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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

La niña se en<strong>con</strong>tró de nuevo en la nieve. Pero ahora las rodillas y <strong>los</strong> labios<br />

ya no le dolían. Ahora el frío le escocía y se estaba abriendo camino por sus<br />

brazos y su tronco, por lo <strong>que</strong> ella decidió encender la tercera cerilla.<br />

A la luz de la tercera cerilla vio un precioso árbol de Navidad, bellamente<br />

adornado <strong>con</strong> velas blancas, cintas de encaje y hermosos objetos de cristal y miles<br />

y miles de puntitos de luz <strong>que</strong> ella no podía distinguir <strong>con</strong> claridad.<br />

Y entonces <strong>con</strong>templó el tronco de a<strong>que</strong>l gigantesco árbol <strong>que</strong> subía cada<br />

vez más alto y se extendía hacia el techo hasta <strong>que</strong> se <strong>con</strong>virtió en las estrellas<br />

del firmamento sobre su cabeza y, de pronto, una fulgurante estrella cruzó el cielo<br />

y ella recordó <strong>que</strong> su madre le había dicho <strong>que</strong>, cuando moría un alma, caía<br />

una estrella.<br />

Como llovida del cielo se le apareció su amable y cariñosa abuela y ella se<br />

llenó de alegría al verla. La abuela tomó su delantal y la rodeó <strong>con</strong> él, la estrechó<br />

<strong>con</strong> fuerza <strong>con</strong>tra sí y ella se puso muy <strong>con</strong>tenta.<br />

Pero poco después la abuela empezó a esfumarse. Y la niña fue encendiendo<br />

un fósforo tras otro para <strong>con</strong>servar a su abuela a su lado, un fósforo y otro y<br />

otro para no perder a su abuela hasta <strong>que</strong>, al final, la niña y su abuela ascendieron<br />

juntas al cielo, donde no hacía frío y no se pasaba hambre ni se sufría dolor.<br />

Y, a la mañana siguiente, en<strong>con</strong>traron a la niña muerta, inmóvil entre las casas.<br />

∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼<br />

La represión de la fantasía creativa<br />

La niña vive en un ambiente de indiferencia. Si tú te encuentras en uno<br />

como éste, vete. La niña está en un ambiente en el <strong>que</strong> no se valora lo <strong>que</strong> ella<br />

tiene, unas llamitas en lo alto de unos palitos, el principio de cualquier posibilidad<br />

creativa. Si tú te encuentras en este apuro, da media vuelta y aléjate. La niña<br />

se encuentra en una situación psíquica en la <strong>que</strong> se le ofrecen muy pocas alternativas.<br />

Se ha resignado a permanecer en el "lugar" <strong>que</strong> le ha tocado en suerte. Si<br />

a ti te ha ocurrido lo mismo, no te resignes y vete, soltando coces. Cuando la Mujer<br />

Salvaje se siente acorralada, no se rinde sino <strong>que</strong> se arroja hacia delante y extiende<br />

las garras para luchar.<br />

¿Qué tiene <strong>que</strong> hacer la vendedora de fósforos? Si tuviera <strong>los</strong> instintos intactos,<br />

se le ofrecerían muchas alternativas: irse a otra ciudad, subirse subrepticiamente<br />

a un carro, es<strong>con</strong>derse en una carbonera... La Mujer Salvaje sabría lo<br />

<strong>que</strong> tendría <strong>que</strong> hacer a <strong>con</strong>tinuación. Pero la pe<strong>que</strong>ña vendedora ya no <strong>con</strong>oce a<br />

la Mujer Salvaje. La niñita salvaje se muere de frío y lo único <strong>que</strong> le <strong>que</strong>da es una<br />

persona vagando sin rumbo como hipnotizada.<br />

El hecho de estar <strong>con</strong> personas reales <strong>que</strong> nos <strong>con</strong>fortan, nos apoyan y ensalzan<br />

nuestra creatividad es esencial para la corriente de la vida creativa. De lo<br />

<strong>con</strong>trario, nos morimos de frío. El alimento es un coro de voces tanto interiores<br />

como exteriores <strong>que</strong> observa el estado del ser de una mujer, se encarga de darle<br />

aliento y, en caso necesario, también lo <strong>con</strong>suela.<br />

No sé muy bien cuántos amigos se necesitan, pero está claro <strong>que</strong> por lo<br />

menos uno o dos <strong>que</strong> nos digan <strong>que</strong> nuestro don, cualquiera <strong>que</strong> éste sea, es pan<br />

del cielo. Toda mujer tiene derecho a disfrutar de un coro de alabanzas.<br />

Cuando las mujeres se <strong>que</strong>dan solas en medio del frío tienden a vivir de<br />

fantasías en lugar de emprender una acción. La fantasía de este tipo es la gran<br />

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