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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />
<strong>que</strong> huele muy bien. En este período, el ego es muy muscu<strong>los</strong>o, por cuyo motivo<br />
relega al alma a las tareas auxiliares de la cocina del patio de atrás.<br />
Pero en determinado momento, a veces hacia <strong>los</strong> veintitantos años, otras<br />
veces a <strong>los</strong> treinta y tantos y más a menudo a <strong>los</strong> cuarenta y tantos años, aun<strong>que</strong><br />
algunas mujeres no están auténticamente preparadas a <strong>los</strong> cincuenta, <strong>los</strong> sesenta,<br />
<strong>los</strong> setenta o <strong>los</strong> ochenta y tantos años. Permitimos finalmente <strong>que</strong> el alma<br />
lleve la delantera. El poder se aleja de las bobadas y las estupideces y se desplaza<br />
hacia la espiritualidad. Y, a pesar de <strong>que</strong> el alma no mata el ego para asumir la<br />
delantera, se podría decir <strong>que</strong> lo destituye y le asigna en la psi<strong>que</strong> una tarea distinta<br />
<strong>que</strong> <strong>con</strong>siste esencialmente en someterse a sus intereses.<br />
Desde el momento de nacer, existe en nuestro interior el salvaje impulso de<br />
<strong>que</strong> nuestra alma gobierne nuestra vida, pues la comprensión de <strong>que</strong> es capaz el<br />
ego resulta bastante limitada. Imaginemos al ego sujeto <strong>con</strong> una permanente correa<br />
relativamente corta; sólo puede penetrar hasta cierto punto en <strong>los</strong> misterios<br />
de la vida y el espíritu. Por regla general, se asusta, pues tiene la mala costumbre<br />
de reducir cualquier numinosidad a un "eso no es más <strong>que</strong>". Exige hechos observables.<br />
Al ego no le suelen sentar bien las pruebas de carácter Sentimental o místico.<br />
Por eso está solo y es muy limitado en las elaboraciones de esta clase y no<br />
puede participar por entero en <strong>los</strong> más misteriosos procesos del alma y la psi<strong>que</strong>.<br />
Y, sin embargo, el hombre solitario anhela el alma y distingue vagamente las cosas<br />
espirituales y salvajes cuando las tiene cerca.<br />
Los términos "alma" y "espíritu" se suelen usar indistintamente, pero en <strong>los</strong><br />
cuentos de hadas el alma siempre es el pro—gynitor y el progenitor del espíritu.<br />
En la hermenéutica arcana, el espíritu nace del alma. El espíritu hereda la materia<br />
o se encarna en ella para averiguar datos acerca del mundo y transmitir<strong>los</strong> al<br />
alma. Cuando no hay interferencias, la relación entre el alma y el espíritu es perfectamente<br />
simétrica y el uno enri<strong>que</strong>ce al otro. El alma y el espíritu <strong>con</strong>stituyen<br />
una ecología, como en un estan<strong>que</strong> en el <strong>que</strong> las criaturas de abajo alimentan a<br />
las de arriba y las de arriba alimentan a las de abajo.<br />
En la psicología junguiana, el ego se suele describir como una pe<strong>que</strong>ña isla<br />
de <strong>con</strong>ciencia <strong>que</strong> flota en un mar de in<strong>con</strong>sciencia. Sin embargo, en el folclore el<br />
ego se representa como una criatura voraz simbolizada a menudo por un ser<br />
humano o un animal no demasiado inteligente, rodeado por unas fuerzas <strong>que</strong> lo<br />
des<strong>con</strong>ciertan y a las <strong>que</strong> intenta dominar. A veces el ego <strong>con</strong>sigue dominarlas de<br />
una manera extremadamente brutal y destructiva, pero al final, gracias a <strong>los</strong> progresos<br />
del héroe o de la heroína, suele perder la partida en su intento de hacerse<br />
<strong>con</strong> el dominio.<br />
En <strong>los</strong> comienzos de la vida de una persona el ego siente curiosidad por el<br />
mundo del alma, pero se preocupa más a menudo por la satisfacción de sus propios<br />
apetitos. El ego nace al principio en nosotros como potencial, y el mundo <strong>que</strong><br />
nos rodea es el <strong>que</strong> lo <strong>con</strong>figura, desarrolla y llena de ideas, valores y deberes:<br />
nuestros padres, nuestros profesores, nuestra cultura. Y así debe ser, dado <strong>que</strong><br />
se <strong>con</strong>vierte en nuestra escolta, nuestro blindaje y nuestro explorador en el mundo<br />
exterior. No obstante, si no se permite <strong>que</strong> la naturaleza salvaje se irradie<br />
hacia arriba a través del ego, <strong>con</strong>firiéndole color, jugo y capacidad instintiva de<br />
reacción, por más <strong>que</strong> la cultura apruebe lo <strong>que</strong> se haya inculcado en este ego, el<br />
alma no aprueba, no puede ni jamás podrá aprobar el carácter incompleto de<br />
semejante trabajo.<br />
El hombre solitario del cuento intenta participar en la vida del alma, pero,<br />
como el ego, no está especialmente capacitado para ello y trata de apoderarse del<br />
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