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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

El patito feo va de un lado para otro en busca de un lugar donde descansar.<br />

Aun<strong>que</strong> el instinto <strong>que</strong> nos indica adónde tenemos <strong>que</strong> ir no esté plenamente<br />

desarrollado, el instinto <strong>que</strong> nos induce a seguir vagando hasta en<strong>con</strong>trar lo <strong>que</strong><br />

necesitamos se mantiene intacto. No obstante, en el síndrome del patito feo hay a<br />

veces una especie de patología. Uno sigue llamando a las puertas <strong>que</strong> no debe, a<br />

pesar de <strong>con</strong>starle <strong>que</strong> no tendría <strong>que</strong> hacerlo. Cuesta imaginar <strong>que</strong> una persona<br />

pueda saber qué puertas son las equivocadas cuando nunca ha sabido lo <strong>que</strong> era<br />

una puerta apropiada. Sin embargo, las puertas equivocadas son las causantes<br />

de <strong>que</strong> una persona se vuelva a sentir una vez más una proscrita.<br />

Esta "bús<strong>que</strong>da del amor en todos <strong>los</strong> lugares equivocados" es la reacción<br />

al exilio. Cuando una mujer recurre a una <strong>con</strong>ducta compulsiva y repetida —<br />

repitiendo una y otra vez un comportamiento <strong>que</strong> no la satisface y <strong>que</strong> provoca<br />

declive en lugar de una prolongada vitalidad— para aliviar su exilio, lo <strong>que</strong> hace<br />

en realidad es causarse más daño, pues no se cura la herida inicial y, en cada<br />

una de sus incursiones, se produce nuevas heridas.<br />

Es algo así como aplicarse una ridícula medicina en la nariz cuando uno se<br />

ha hecho un corte en el brazo. Las distintas mujeres eligen distintas clases de<br />

"medicinas equivocadas". Algunas eligen las <strong>que</strong> son visiblemente equivocadas<br />

como las malas compañías o <strong>los</strong> vicios Y caprichos perjudiciales o nocivos para el<br />

alma, cosas <strong>que</strong> primero elevan a la mujer y después la derriban al suelo en menos<br />

de lo <strong>que</strong> canta un gallo.<br />

Las soluciones a estas opciones equivocadas son varias. Si la mujer pudiera<br />

sentarse y <strong>con</strong>templar su corazón, vería en él la necesidad de <strong>que</strong> se re<strong>con</strong>ocieran<br />

y aceptaran respetuosamente sus cualidades, sus dotes y sus limitaciones. Por<br />

<strong>con</strong>siguiente, para empezar a curarte, deja de engañarte pensando <strong>que</strong> un pe<strong>que</strong>ño<br />

placer equivocado te curará la pierna rota. Di la verdad acerca de tu herida<br />

y entonces comprenderás el remedio <strong>que</strong> le tienes <strong>que</strong> aplicar. No llenes el vacío<br />

<strong>con</strong> lo <strong>que</strong> te resulte más fácil o lo <strong>que</strong> tengas más a mano. Espera a en<strong>con</strong>trar la<br />

medicina adecuada. La re<strong>con</strong>ocerás por<strong>que</strong> tu vida será más fuerte y no más débil.<br />

Lo <strong>que</strong> no parece correcto<br />

Como el patito feo, un forastero aprende a mantenerse apartado de las situaciones<br />

en las <strong>que</strong>, aun<strong>que</strong> uno actúe correctamente, no lo parezca. El patito,<br />

por ejemplo, sabe nadar muy bien, pero no da esa impresión. Una mujer puede<br />

ofrecer un aspecto correcto, pero no saber actuar correctamente. Hay muchos<br />

dichos acerca de las personas <strong>que</strong> no pueden disimular lo <strong>que</strong> son (y, en su fuero<br />

interno, no lo desean), desde el texano oriental: "Por mucho <strong>que</strong> <strong>los</strong> disfraces, no<br />

<strong>los</strong> podrás sacar de paseo", al español: "Aun<strong>que</strong> la mona se vista de seda, mona<br />

se <strong>que</strong>da" (11).<br />

En el cuento, el patito empieza a comportarse como si fuera tonto (12), es<br />

uno de esos <strong>que</strong> no hacen nada a derechas... echa polvo sobre la mantequilla y<br />

cae en el tonel de harina, pero no sin antes haber caído en la jarra de leche. Todos<br />

hemos tenido momentos así. Todo lo hacemos al revés. Intentamos arreglarlo<br />

y todavía es peor. Al patito no se le había perdido nada en a<strong>que</strong>lla casa. Pero ya<br />

vemos lo <strong>que</strong> ocurre cuando uno está desesperado. Acude donde no debe y hace<br />

lo <strong>que</strong> no debe. Tal como decía uno de mis <strong>que</strong>ridos colegas difuntos "No pueden<br />

darte leche en la casa del carnero" (13).<br />

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