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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />
Por <strong>con</strong>siguiente, cuando las mujeres sueñan <strong>con</strong> el depredador natural, no<br />
se trata siempre ni exclusivamente de un mensaje acerca de la vida interior. A<br />
veces es un mensaje acerca de <strong>los</strong> aspectos amenazadores de la cultura en la <strong>que</strong><br />
una vive, tanto si es la pe<strong>que</strong>ña pero brutal cultura del despacho, de su propia<br />
familia o de su barrio como si es la más amplia cultura de su religión o de su país.<br />
Como se ve, cada grupo y cada cultura tiene su propio depredador psíquico<br />
natural y sabemos por la historia <strong>que</strong> en las culturas hay algunas épocas <strong>con</strong> las<br />
cuales el depredador se identifica y en cuyo ámbito ejerce una soberanía absoluta<br />
hasta <strong>que</strong> el número de <strong>los</strong> <strong>que</strong> no creen en él se hace tan grande <strong>que</strong> obliga a<br />
cambiar el curso de <strong>los</strong> a<strong>con</strong>tecimientos.<br />
Aun<strong>que</strong> buena parte de la psicología subraye la importancia de las causas<br />
familiares de la ansiedad en <strong>los</strong> seres humanos, el componente cultural ejerce<br />
tanta influencia como éstas, pues la cultura es la familia de la familia. Si la familia<br />
de la familia padece varias enfermedades, todas las familias de esta cultura<br />
tendrán <strong>que</strong> luchar <strong>con</strong>tra las mismas dolencias. En mi herencia familiar se dice<br />
<strong>que</strong> la cultura cura. Si la cultura sana, las familias aprenden a sanar, discuten<br />
menos, son más restauradoras, mucho menos ofensivas y mucho más benévolas<br />
y afectuosas. En una cultura dominada por el depredador, toda vida nueva <strong>que</strong><br />
tiene <strong>que</strong> renacer y toda vida vieja <strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> desaparecer no pueden moverse<br />
y las vidas espirituales de <strong>los</strong> ciudadanos están paralizadas tanto por el temor<br />
como por el hambre espiritual.<br />
Nadie sabe a ciencia cierta por qué razón este intruso, <strong>que</strong> en <strong>los</strong> sueños<br />
femeninos suele asumir la apariencia de un varón, intenta atacar la psi<strong>que</strong> instintiva<br />
y, más <strong>con</strong>cretamente, sus capacidades salvajes de <strong>con</strong>ocimiento. Decimos<br />
<strong>que</strong> es algo de carácter intrínseco. Pero vemos <strong>que</strong> este proceso destructor se intensifica<br />
cuando la cultura <strong>que</strong> rodea a una mujer fomenta, alimenta y protege<br />
las actitudes destructivas <strong>con</strong>tra la naturaleza instintiva y espiritual más profunda.<br />
De este modo, estos valores culturales destructivos —<strong>con</strong> <strong>los</strong> cuales el depredador<br />
se muestra ávidamente de acuerdo— se va fortaleciendo en el interior de la<br />
psi<strong>que</strong> colectiva de todos sus miembros. Cuando una sociedad exhorta a la gente<br />
a des<strong>con</strong>fiar y huir de la profunda vida instintiva, se refuerza e intensifica un<br />
elemento autodepredador en cada psi<strong>que</strong> individual.<br />
Sin embargo, hasta en una cultura opresiva, cualesquiera <strong>que</strong> sean las mujeres<br />
en las <strong>que</strong> la Mujer Salvaje siga viviendo, prosperando e incluso resplandeciendo,<br />
se harán preguntas "clave", no sólo las <strong>que</strong> <strong>con</strong>sideramos útiles para <strong>con</strong>ocernos<br />
mejor sino también las <strong>que</strong> se refieren a nuestra cultura. " ¿Qué hay<br />
detrás de estos destierros <strong>que</strong> yo veo en el mundo exterior? ¿Qué bondad o utilidad<br />
del individuo, de la cultura, de la tierra, de la naturaleza humana se ha matado<br />
o yace moribunda?" Cuando se analizan estas cuestiones, la mujer puede<br />
actuar de acuerdo <strong>con</strong> sus propias aptitudes y cualidades. Abrazar el mundo y<br />
comportarse <strong>con</strong> él de una manera sentimental y fortalecedora del sentimiento es<br />
una poderosa manifestación del espíritu salvaje.<br />
Es por esta razón por la <strong>que</strong> se tiene <strong>que</strong> preservar la naturaleza salvaje de<br />
las mujeres —y, en algunas circunstancias, incluso defenderla <strong>con</strong> sumo cuidado—<br />
para <strong>que</strong> no se la lleven de repente y la estrangulen. Es muy importante<br />
alimentar esta naturaleza instintiva, protegerla y favorecer su desarrollo, pues<br />
incluso en las <strong>con</strong>diciones más restrictivas de cultura, familia o psi<strong>que</strong>, se produce<br />
una parálisis mucho menor en las mujeres <strong>que</strong> se han mantenido en <strong>con</strong>tacto<br />
<strong>con</strong> su profunda naturaleza instintiva salvaje. Aun<strong>que</strong> una mujer sufra una lesión<br />
si es atrapada y/o inducida <strong>con</strong> engaño a seguir siendo ingenua y sumisa,<br />
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