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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

gar la mano entre un bos<strong>que</strong> de piernas para alcanzar una valiosa corona <strong>que</strong><br />

alguien había arrojado aun rincón.<br />

La capa instintiva de la psi<strong>que</strong> le estaba diciendo <strong>que</strong> había perdido la soberanía<br />

sobre su vida y <strong>que</strong>, para recuperarla, tendría <strong>que</strong> hacer un enorme esfuerzo.<br />

Para recobrar su corona, a<strong>que</strong>lla mujer tuvo <strong>que</strong> efectuar una nueva valoración<br />

de su tiempo, su capacidad de entrega y las atenciones <strong>que</strong> dedicaba a <strong>los</strong><br />

demás.<br />

El manzano florido del cuento simboliza un bello aspecto de las mujeres, la<br />

faceta de nuestra naturaleza <strong>que</strong> hunde sus raíces en el mundo de la Madre Salvaje,<br />

donde recibe el alimento desde abajo. El árbol es el símbolo ar<strong>que</strong>típico de la<br />

individuación; se <strong>con</strong>sidera inmortal, pues sus semillas siguen viviendo, su sistema<br />

de raíces ofrece cobijo y revitaliza y es la sede de toda una cadena alimentaría<br />

de vida. Como la mujer, un árbol tiene también sus estaciones y sus fases de<br />

desarrollo; tiene invierno y primavera.<br />

En <strong>los</strong> manzanares del norte <strong>los</strong> campesinos llaman a sus yeguas y a sus<br />

perras "Chica" y a sus árboles frutales en flor "Señora". Los árboles del vergel son<br />

las jóvenes desnudas de la primavera, la primera señal. De entre todas las cosas<br />

<strong>que</strong> más representaban la llegada de la primavera, la fragancia de <strong>los</strong> apiñados<br />

capul<strong>los</strong> superaba <strong>con</strong> creces <strong>los</strong> triples saltos de <strong>los</strong> enlo<strong>que</strong>cidos petirrojos <strong>que</strong><br />

revoloteaban en el patio lateral de la casa y las nuevas cosechas <strong>que</strong> brotaban<br />

como minúsculas llamas de fuego verde en la negra tierra.<br />

Había un dicho sobre <strong>los</strong> manzanos: "Joven en primavera, fruto amargo:<br />

más tarde, dulce como el hielo." Significaba <strong>que</strong> la manzana poseía una doble naturaleza.<br />

A finales de la primavera era redonda y apetecible y como salpicada de<br />

amanecer. Pero era demasiado ácida como para poderla comer y provocaba dentera.<br />

En cambio, más entrada la estación, morder una manzana era como romper<br />

un dulce y jugoso caramelo.<br />

El manzano y la doncella son símbo<strong>los</strong> intercambiables del Yo femenino y el<br />

fruto es un símbolo del alimento y la maduración de nuestro <strong>con</strong>ocimiento del Yo.<br />

Si nuestro <strong>con</strong>ocimiento del comportamiento de nuestra alma es inmaduro, no<br />

podemos recibir alimento de él, pues el <strong>con</strong>ocimiento aún no está maduro. Tal<br />

como ocurre <strong>con</strong> las manzanas, la maduración exige un cierto tiempo y las raíces<br />

necesitan afianzarse en la tierra para lo cual tiene <strong>que</strong> pasar por lo menos una<br />

estación y, a veces, varias. Si el alma de la doncella no se somete a ninguna<br />

prueba, nada más puede ocurrir en nuestras vidas. En cambio, sí <strong>con</strong>seguimos<br />

llegar a las raíces subterráneas, maduramos y podemos alimentar el alma, el Yo y<br />

la psi<strong>que</strong>.<br />

El manzano florido es también una metáfora de la fecundidad. Pero, por<br />

encima de todo, simboliza el impulso creativo de carácter profundamente sensual<br />

y la maduración de las ideas. Todo eso es obra de las curanderas, las mujeres de<br />

la raíz <strong>que</strong> viven entre <strong>los</strong> peñascos de las montañas del in<strong>con</strong>ciente. Son las <strong>que</strong><br />

excavan en la mina del in<strong>con</strong>ciente profundo y nos ofrecen el fruto de su trabajo.<br />

Y nosotras elaboramos el material <strong>que</strong> nos entregan y, como <strong>con</strong>secuencia de<br />

ello, cobra vida la poderosa hoguera de <strong>los</strong> instintos perspicaces y de la honda<br />

sabiduría, y nosotras nos desarrollamos y crecemos no sólo en el mundo exterior<br />

sino también en el interior.<br />

Tenemos por tanto un árbol <strong>que</strong> simboliza la abundancia de la naturaleza<br />

libre y salvaje de la psi<strong>que</strong> de una mujer, pese a lo cual la psi<strong>que</strong> no comprende<br />

su valor. Se podría decir <strong>que</strong> toda la psi<strong>que</strong> está dormida ante las inmensas posibilidades<br />

de la naturaleza femenina. Cuando hablamos de la vida de una mujer<br />

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