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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

del placer. El Cuervo, como el ego, es astuto pero siempre en su propio perjuicio,<br />

pues, cuando se olvida de su alma, pierde todo su poder.<br />

El ego teme <strong>que</strong>, si re<strong>con</strong>ocemos la presencia de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida<br />

en nuestra existencia, no podamos volver a ser felices nunca<br />

más. ¿Acaso hemos sido siempre absolutamente felices? No. Pero el ego subdesarrollado<br />

es tan simple como un niño no socializado y, encima, no excesivamente<br />

despreocupado; es más bien como un niño <strong>que</strong> anda vigilando <strong>con</strong>stantemente<br />

para llevarse la loncha más grande, la cama más mullida, el amante más guapo.<br />

Tres cosas distinguen el vivir del alma del vivir exclusivamente del ego y<br />

son: la capacidad de percibir y aprender nuevas maneras de hacer las cosas, la<br />

tenacidad de recorrer un camino accidentado y la paciencia necesaria para<br />

aprender a amar profundamente y durante mucho tiempo. Pero el ego tiene tendencia<br />

e inclinación a evitar <strong>los</strong> aprendizajes. La paciencia no es lo suyo. Las relaciones<br />

duraderas no son el punto fuerte del Cuervo. Por <strong>con</strong>siguiente, no amamos<br />

a otra persona desde el ego perennemente cambiante sino desde el alma salvaje.<br />

Se necesita una "paciencia salvaje", tal como dice la poeta Adrienne Rich 6,<br />

para desenredar <strong>los</strong> huesos, aprender el significado de la Dama de la Muerte y<br />

poseer la suficiente tenacidad como para permanecer <strong>con</strong> ella. Sería un error<br />

pensar <strong>que</strong> es necesario un héroe muscu<strong>los</strong>o para <strong>con</strong>seguir tal cosa. No es así.<br />

Es necesario un corazón dispuesto a morir y nacer y a volver a morir y nacer una<br />

y otra vez.<br />

El hecho de desenredar la Mujer Es<strong>que</strong>leto revela <strong>que</strong> ésta es vieja y más<br />

antigua <strong>que</strong> el tiempo definido. Es ella, la Dama de la Muerte, la <strong>que</strong> mide la<br />

energía en comparación <strong>con</strong> la distancia, la <strong>que</strong> pesa el tiempo en comparación<br />

<strong>con</strong> la libido, la <strong>que</strong> sopesa el espíritu en comparación <strong>con</strong> la supervivencia. Medita<br />

acerca de ello, lo estudia, lo <strong>con</strong>sidera y después procede a infundirle una o<br />

dos chispas o una repentina llamarada de fuego salvaje o a reducir un poco su<br />

fuerza, a cubrirlo <strong>con</strong> ceniza o a apagarlo del todo. Ella sabe lo <strong>que</strong> hay <strong>que</strong><br />

hacer. Sabe cuándo ha llegado el momento.<br />

En este sentido, por tanto, un amante <strong>que</strong> antes era un poco inexperto en<br />

el amor adquiere mucha más habilidad mediante la observación de la Mujer Es<strong>que</strong>leto<br />

y la clasificación de sus huesos. En cuanto una persona empieza a comprender<br />

las pautas de la Vida/Muerte/Vida, puede prever <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> de la relación,<br />

sabiendo <strong>que</strong> a una merma le corresponderá un incremento y a una abundancia,<br />

un desgaste.<br />

Una persona <strong>que</strong> ha desenredado a la Mujer Es<strong>que</strong>leto sabe lo <strong>que</strong> es la<br />

paciencia y sabe esperar. No se espanta ni se asusta ante la escasez, no se siente<br />

abrumada por el cumplimiento de sus deseos. Sus necesidades de alcanzar, de<br />

tener las cosas "enseguida", se transforman en el arte más refinado de buscar<br />

todas las facetas de la relación y observar cómo actúan <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> de la relación.<br />

No teme entrar en <strong>con</strong>tacto <strong>con</strong> la belleza de la ferocidad, <strong>con</strong> la belleza de lo des<strong>con</strong>ocido<br />

y <strong>con</strong> la belleza de lo no bello. Y, gracias al aprendizaje y el <strong>con</strong>ocimiento<br />

de todas estas cosas, se <strong>con</strong>vierte en la quinta esencia del amante salvaje.<br />

¿Cómo aprende un hombre estas cosas? ¿Cómo las aprende cualquier persona?<br />

Entremos en diálogo directo <strong>con</strong> la naturaleza de la Vida/ Muerte/Vida<br />

prestando atención a esta voz interior <strong>que</strong> no es el ego. Aprendamos, haciéndole a<br />

la naturaleza Vida/Muerte/Vida preguntas directas acerca del amor y la manera<br />

de amar y prestemos atención a sus respuestas. Gracias a todas estas cosas,<br />

aprenderemos a no dejarnos engañar por la gruñona voz de la parte de atrás de<br />

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