09.05.2013 Views

Mujeres que corren con los lobos

Mujeres que corren con los lobos

Mujeres que corren con los lobos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

Creo <strong>que</strong> las cosas <strong>que</strong> Baubo le <strong>con</strong>tó a Deméter eran chistes femeninos<br />

acerca de esos transmisores y receptores <strong>que</strong> tienen unas formas tan bonitas: <strong>los</strong><br />

órganos genitales. En caso de <strong>que</strong> así fuera, me imagino <strong>que</strong> Baubo le debió de<br />

<strong>con</strong>tar a Deméter un cuento como el siguiente <strong>que</strong><br />

* En latín, hueso. (N. de la T.)<br />

yo le oí relatar hace años al viejo encargado de un aparcamiento de caravanas de<br />

la ciudad de Nogales. Se llamaba Old Red y afirmaba tener sangre nativa.<br />

No llevaba puesta la dentadura postiza y hacía varios días <strong>que</strong> no se afeitaba.<br />

Su anciana y bella esposa Willowdean poseía un rostro hermoso pero ajado.<br />

Me dijo <strong>que</strong> una vez le habían roto la nariz en una riña de bar. Eran propietarios<br />

de tres Cadillacs, pero ninguno de el<strong>los</strong> funcionaba. Tenían un perro chihuahua<br />

<strong>que</strong> ella mantenía en la cocina en el interior de un par<strong>que</strong> infantil. Él era uno de<br />

esos hombres <strong>que</strong> no se quitan el sombrero ni siquiera cuando se sientan en la<br />

taza del excusado.<br />

Yo estaba buscando cuentos y había entrado en el recinto <strong>con</strong> mi pe<strong>que</strong>ña<br />

caravana Napanee.<br />

—Bueno pues, ¿<strong>con</strong>ocen ustedes algún cuento de esta región? —les pregunté,<br />

refiriéndome a la zona y sus alrededores.<br />

Old Red miró pícaramente a su mujer <strong>con</strong> una sonrisa en <strong>los</strong> labios y la<br />

provocó diciendo en tono burlón:<br />

—Le voy a <strong>con</strong>tar el cuento de Coyote Dick.<br />

—Red, no le cuentes este cuento. Red, ni se te ocurra.<br />

—Pues se lo pienso <strong>con</strong>tar —aseguró Old Red.<br />

Willowdean se sostuvo la cabeza entre las manos y habló mirando a la mesa.<br />

—No le cuentes este cuento, Red, hablo en serio.<br />

—Pues yo se lo voy a <strong>con</strong>tar ahora mismo, Willowdean.<br />

Willowdean se sentó de lado en la silla y se cubrió <strong>los</strong> ojos <strong>con</strong> las manos<br />

como si acabara de <strong>que</strong>darse ciega.<br />

Eso es lo <strong>que</strong> Old Red me <strong>con</strong>tó. Dijo <strong>que</strong> se lo había <strong>con</strong>tado "un navajo<br />

<strong>que</strong> se lo había oído <strong>con</strong>tar a un mexicano <strong>que</strong> se lo había oído <strong>con</strong>tar a un hopi".<br />

∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼<br />

Había una vez un tal Coyote Dick, la criatura más lista y al mismo tiempo<br />

más tonta <strong>que</strong> cupiera imaginar. Siempre estaba hambriento de algo y siempre<br />

andaba gastando bromas a la gente para <strong>con</strong>seguir lo <strong>que</strong> <strong>que</strong>ría. El resto del<br />

tiempo se lo pasaba durmiendo.<br />

Bueno pues, un día mientras Coyote Dick estaba durmiendo, su miembro<br />

se hartó y decidió abandonarlo para pegarse él solo una juerga. Se despegó de<br />

Coyote Dick y echó a correr camino abajo. En realidad, brincaba camino abajo,<br />

pues sólo tenía una pierna.<br />

Brincó y brincó y se lo estaba pasando tan bien <strong>que</strong> se apartó del camino y<br />

se adentró en un bos<strong>que</strong> donde —¡oh, no!— fue a saltar directamente a un ortigal.<br />

—¡Ay! —gritó—. ¡Oh, cómo me pica! —chilló—. ¡Socorro! ¡Socorro!<br />

El alboroto de <strong>los</strong> gritos despertó a Coyote Dick y, cuando éste bajó la mano<br />

para poner en marcha su corazón <strong>con</strong> la acostumbrada manivela, ¡ésta había<br />

276

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!