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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

psicoanalistas entre las <strong>que</strong> yo me incluyo a refutar la visión clásica y a afirmar<br />

en su lugar <strong>que</strong> la fuerza revivificadora de las mujeres no es masculina ni ajena a<br />

ella sino femenina y familiar (11).<br />

Pese a ello, creo <strong>que</strong> el <strong>con</strong>cepto masculino de animus tiene una gran relevancia.<br />

Existe una enorme correlación entre las mujeres <strong>que</strong> no se atreven a<br />

crear —<strong>que</strong> temen manifestar sus ideas ante el mundo o bien lo hacen de una<br />

manera irrespetuosa o sin orden ni <strong>con</strong>cierto— y sus sueños, <strong>los</strong> cuales pueden<br />

<strong>con</strong>tener muchas imágenes de hombres heridos o <strong>que</strong> causan heridas. En cambio,<br />

<strong>los</strong> sueños de las mujeres dotadas de una fuerte capacidad de manifestación<br />

exterior suelen girar en torno a una vigorosa figura masculina <strong>que</strong> aparece repetidamente<br />

<strong>con</strong> distintos disfraces.<br />

El animus se puede <strong>con</strong>siderar más bien una fuerza <strong>que</strong> ayuda a las mujeres<br />

a afirmarse en el mundo exterior. El animus ayuda a la mujer a exponer sus<br />

pensamientos y sentimientos interiores específicamente femeninos de una manera<br />

<strong>con</strong>creta —emocional, sexual, e<strong>con</strong>ómica y creativa y también de otras maneras—<br />

en lugar de hacerlo según un es<strong>que</strong>ma calcado de un desarrollo masculino<br />

estándar culturalmente impuesto en una cultura determinada.<br />

Las figuras masculinas de <strong>los</strong> sueños femeninos parecen indicar <strong>que</strong> el<br />

animus no es el alma de las mujeres sino algo "de, desde y para" el alma de las<br />

mujeres (12). En su forma equilibrada y no pervertida es un "hombre puente"<br />

esencial. Esta figura posee a menudo unas prodigiosas cualidades <strong>que</strong> lo inducen<br />

a entrar en acción como portador y puente. Es algo así como un mercader del alma.<br />

Importa y exporta <strong>con</strong>ocimientos y productos. Elige lo mejor de lo <strong>que</strong> se le<br />

ofrece, <strong>con</strong>cierta el mejor precio, supervisa la honradez de las transacciones, sigue<br />

<strong>con</strong> tesón todo el procedimiento y lo lleva a feliz término.<br />

Otra manera de interpretarlo podría <strong>con</strong>sistir en imaginar <strong>que</strong> la Mujer Salvaje,<br />

el Yo del alma, es la artista y el animus es el brazo de la artista (13). La Mujer<br />

Salvaje es el chofer y el animus es el <strong>que</strong> empuja el vehículo. Ella escribe la canción<br />

y él la or<strong>que</strong>sta. Ella imagina y él le da <strong>con</strong>sejos. Sin él, la mujer crea la comedia<br />

en su imaginación, pero nunca la escribe y la obra jamás se representa.<br />

Sin él, aun<strong>que</strong> el escenario esté lleno a rebosar de actores, el telón jamás se levanta<br />

y la mar<strong>que</strong>sina del teatro no se ilumina.<br />

Si tuviéramos <strong>que</strong> traducir el saludable animus a una metáfora española,<br />

diríamos <strong>que</strong> es el agrimensor <strong>que</strong> <strong>con</strong>oce la <strong>con</strong>figuración del terreno y <strong>con</strong> su<br />

compás y su hilo mide la distancia entre dos puntos, define <strong>los</strong> bordes y establece<br />

<strong>los</strong> límites. Yo lo llamo también el jugador, el <strong>que</strong> estudia y sabe cómo y dónde<br />

colocar la ficha para obtener puntos y ganar. Ésos son algunos de <strong>los</strong> más importantes<br />

aspectos de un animus vigoroso.<br />

Por <strong>con</strong>siguiente, el animus recorre el camino entre dos territorios y, a veces,<br />

tres: el mundo subterráneo, el mundo interior y el mundo exterior. El animus,<br />

<strong>que</strong> <strong>con</strong>oce muy bien todos <strong>los</strong> mundos, envuelve y transporta todos <strong>los</strong><br />

sentimientos y las ideas de una mujer por todos esos trechos y en todas direcciones.<br />

Le trae a la mujer ideas de "allí afuera" y traslada las ideas del Yo del alma<br />

de la mujer "al mercado" del otro lado del puente para sacarles provecho. Sin el<br />

<strong>con</strong>structor y el <strong>con</strong>servador de este puente terrestre, la vida interior de la mujer<br />

no puede manifestarse <strong>con</strong> fuerza en el mundo exterior.<br />

No hace falta llamarlo animus, se le puede designar <strong>con</strong> las palabras o las<br />

imágenes <strong>que</strong> una quiera. Pero no olvidemos <strong>que</strong> hay actualmente dentro de la<br />

cultura femenina un cierto recelo hacia lo masculino, <strong>que</strong> para algunas mujeres<br />

es un temor "a necesitar lo masculino" y para otras una dolorosa recuperación<br />

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