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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

ción de elevación ni la de altura e ingravidez. Todo eso procede del cuerpo. El<br />

cuerpo es la plataforma de lanzamiento del cohete. En su cápsula el alma <strong>con</strong>templa<br />

a través de la ventanilla la misteriosa noche estrellada y se <strong>que</strong>da deslumbrada.<br />

El poder de las caderas<br />

¿Qué es un cuerpo sano en el mundo instintivo? En su nivel más básico —<br />

el pecho, el vientre, cualquier lugar donde haya piel, cualquier lugar donde haya<br />

neuronas <strong>que</strong> transmiten las sensaciones—, la cuestión no es qué forma, qué tamaño,<br />

qué color, qué edad, sino ¿siente algo, funciona tal como tiene <strong>que</strong> funcionar,<br />

podemos reaccionar, percibimos su alcance, su espectro sensorial? ¿Tiene<br />

miedo, está paralizado por el dolor o el temor, anestesiado por antiguos traumas?<br />

¿O acaso tiene su propia música, escucha como Baubo* a través del vientre y está<br />

mirando <strong>con</strong> sus muchas maneras de ver?<br />

Yo viví a <strong>los</strong> veintitantos años dos experiencias decisivas, unas experiencias <strong>con</strong>trarias<br />

a todo lo <strong>que</strong> hasta entonces me habían enseñado acerca del cuerpo. Durante<br />

una <strong>con</strong>centración femenina de una semana de duración vi por la noche a<br />

la vera del fuego cerca de las calientes aguas termales a una mujer desnuda de<br />

unos treinta y cinco años; sus Pechos estaban fláccidos de tanto dar a luz y su<br />

vientre estaba surcado de estrías causadas por <strong>los</strong> embarazos. Yo era muy joven<br />

y recuerdo <strong>que</strong> me compadecí de las agresiones sufridas en su hermosa y delicada<br />

piel. Alguien estaba tocando unas maracas y unos tambores y ella se puso a<br />

bailar mientras su cabello, sus pechos, su piel y sus miembros se movían en distintas<br />

direcciones. Qué hermosa me pareció, qué llena de vida. Su gracia era<br />

<strong>con</strong>movedora. Siempre me había fascinado la expresión "fuego en las ingles", pero<br />

a<strong>que</strong>lla noche lo vi. Vi el poder de sus caderas. Vi lo <strong>que</strong> me habían enseñado a<br />

ignorar, el poder del cuerpo de una mujer cuando está animado por dentro. Casi<br />

tres décadas después, aún me parece verla bailar en la noche y aún me impresiona<br />

el poder de su cuerpo.<br />

Mi segundo despertar tuvo por protagonista a una mujer mucho mayor.<br />

Sus anchas caderas tenían forma de pera, sus pechos era muy pe<strong>que</strong>ños en<br />

comparación <strong>con</strong> ellas, tenía <strong>los</strong> mus<strong>los</strong> surcados por unas finas venitas moradas<br />

y una larga cicatriz de una grave intervención quirúrgica le rodeaba el cuerpo<br />

desde la caja torácica hasta la columna vertebral, cual sí fuera una mondadura<br />

circular como las <strong>que</strong> se hacen al pelar una manzana. El <strong>con</strong>torno de su cintura<br />

debía de medir más de un metro.<br />

* Personaje de la mitología griega <strong>que</strong> ayudó a Deméter en Eleusis cuando la diosa buscaba<br />

a su hija Perséfone por todo el mundo. (N. de la T.)<br />

En a<strong>que</strong>l momento me pareció un misterio <strong>que</strong> <strong>los</strong> hombres zumbaran a su<br />

alrededor como si fuera un panal de miel. Querían dar un bocado a sus mus<strong>los</strong><br />

voluminosos, <strong>que</strong>rían lamer la cicatriz, sostener su pecho en sus manos, apoyar<br />

las mejillas sobre sus venas en forma de arañas. Su sonrisa era deslumbradora,<br />

sus andares eran preciosos y, cuando miraba, sus ojos captaban realmente lo<br />

<strong>que</strong> veían. Entonces vi por segunda vez lo <strong>que</strong> me habían enseñado a ignorar, el<br />

poder <strong>que</strong> hay en el cuerpo. El poder cultural del cuerpo es su belleza, pero el<br />

poder <strong>que</strong> hay en el cuerpo es algo extremadamente insólito, pues casi todas las<br />

personas lo han alejado de sí <strong>con</strong> las torturas a <strong>que</strong> someten la carne o <strong>con</strong> la<br />

vergüenza <strong>que</strong> ésta les produce.<br />

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