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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

sintiéndonos vulnerables, pues no sabemos dónde agarrarnos ni cómo sostenernos<br />

y lo ignoramos todo, pues nos faltan las manos.<br />

La madre y el padre —<strong>los</strong> aspectos colectivos y egoístas de la psi<strong>que</strong>— ya<br />

no tienen el poder <strong>que</strong> antaño tenían. Han sido castigados por la sangre derramada<br />

a causa de su imprudente descuido. Aun<strong>que</strong> se comprometan a mantener a<br />

la doncella <strong>con</strong> toda suerte de comodidades, ahora no pueden gobernar su vida,<br />

pues el destino la induce a vivir como una vagabunda. En este sentido, su padre<br />

y su madre se mueren. Sus nuevos progenitores son el viento y el camino.<br />

El ar<strong>que</strong>tipo de la vagabunda da lugar a <strong>que</strong> surja otro: el de la loba solitaria,<br />

la intrusa. Está fuera de las familias aparentemente felices de las aldeas, fuera<br />

de la caldeada estancia, muriéndose de frío en el exterior; ésta es ahora su vida<br />

(20). Es la metáfora viviente de las mujeres errantes. Empezamos por no sentirnos<br />

parte de la vida carnavalesca <strong>que</strong> gira a nuestro alrededor. El organillo<br />

<strong>que</strong>da muy lejos, <strong>los</strong> buhoneros, <strong>los</strong> <strong>que</strong> anuncian a gritos el espectáculo y todo<br />

el espléndido circo de la vida exterior se tambalean y se <strong>con</strong>vierten en polvo mientras<br />

nosotras seguimos bajando al mundo subterráneo.<br />

Aquí la antigua religión nocturna nos sale de nuevo al encuentro en el camino.<br />

Aun<strong>que</strong> la antigua historia de Hades <strong>que</strong> se llevó a Perséfone al averno es<br />

un bello drama, otros cuentos mucho más antiguos pertenecientes a religiones<br />

matriarcales como <strong>los</strong> <strong>que</strong> tienen por protagonistas a Ishtar e Inanna sugieren la<br />

existencia de un claro vínculo de "amoroso anhelo" entre la doncella y el rey del<br />

infierno.<br />

En estas antiguas versiones religiosas, no es necesario <strong>que</strong> un oscuro dios<br />

se apodere de la doncella y se la lleve a rastras al mundo subterráneo. La doncella<br />

sabe <strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> ir, sabe <strong>que</strong> todo eso forma parte del rito divino. Aun<strong>que</strong><br />

tenga miedo, ya desde un principio quiere ir al encuentro del rey, su esposo del<br />

averno. Efectuando el descenso a su manera, se transforma, adquiere una profunda<br />

sabiduría y asciende de nuevo al mundo exterior.<br />

Tanto el clásico mito de Perséfone como el núcleo del cuento de hadas de<br />

"La doncella manca" son dramas fragmentarios derivados de otros más completos<br />

<strong>que</strong> se describen en las religiones más antiguas. Lo <strong>que</strong> al principio era el ansia<br />

de en<strong>con</strong>trar al Amado del Mundo Subterráneo se <strong>con</strong>virtió en mitos posteriores<br />

en lujuria y rapto.<br />

En la época de <strong>los</strong> grandes matriarcados se daba por hecho <strong>que</strong> una mujer<br />

sería <strong>con</strong>ducida de manera natural al mundo subterráneo bajo la guía de <strong>los</strong> poderes<br />

de lo femenino profundo. Tal cosa se <strong>con</strong>sideraba parte de su formación y el<br />

hecho de <strong>que</strong> adquiriera esta sabiduría gracias a la experiencia directa era un<br />

logro de primerísimo orden. La naturaleza de este descenso es el núcleo ar<strong>que</strong>típico<br />

tanto del cuento de hadas de "La doncella manca" como del mito de Deméter/Perséfone.<br />

En el cuento, la doncella vaga por segunda vez como un animal mugriento.<br />

Ésta es la manera adecuada de descender, <strong>con</strong> una actitud de "Me importan muy<br />

poco las cosas del mundo". Pero, como podemos ver, su belleza resplandece a pesar<br />

de todo. La idea de no lavarse también procede de <strong>los</strong> antiguos ritos cuya<br />

culminación es el baño y las nuevas vestiduras <strong>que</strong> representan el paso a una<br />

nueva o renovada relación <strong>con</strong> el Yo.<br />

Vemos <strong>que</strong> la doncella manca ha pasado por todo el ciclo del descenso y la<br />

transformación, el ciclo del despertar. En algunos tratados de alquimia, se describen<br />

tres fases necesarias para la transformación: la nigredo, la negrura o la<br />

oscura fase de la disolución, la rubedo o la rojez de la fase sacrificial, y la albedo,<br />

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