante la tarea<br />

<strong>que</strong> hemos elegido, penetramos suavemente en ella; vivas, llenas de nuevos <strong>con</strong>ocimientos<br />

y ansiosas de ver lo <strong>que</strong> ocurrirá a <strong>con</strong>tinuación. A fin de cuentas, la<br />

persona <strong>que</strong> ha regresado a casa ha sobrevivido a la experiencia de ser llevada al<br />

mar por <strong>los</strong> espíritus de la gran foca.<br />

La práctica de la soledad deliberada<br />

En medio de las grises brumas del amanecer, el niño ya crecido se arrodilla<br />

en una roca marina y mantiene una <strong>con</strong>versación nada menos <strong>que</strong> <strong>con</strong> la mujer<br />

foca. Esta deliberada práctica cotidiana de la soledad y de la comunicación le<br />

permite permanecer decisivamente cerca de casa no sólo sumergiéndose hasta el<br />

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