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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

nas y sin la fuerza muscular de <strong>los</strong> hermanos armados <strong>con</strong> espadas, no podría<br />

alcanzar un éxito absoluto.<br />

Barba Azul llama a gritos a su esposa y empieza a subir ruidosamente <strong>los</strong><br />

peldaños de piedra. La mujer vuelve a preguntarles a sus hermanas: "¿Y ahora<br />

<strong>los</strong> veis?" Y las hermanas le <strong>con</strong>testan: "¡Sí! Ahora <strong>los</strong> vernos. Ya casi están aquí."<br />

Los hermanos entran al galope en el castillo, irrumpen en la estancia y empujan<br />

a Barba Azul <strong>con</strong>tra el parapeto. Allí lo matan <strong>con</strong> sus espadas y lo dejan para <strong>los</strong><br />

devoradores de carroña.<br />

Cuando las mujeres emergen de nuevo a la superficie liberadas de su<br />

arrastran <strong>con</strong>sigo y hacia sí mismas algo inexplorado. En este caso, la mujer, <strong>que</strong><br />

ahora es más sabia y juiciosa, echa mano de una energía interior masculina. En<br />

la psicología junguiana, este elemento se denomina animus, un elemento de la<br />

psi<strong>que</strong> femenina parcialmente mortal, parcialmente instintivo y parcialmente cultural<br />

<strong>que</strong> se presenta en <strong>los</strong> cuentos de hadas y en <strong>los</strong> símbo<strong>los</strong> oníricos bajo la<br />

apariencia de su hijo, su marido, un extraño y/o un amante, <strong>que</strong> a veces reviste<br />

un carácter amenazador según las circunstancias psíquicas del momento.<br />

Esta figura psíquica posee un valor especial, pues tiene unas cualidades<br />

<strong>que</strong> están tradicionalmente excluidas en las mujeres, siendo la agresión una de<br />

las más habituales.<br />

Cuando esta naturaleza de sexo <strong>con</strong>trario está sana, tal como la simbolizan<br />

<strong>los</strong> hermanos del cuento de Barba Azul, ama a la mujer en la <strong>que</strong> habita. Es la<br />

energía intrapsíquica <strong>que</strong> la ayuda a <strong>con</strong>seguir cualquier cosa <strong>que</strong> desee. Es la<br />

depositaria de la fuerza muscular psíquica en <strong>con</strong>traposición <strong>con</strong> otras dotes <strong>que</strong><br />

la mujer pueda poseer. Y es la <strong>que</strong> la ayudará y le prestará su apoyo en su lucha<br />

por el <strong>con</strong>ocimiento <strong>con</strong>ciente. En muchas mujeres, este aspecto <strong>con</strong>trasexual<br />

tiende un puente entre <strong>los</strong> mundos internos del pensamiento y el sentimiento y el<br />

mundo exterior.<br />

Cuanto más fuerte y más integralmente extenso sea el animus (lo podemos<br />

<strong>con</strong>siderar un puente), tanto mayores serán la capacidad, la facilidad y el estilo<br />

<strong>con</strong> <strong>que</strong> la mujer manifestará de manera <strong>con</strong>creta sus ideas y su labor creativa<br />

en el mundo exterior. Una mujer <strong>con</strong> un animus poco desarrollado tiene muchas<br />

ideas y pensamientos, pero es incapaz de manifestar<strong>los</strong> en el mundo exterior.<br />

Siempre se <strong>que</strong>da a un paso de la organización o puesta en práctica de sus maravil<strong>los</strong>as<br />

imágenes.<br />

Los hermanos representan el don de la fuerza y la acción. Al final y gracias<br />

a el<strong>los</strong> ocurren varias cosas: la primera es la neutralización de la inmensa capacidad<br />

paralizadora del depredador en la psi<strong>que</strong> de la mujer. La segunda es la<br />

<strong>con</strong>versión de la dulce muchacha de ojos azules en una mujer de mirada alerta y<br />

la tercera es la inmediata presencia de dos guerreros uno a su derecha y otro a<br />

su izquierda en cuanto ella <strong>los</strong> llama.<br />

Los devoradores de pecados<br />

Barba Azul es desde el principio hasta el final un "incisivo" relato acerca de<br />

la ruptura y la reunión. En la fase final del cuento, el cuerpo de Barba Azul es<br />

abandonado para <strong>que</strong> <strong>los</strong> devoradores de carne —<strong>los</strong> cormoranes, las aves de<br />

presa y <strong>los</strong> buitres— se lo lleven. Se trata de un místico final muy extraño. En la<br />

antigüedad, se creía en la existencia de unas almas devoradoras de pecados, personificadas<br />

por <strong>los</strong> espíritus, <strong>los</strong> pájaros, <strong>los</strong> animales y, a veces, unos seres<br />

humanos <strong>que</strong>, como el chivo expiatorio, asumían <strong>los</strong> pecados, es decir, <strong>los</strong> des-<br />

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