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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

momento ante un amante determinado y <strong>con</strong> un aspecto determinado equivale a<br />

irradiar un intenso y nebu<strong>los</strong>o erotismo capaz de cortar la respiración. En la psicología<br />

femenina el velo es un símbolo de la capacidad de las mujeres de adoptar<br />

cualquier presencia o esencia <strong>que</strong> deseen.<br />

Hay en la mujer cubierta por un velo una sorprendente numinosidad. Su<br />

aspecto intimida hasta tal punto a todos <strong>los</strong> <strong>que</strong> se cruzan <strong>con</strong> ella <strong>que</strong> éstos no<br />

tienen más remedio <strong>que</strong> detenerse en seco y su presencia <strong>los</strong> impresiona hasta<br />

tal extremo <strong>que</strong> necesariamente la tienen <strong>que</strong> dejar en paz. La doncella del cuento<br />

se cubre <strong>con</strong> un velo para emprender su viaje y, por <strong>con</strong>siguiente, es intocable.<br />

Nadie se atrevería a levantarle el velo sin su permiso. Después de toda la prepotencia<br />

del demonio, está protegida una vez más. Las mujeres también pasan por<br />

esta transformación. Cuando están cubiertas por el velo, las personas sensatas<br />

se guardan mucho de invadir su espacio psíquico.<br />

Por lo tanto, después de todos <strong>los</strong> falsos mensajes <strong>que</strong> se han recibido en la<br />

psi<strong>que</strong> e incluso durante el exilio, nosotras también estamos protegidas por una<br />

cierta sabiduría superior, una rica y nutritiva soledad nacida de nuestra relación<br />

<strong>con</strong> la vieja Madre Salvaje. Estamos nuevamente en camino, pero protegidas de<br />

todo peligro. El hecho de llevar el velo nos señala como seres pertenecientes a la<br />

Mujer Salvaje. Somos suyas y, a pesar de no ser inalcanzables, nos mantenemos<br />

en cierto modo apartadas de la total inmersión en la vida del mundo exterior.<br />

Las diversiones del mundo de arriba no nos deslumbran. Vamos en busca<br />

de un lugar, de la patria del in<strong>con</strong>ciente. De la misma manera <strong>que</strong> se dice de <strong>los</strong><br />

árboles frutales en flor <strong>que</strong> lucen unos preciosos ve<strong>los</strong>, nosotras y la doncella<br />

somos ahora unos manzanos floridos <strong>que</strong> andan en busca del bos<strong>que</strong> al <strong>que</strong> pertenecen.<br />

La matanza de la cierva era antiguamente un rito de revitalización <strong>que</strong> solía<br />

presidir una anciana como, por ejemplo, la madre del rey, pues ésta era la "<strong>con</strong>ocedora"<br />

oficial de <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> de la vida y la muerte. El sacrificio de la cierva era un<br />

antiguo rito destinado a liberar la dulce pero exuberante energía del animal.<br />

Como las mujeres en proceso de descenso, este animal sagrado era un esforzado<br />

superviviente de <strong>los</strong> más fríos y crudos inviernos. Las ciervas se <strong>con</strong>sideraban<br />

muy eficientes en la bús<strong>que</strong>da de alimento, el alumbramiento y la capacidad<br />

de vivir de acuerdo <strong>con</strong> <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> inherentes a la naturaleza. Es probable <strong>que</strong><br />

las participantes en dicho ritual pertenecieran a un clan y <strong>que</strong> el propósito del<br />

sacrificio fuera el de instruir a las iniciadas en las cuestiones relacionadas <strong>con</strong> la<br />

muerte, así como el de infundirles las cualidades de la criatura propiamente dicha.<br />

Aquí tenemos una vez más un sacrificio, en realidad, una doble rubedo, un<br />

sacrificio cruento. Primero tenemos el sacrificio de la cierva, el animal sagrado<br />

para la antigua estirpe de la Mujer Salvaje. La matanza de criaturas es una tarea<br />

peligrosa, pues varias clases de entes benéficos se desplazan disfrazados de animales.<br />

El hecho de matar a uno de el<strong>los</strong> fuera del ciclo se <strong>con</strong>sideraba perjudicial<br />

para el delicado equilibrio de la naturaleza y daba lugar a un castigo de proporciones<br />

míticas.<br />

Sin embargo, lo más importante era <strong>que</strong> la criatura sacrificada era una<br />

criatura—madre, una hembra, símbolo del cuerpo femenino de la sabiduría. Después,<br />

<strong>con</strong>sumiendo la carne de a<strong>que</strong>lla criatura y cubriéndose <strong>con</strong> su pellejo para<br />

abrigarse y dejar <strong>con</strong>stancia de la pertenencia al clan, la mujer se <strong>con</strong>vertía en<br />

a<strong>que</strong>lla criatura. Se trataba de un ritual sagrado cuyos comienzos se perdían en<br />

la noche de <strong>los</strong> tiempos. Conservar <strong>los</strong> ojos, las orejas, el hocico, la cornamenta y<br />

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