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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

tarde <strong>que</strong> el precio será demasiado alto. Pensaba <strong>que</strong> cambiaba su manzano por<br />

la ri<strong>que</strong>za pero descubre en su lugar <strong>que</strong> ha entregado su hija al demonio.<br />

En la psicología ar<strong>que</strong>típica, opinamos <strong>que</strong> todos <strong>los</strong> elementos de un cuento<br />

son descripciones de <strong>los</strong> aspectos de la psi<strong>que</strong> de una sola mujer. Por <strong>con</strong>siguiente,<br />

a propósito de este cuento, nosotras como mujeres tenemos <strong>que</strong> preguntarnos<br />

al principio "¿Qué trato desventajoso hacen todas las mujeres?".<br />

Aun<strong>que</strong> demos distintas respuestas según <strong>los</strong> días, hay una respuesta<br />

<strong>con</strong>stante en la vida de todas las mujeres. Por más <strong>que</strong> no <strong>que</strong>ramos re<strong>con</strong>ocerlo,<br />

el peor trato de nuestra vida es siempre el <strong>que</strong> hacemos cuando perdemos nuestra<br />

sabia vida profunda a cambio de otra mucho más frágil; cuando perdemos <strong>los</strong><br />

dientes, las garras, el tacto y el olfato; cuando abandonamos nuestra naturaleza<br />

salvaje a cambio de una promesa de ri<strong>que</strong>za <strong>que</strong>, al final, resulta vacía. Como el<br />

padre del cuento, hacemos este trato sin darnos cuenta de la tristeza, el dolor y el<br />

trastorno <strong>que</strong> nos provocará.<br />

Podemos ser muy hábiles en nuestra actuación exterior, pero casi todas las<br />

mujeres, a poca ocasión <strong>que</strong> tengan, optan al principio por cerrar un trato desventajoso.<br />

La <strong>con</strong>certación de este espantoso trato <strong>con</strong>stituye una enorme y significativa<br />

paradoja. Aun<strong>que</strong> el hecho de no saber elegir se podría <strong>con</strong>siderar un acto<br />

patológico de autodestrucción, <strong>con</strong> mucha frecuencia <strong>con</strong>stituye un a<strong>con</strong>tecimiento<br />

decisivo <strong>que</strong> lleva aparejada una amplia oportunidad de volver a desarrollar<br />

la naturaleza instintiva. En este sentido, aun<strong>que</strong> haya pérdida y tristeza, el<br />

trato desventajoso, como el nacimiento y la muerte, es una útil caída del acantilado<br />

proyectado por el Yo para introducir a una mujer en las profundidades de su<br />

naturaleza salvaje. La iniciación de la mujer empieza <strong>con</strong> el trato desventajoso<br />

<strong>que</strong> hizo mucho tiempo atrás cuando estaba todavía medio dormida. Eligiendo lo<br />

<strong>que</strong> a ella le parecía una ri<strong>que</strong>za, cedió a cambio el dominio sobre algunas y, a<br />

menudo, todas las partes de su apasionada y creativa vida instintiva. El sopor de<br />

la psi<strong>que</strong> femenina es un estado muy parecido al sonambulismo. En su transcurso<br />

caminamos y hablamos pero estamos dormidas. Amamos y trabajamos pero<br />

nuestras opciones revelan la verdad acerca de lo <strong>que</strong> nos ocurre; las facetas voluptuosas,<br />

inquisitivas, buenas e incendiarias de nuestra naturaleza no están<br />

plenamente despiertas.<br />

Éste es el estado de la hija del cuento. Es una criatura encantadora, una<br />

inocente. Pero podría pasarse la vida barriendo el patio de atrás del molino —<br />

hacia delante y hacia atrás, hacia delante y hacia atrás— sin desarrollar jamás la<br />

<strong>con</strong>ciencia. Su metamorfosis carece de metabolismo.<br />

El cuento empieza por tanto <strong>con</strong> la involuntaria pero profunda traición de<br />

lo joven femenino, de lo inocente (2). Se puede decir <strong>que</strong> el padre, símbolo de la<br />

función de la psi<strong>que</strong> <strong>que</strong> debería guiarnos en el mundo exterior, en realidad ignora<br />

por completo la actuación en tándem del mundo exterior y el mundo interior.<br />

Cuando la función paterna de la psi<strong>que</strong> des<strong>con</strong>oce las cuestiones del alma, fácilmente<br />

se nos traiciona. El padre no comprende una de las cosas más esenciales<br />

<strong>que</strong> median entre el mundo del alma y el mundo material, a saber, <strong>que</strong> muchas<br />

cosas <strong>que</strong> se nos ofrecen no son lo <strong>que</strong> parecen a primera vista.<br />

La iniciación en esta clase de <strong>con</strong>ocimiento es la iniciación <strong>que</strong> ninguna de<br />

nosotras desea, a pesar de ser la única por la <strong>que</strong> todas pasamos más tarde o<br />

más temprano. Muchos cuentos —"La bella y la bestia", "Barba Azul", el "Roman<br />

de Renart"— empiezan <strong>con</strong> un padre <strong>que</strong> pone en peligro a su hija (3). Sin embargo,<br />

en la psi<strong>que</strong> de la mujer, aun<strong>que</strong> el padre cometa el error de cerrar un trato<br />

letal por<strong>que</strong> ignora por completo la existencia del lado oscuro del mundo in<strong>con</strong>-<br />

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