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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

El ar<strong>que</strong>tipo de la gran sanadora sugiere sabiduría, bondad, <strong>con</strong>ocimiento,<br />

solicitud y todas las demás cualidades <strong>que</strong> se asocian <strong>con</strong> una sanadora. Por<br />

<strong>con</strong>siguiente, es bueno ser generosa, amable y servicial como el ar<strong>que</strong>tipo de la<br />

gran sanadora. Pero sólo hasta cierto punto. Más allá de él ejerce una influencia<br />

entorpecedora en nuestras vidas. El impulso <strong>que</strong> experimentan las mujeres de<br />

"curarlo todo y arreglarlo todo" es una peligrosa trampa creada por las exigencias<br />

<strong>que</strong> nos impone nuestra cultura y <strong>que</strong> <strong>con</strong>sisten sobre todo en las presiones <strong>que</strong><br />

nos obligan a demostrar <strong>que</strong> no estamos ahí sin hacer nada como unos pasmarotes<br />

sino <strong>que</strong> poseemos un valor amortizable; podríamos decir incluso <strong>que</strong> en algunas<br />

partes se nos obliga a demostrar <strong>que</strong> valemos para algo y <strong>que</strong>, por <strong>con</strong>siguiente,<br />

tenernos derecho a vivir. Estas presiones se introducen en nuestra psi<strong>que</strong><br />

cuando somos muy jóvenes e incapaces de juzgar y oponer resistencia. Más<br />

tarde las presiones se <strong>con</strong>vierten en ley, a no ser <strong>que</strong> las desafiemos o hasta <strong>que</strong><br />

nos decidamos a hacerlo.<br />

Pero <strong>los</strong> gritos del mundo <strong>que</strong> sufre no pueden ser atendidos <strong>con</strong>stantemente<br />

por una sola persona. Sólo podemos responder a <strong>los</strong> <strong>que</strong> nos permiten regresar<br />

a casa <strong>con</strong> regularidad, de lo <strong>con</strong>trario, las luces de nuestro corazón se<br />

van apagando hasta <strong>que</strong>dar reducidas prácticamente a nada. A veces lo <strong>que</strong> el<br />

corazón desea socorrer no coincide <strong>con</strong> <strong>los</strong> recursos de <strong>que</strong> dispone el alma. Si<br />

una mujer valora su piel de foca, resolverá estas cuestiones según lo cerca <strong>que</strong><br />

ella se encuentre de "casa" y la frecuencia <strong>con</strong> <strong>que</strong> haya estado allí.<br />

Aun<strong>que</strong> <strong>los</strong> ar<strong>que</strong>tipos ernanen de nosotras durante unos breves períodos<br />

de tiempo <strong>que</strong> se podrían calificar de experiencia numinosa, ninguna mujer puede<br />

irradiar <strong>con</strong>stantemente un ar<strong>que</strong>tipo. Sólo el ar<strong>que</strong>tipo propiamente dicho<br />

puede servir en todo momento, entregarse por entero y mostrar una energía inagotable.<br />

Podemos intentar emular a <strong>los</strong> ar<strong>que</strong>tipos, pero éstos son unos ideales<br />

inalcanzables para <strong>los</strong> seres humanos y no están destinados a hacerse realidad.<br />

Y, sin embargo, la trampa exige <strong>que</strong> las mujeres se agoten en un vano intento de<br />

alcanzar estos niveles irreales. Para evitar la trampa, hay <strong>que</strong> aprender a decir<br />

"Basta" y "Que pare la música", pero a decirlo en serio.<br />

Para empezar, una mujer tiene <strong>que</strong> alejarse, estar <strong>con</strong>sigo misma y examinar<br />

de qué manera se <strong>que</strong>dó atrapada en un ar<strong>que</strong>tipo (13). Tiene <strong>que</strong> recuperar y<br />

desarrollar el instinto de <strong>con</strong>servación salvaje <strong>que</strong> establece "sólo hasta aquí y no<br />

más, sólo esto y nada más". Así es como la mujer <strong>con</strong>serva la orientación. Es preferible<br />

irse a casa durante algún tiempo aun<strong>que</strong> ello provo<strong>que</strong> el enfado de <strong>los</strong><br />

demás, antes <strong>que</strong> <strong>que</strong>darse y deteriorarse y tener <strong>que</strong> alejarse finalmente a rastras,<br />

cubierta de andrajos.<br />

Por <strong>con</strong>siguiente, las mujeres <strong>que</strong> están cansadas y transitoriamente hartas<br />

del mundo, <strong>que</strong> temen tomarse un poco de tiempo libre o interrumpir sus actividades,<br />

¡ya es hora de <strong>que</strong> despierten! Que cubran <strong>con</strong> una manta el gong <strong>que</strong> las<br />

llama para <strong>que</strong> colaboren <strong>con</strong>stantemente en esto, a<strong>que</strong>llo o lo de más allá. Ya<br />

retirarán la manta a la vuelta si así lo desean. Si no regresamos a casa cuando es<br />

el momento, perdemos la <strong>con</strong>centración. El hecho de en<strong>con</strong>trar de nuevo la piel,<br />

ponérnosla, ajustárnosla bien y regresar a casa nos ayuda a ser más eficaces en<br />

nuestra actuación a la vuelta. Hay un dicho según el cual "No se puede regresar<br />

casa", pero es falso. Aun<strong>que</strong> no se puede regresar de nuevo a la matriz, sí se puede<br />

regresar al hogar. Y no sólo es posible sino <strong>que</strong> es un requisito imprescindible.<br />

La liberación, la inmersión<br />

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