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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />
Y se comprende muy bien <strong>que</strong> así sea. Es lo <strong>que</strong> siempre ocurre en un descenso.<br />
Una parte de lo <strong>que</strong> somos se siente atraída por el descenso como si éste<br />
fuera algo apetecible, misterioso y agridulce. Pero, al mismo tiempo, experimentamos<br />
repulsión y cruzamos toda una serie de calles, autopistas e incluso <strong>con</strong>tinentes<br />
psíquicos para evitarlo. Sin embargo, aquí se nos muestra <strong>que</strong> el árbol<br />
florido tiene <strong>que</strong> sufrir la amputación. Lo único <strong>que</strong> nos permite soportar esta<br />
idea es la promesa de <strong>que</strong> alguien, en algún lugar de la parte inferior de la psi<strong>que</strong>,<br />
nos espera para ayudarnos y curarnos. Un gran Alguien nos espera para<br />
restaurarnos, transformar lo <strong>que</strong> está deteriorado y vendar <strong>los</strong> miembros <strong>que</strong> han<br />
resultado heridos. En las tierras de labranza donde yo me crié, las tormentas de<br />
granizo y relámpagos se llamaban "tormentas cortantes" y algunas veces también<br />
"tormentas segadoras" en alusión a la Muerte <strong>que</strong> siega las vidas <strong>con</strong> su guadaña,<br />
pues derriban todos <strong>los</strong> seres vivos, el ganado y a veces también a <strong>los</strong> seres<br />
humanos de la región, pero, sobre todo, las plantas cosechables y <strong>los</strong> árboles.<br />
Después de una gran tormenta, familias enteras salían de <strong>los</strong> sótanos donde almacenaban<br />
las patatas y se inclinaban sobre la tierra para ver qué clase de ayuda<br />
necesitaban las cosechas, las flores o <strong>los</strong> árboles. Los chiquil<strong>los</strong> recogían las<br />
ramas llenas de hojas y frutos <strong>que</strong> habían <strong>que</strong>dado esparcidas por el suelo. Los<br />
más crecidos apuntalaban las plantas <strong>que</strong> aún vivían pero habían resultado dañadas.<br />
Las ataban <strong>con</strong> clavijas de madera, astillas para encender el fuego y vendas<br />
de trapo de color blanco. Los adultos arrancaban y enterraban todo lo <strong>que</strong><br />
había sufrido daños irreparables.<br />
Hay una encantadora familia como la de mi infancia, esperando a la doncella<br />
en el mundo subterráneo, tal como tendremos ocasión de ver. En esta metáfora<br />
de la mutilación de las manos vemos <strong>que</strong> algo saldrá de todo ello. En el mundo<br />
subterráneo, siempre <strong>que</strong> algo no puede vivir se derriba y se corta para poder utilizarlo<br />
de otra manera. La mujer del cuento no es vieja ni está enferma y, sin embargo,<br />
se tiene <strong>que</strong> desarmar por<strong>que</strong> no puede seguir siendo lo <strong>que</strong> había sido<br />
hasta entonces. Pero unas fuerzas la esperan para ayudarla a sanar.<br />
Cortándole las manos, el padre acentúa el descenso, acelera la disolutio, la<br />
dolorosa pérdida de todos <strong>los</strong> valores <strong>que</strong> más se aprecian —lo cual significa perderlo<br />
todo—, la pérdida de las posiciones ventajosas, la pérdida del horizonte, de<br />
las coordenadas de las cosas en las <strong>que</strong> la persona cree y de las razones por las<br />
<strong>que</strong> cree en ellas. En <strong>los</strong> ritos aborígenes de todo el mundo, el propósito es <strong>con</strong>fundir<br />
la mente ordinaria para facilitar la iniciación de <strong>los</strong> individuos en la mística<br />
(15).<br />
Con la mutilación de las manos se subraya la importancia del resto del<br />
cuerpo psíquico y de sus atributos y sabemos <strong>que</strong> al insensato padre <strong>que</strong> gobierna<br />
la psi<strong>que</strong> ya no le <strong>que</strong>da mucho tiempo de vida, pues la profunda mujer desmembrada<br />
hará su trabajo tanto <strong>con</strong> su ayuda y protección como sin ella. Y, por<br />
muy horrible <strong>que</strong> pueda parecer a primera vista, esta nueva versión de su cuerpo<br />
le va a ser muy útil.<br />
Por <strong>con</strong>siguiente, en este descenso es donde perdemos las manos psíquicas,<br />
esas dos partes de nuestro cuerpo <strong>que</strong> son en sí mismas como dos pe<strong>que</strong>ños<br />
seres humanos. En tiempos antiguos <strong>los</strong> dedos se equiparaban a las piernas y <strong>los</strong><br />
brazos, y la articulación de la muñeca se equiparaba a la cabeza. Esos seres pueden<br />
bailar y cantar. Una vez batí palmas <strong>con</strong> René Heredia, un gran guitarrista<br />
flamenco. En el flamenco, las palmas de las manos hablan y producen sonidos<br />
<strong>que</strong> son palabras como "Más rápido, precioso mío, elévate, vuelve a bajar, sién-<br />
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