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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

gando a las damas interrumpieron la partida al verle pasar ren<strong>que</strong>ando por delante<br />

de el<strong>los</strong>.<br />

—¡M’Isten, Oh, Dios mío! —exclamó el primer hombre—. ¡Fíjate en este<br />

pobre tullido!<br />

El segundo hombre reflexionó un instante y después dijo en un susurro:<br />

—Igen, sí, lástima <strong>que</strong> esté tan lisiado, pero lo <strong>que</strong> yo quisiera saber... es de<br />

dónde habrá sacado un traje tan bonito.<br />

∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼<br />

La reacción del primer anciano <strong>con</strong>stituye la respuesta cultural habitual<br />

ante una mujer <strong>que</strong> ha <strong>con</strong>seguido adquirir una persona impecable, pero <strong>que</strong> está<br />

completamente tullida a causa del esfuerzo <strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> hacer para mantenerla.<br />

Bueno, sí, es una lisiada, pero mira qué buena pinta tiene, qué buena es y<br />

qué bien lo hace. Cuando estamos agostadas, caminamos ren<strong>que</strong>ando para <strong>que</strong><br />

parezca <strong>que</strong> lo tenemos todo <strong>con</strong>trolado y <strong>que</strong> todo va bien. Tanto si lo <strong>que</strong> falta<br />

es la piel del alma como si lo <strong>que</strong> no encaja es la piel creada por la cultura, el<br />

hecho de procurar disimularlo nos <strong>con</strong>vierte en unas tullidas. Y, cuando lo<br />

hacemos, la vida se reduce y pagamos un precio muy alto.<br />

Cuando una mujer empieza a resecarse, le resulta cada vez más difícil<br />

comportarse de acuerdo <strong>con</strong> la saludable naturaleza salvaje. Las ideas, la creatividad,<br />

la propia vida prosperan en un ambiente húmedo. Las mujeres <strong>que</strong> se encuentran<br />

en este estado suelen soñar <strong>con</strong> el hombre oscuro: malhechores, merodeadores<br />

o violadores las amenazan, las secuestran, les roban y les hacen cosas<br />

mucho peores. A veces dichos sueños revisten un carácter traumático, pues proceden<br />

de una agresión auténtica. Pero <strong>con</strong> más frecuencia son sueños de mujeres<br />

<strong>que</strong> se están agostando, <strong>que</strong> no prestan <strong>los</strong> debidos cuidados a la faceta instintiva<br />

de sus vidas, <strong>que</strong> se roban a sí mismas, se privan de la función creativa y a<br />

veces no hacen el menor esfuerzo por echarse una mano e incluso procuran por<br />

todos <strong>los</strong> medios ignorar la llamada <strong>que</strong> les hacen para <strong>que</strong> regresen al agua.<br />

A lo largo de mis años de práctica he visto a muchas mujeres resecas, algunas<br />

menos y otras más. Al mismo tiempo, estas mujeres me han <strong>con</strong>tado muchos<br />

cuentos de animales heridos, <strong>que</strong> en <strong>los</strong> últimos diez años han aumentado<br />

<strong>con</strong>siderablemente (tanto en <strong>los</strong> hombres como en las mujeres). Difícilmente podríamos<br />

pasar por alto el hecho de <strong>que</strong> el aumento de <strong>los</strong> sueños de animales<br />

heridos coincide <strong>con</strong> <strong>los</strong> destrozos de lo salvaje tanto en el interior como en el exterior<br />

de las personas.<br />

En tales sueños la criatura —la liebre, el lagarto, el caballo, el oso, el toro,<br />

la ballena, etc.— está lisiada como el hombre del cuento del sastre, como la mujer<br />

foca. Aun<strong>que</strong> <strong>los</strong> sueños protagonizados por animales heridos se refieren a la<br />

situación de la psi<strong>que</strong> instintiva femenina y a su relación <strong>con</strong> la naturaleza salvaje,<br />

también <strong>con</strong>stituyen un reflejo de las profundas laceraciones del in<strong>con</strong>ciente<br />

colectivo como <strong>con</strong>secuencia de la pérdida de la vida instintiva. Si la cultura prohíbe<br />

por el motivo <strong>que</strong> sea <strong>que</strong> las mujeres puedan llevar una vida sensata e integral,<br />

éstas tendrán sueños de animales heridos. Aun<strong>que</strong> la psi<strong>que</strong> se esfuerce por<br />

todos <strong>los</strong> medios en limpiarse y fortalecerse <strong>con</strong> regularidad, todas las señales de<br />

azotes de "allí afuera" se reflejan en el in<strong>con</strong>ciente de "aquí dentro" de tal forma<br />

<strong>que</strong> la soñadora sufre <strong>los</strong> efectos de la pérdida de sus víncu<strong>los</strong> personales <strong>con</strong> la<br />

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