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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

<strong>con</strong>trar un camino. Cuando ya estaba oscureciendo, se le apareció el espíritu vestido<br />

de blanco y la guió hasta una humilde posada <strong>que</strong> regentaban unos bondadosos<br />

habitantes del bos<strong>que</strong>. Otra doncella vestida de blanco la acompañó al interior<br />

de la posada y la llamó por su nombre. La criatura fue depositada en una<br />

cuna.<br />

—¿Cómo sabes <strong>que</strong> soy una reina? —le preguntó la doncella manca.<br />

—Nosotros <strong>los</strong> <strong>que</strong> vivimos en el bos<strong>que</strong> sabemos estas cosas, mi reina.<br />

Ahora descansa.<br />

La reina permaneció siete años en la posada, viviendo feliz <strong>con</strong> su hijo. Poco<br />

a poco le volvieron a crecer las manos, primero como las de una criatura, tan<br />

sonrosadas como una perla, después como las de una niña y finalmente como las<br />

de una mujer.<br />

Entretanto, el rey regresó de la guerra y su anciana madre le preguntó,<br />

mostrándole <strong>los</strong> ojos y la lengua de la paloma:<br />

—¿Por qué me hiciste matar a dos inocentes?<br />

Al enterarse de la horrible historia, el rey se tambaleó y lloró <strong>con</strong> des<strong>con</strong>suelo.<br />

Al ver su dolor, su madre le dijo <strong>que</strong> a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> eran <strong>los</strong> ojos y la lengua de<br />

una paloma y <strong>que</strong> había enviado a la reina y a la criatura al bos<strong>que</strong>.<br />

El rey juró <strong>que</strong> no comería ni bebería y viajaría hasta <strong>los</strong> <strong>con</strong>fines del mundo<br />

para en<strong>con</strong>trar<strong>los</strong>. Se pasó siete años buscando. Las manos se le ennegrecieron,<br />

la barba se le llenó de pardo moho como el musgo y se le resecaron <strong>los</strong> enrojecidos<br />

ojos. Durante todo a<strong>que</strong>l tiempo no comió ni bebió, pero una fuerza superior<br />

a él lo ayudaba a vivir.<br />

Al final llegó a la posada <strong>que</strong> regentaban <strong>los</strong> habitantes del bos<strong>que</strong>. La mujer<br />

vestida de blanco lo invitó a entrar y él se acostó, pues estaba muy cansado.<br />

La mujer le cubrió el rostro <strong>con</strong> un velo y él se <strong>que</strong>dó dormido. Mientras permanecía<br />

sumido en un profundo sueño, su respiración hinchó el velo y, poco a poco,<br />

éste le resbaló del rostro. Al despertar vio a una hermosa mujer y a un precioso<br />

niño mirándole.<br />

—Soy tu esposa y éste es tu hijo —dijo la mujer.<br />

El rey <strong>que</strong>ría creerla, pero vio <strong>que</strong> la mujer tenía manos.<br />

—Gracias a mi esfuerzo y a mis desve<strong>los</strong> me han vuelto a crecer las manos<br />

—añadió la joven.<br />

La mujer vestida de blanco sacó las manos de plata del arca donde éstas se<br />

guardaban como un tesoro. El rey se levantó, abrazó a su esposa y a su hijo y<br />

a<strong>que</strong>l día hubo gran júbilo en el bos<strong>que</strong>.<br />

Todos <strong>los</strong> espíritus y <strong>los</strong> moradores de la posada celebraron un espléndido<br />

festín.<br />

Después, el rey, la reina y el niño regresaron junto a la anciana madre, celebraron<br />

una segunda boda y tuvieron muchos hijos, todos <strong>los</strong> cuales <strong>con</strong>taron la<br />

historia a otros cien, <strong>que</strong> a su vez la <strong>con</strong>taron a otros cien, de la misma manera<br />

<strong>que</strong> tú eres una de las otras cien personas a quienes yo la estoy <strong>con</strong>tando.<br />

∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼<br />

La primera fase: El trato a ciegas<br />

En la primera fase del cuento, el ávido y sugestionable molinero hace un<br />

trato desventajoso <strong>con</strong> el demonio. Creía enri<strong>que</strong>cerse pero descubre demasiado<br />

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