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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

la entrada del averno, y <strong>los</strong> Campos Elíseos, el lugar en el <strong>que</strong> moraban <strong>los</strong> muertos<br />

<strong>que</strong> habían ido virtuosos en vida, ¿en qué <strong>con</strong>sistían? En unos vergeles.<br />

Los Campos Elíseos se describen como un lugar de perpetua luz diurna, en<br />

el <strong>que</strong> las almas pueden renacer en la tierra siempre <strong>que</strong> lo deseen. Es el doble<br />

del mundo superior. Aquí pueden ocurrir cosas muy difíciles, pero su significado<br />

y <strong>los</strong> <strong>con</strong>ocimientos <strong>que</strong> proporciona, son distintos de <strong>los</strong> del mundo de arriba.<br />

En el mundo de arriba todo se interpreta a la luz de las simples ganancias y pérdidas.<br />

En el otro mundo o mundo subterráneo, todo se interpreta a la luz de <strong>los</strong><br />

misterios de la verdadera visión, la obra adecuada y el desarrollo <strong>que</strong> lleva aparejado<br />

el hecho de <strong>con</strong>vertirse en una persona de gran fuerza y sabiduría interior.<br />

En el cuento la acción se centra ahora en el árbol frutal <strong>que</strong> en la antigüedad<br />

se llamaba el Árbol de la Vida, el Árbol de la Perspicacia, el Árbol de la Vida y<br />

la Muerte o el Árbol de la Ciencia. A diferencia de <strong>los</strong> árboles <strong>que</strong> tienen agujas u<br />

hojas, el árbol frutal ofrece abundante alimento, pero no sólo alimento, pues un<br />

árbol almacena agua en sus frutos. El agua, el líquido primordial del crecimiento<br />

y la <strong>con</strong>tinuidad, se absorbe por medio de las raíces <strong>que</strong> alimentan el árbol por<br />

acción capilar —una red de miles de millones de plexos celulares tan minúscu<strong>los</strong><br />

<strong>que</strong> no son perceptibles a simple vista— y, al llegar al fruto, lo hincha y lo <strong>con</strong>vierte<br />

en un objeto de belleza sin igual.<br />

Debido a ello, se piensa <strong>que</strong> el fruto está dotado de alma y tiene una fuerza<br />

vital <strong>que</strong> se desarrolla a partir de cierta cantidad de agua, aire, tierra, alimento y<br />

semilla, cosas todas <strong>que</strong> <strong>con</strong>tiene en parte, y, por si fuera poco, sabe divinamente<br />

bien. Las mujeres <strong>que</strong> se alimentan <strong>con</strong> el fruto, el agua y la semilla de la tarea<br />

de las selvas subterráneas se desarrollan psicológicamente de una manera similar.<br />

Su psi<strong>que</strong> se ensancha y madura <strong>con</strong>stantemente.<br />

Como una madre <strong>que</strong> ofrece el pecho a su hijo, el peral del vergel se inclina<br />

para ofrecer su fruto a la doncella. Este jugo materno es el de la regeneración. El<br />

hecho de comer la pera alimenta a la doncella, pero hay algo todavía más <strong>con</strong>movedor:<br />

el in<strong>con</strong>ciente, su fruto, se inclina hacia ella para alimentarla. En este sentido,<br />

el in<strong>con</strong>ciente deposita un beso en sus labios. Le da el sabor del Yo, el aliento<br />

y la sustancia de su propio dios salvaje, algo así como una comunión salvaje.<br />

El saludo a María por parte de su prima Isabel (23) en el Nuevo Testamento<br />

es probablemente un resto de este antiguo entendimiento entre las mujeres:<br />

"Bendito el fruto de tu vientre", le dice Isabel a María. En las más antiguas religiones<br />

nocturnas, la mujer <strong>que</strong> acababa de ser iniciada y estaba preñada de sabiduría,<br />

era recibida de nuevo en el mundo de <strong>los</strong> vivos <strong>con</strong> una hermosa bendición<br />

de sus parientas.<br />

El mensaje más extraordinario del cuento es el de <strong>que</strong>, en <strong>los</strong> momentos<br />

más oscuros, el in<strong>con</strong>ciente femenino, es decir, el in<strong>con</strong>ciente uterino, la Naturaleza,<br />

alimenta el alma de la mujer. Las mujeres dicen <strong>que</strong>, en pleno descenso, se<br />

sienten rodeadas por la más lóbrega oscuridad, perciben el roce de la punta de<br />

un ala y experimentan una sensación de alivio. Notan <strong>que</strong> se está produciendo la<br />

alimentación interior y <strong>que</strong> un manantial de agua bendita inunda la tierra agrietada<br />

y reseca, pero ellas ignoran su procedencia. El manantial no alivia el sufrimiento<br />

sino <strong>que</strong> más bien alimenta cuando no hay otra cosa. Es el maná del desierto.<br />

Es el agua <strong>que</strong> brota de la roca. Es el alimento llovido del cielo. Sacia el<br />

hambre para <strong>que</strong> podamos seguir adelante. Y de eso precisamente se trata, de<br />

seguir adelante. De seguir adelante hasta llegar a nuestro destino de sabiduría.<br />

El cuento resucita el recuerdo de una antiquísima promesa: la de <strong>que</strong> el<br />

descenso nos alimentará aun<strong>que</strong> todo esté oscuro, aun<strong>que</strong> tengamos la sensa-<br />

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