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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

lo salvaje. ¿Es feliz y está ,legre? ¿Puede moverse a su manera, bailar, menearse,<br />

oscilar, empujar? Es lo único <strong>que</strong> importa.<br />

Cuando yo era pe<strong>que</strong>ña, me llevaron a visitar el Museo de Historia Natural<br />

de Chicago. Allí vi las esculturas de Malvina Hoffman, docenas de esculturas de<br />

bronce oscuro de tamaño natural reunidas en una espaciosa sala. La artista<br />

había esculpido <strong>con</strong> visión salvaje cuerpos generalmente desnudos de personas<br />

de todo el mundo.<br />

Derramaba su amor sobre la enjuta pantorrilla del cazador, <strong>los</strong> largos pechos<br />

de la madre <strong>con</strong> dos hijos mayores, <strong>los</strong> <strong>con</strong>os de carne del pecho de la virgen,<br />

las pelotas del viejo colgando hasta medio muslo, la nariz <strong>con</strong> unas ventanas<br />

más grandes <strong>que</strong> <strong>los</strong> ojos, la nariz curvada como el pico de un halcón, la nariz<br />

como un ángulo recto. Se había enamorado de las orejas tan grandes como semáforos<br />

y de las orejas <strong>que</strong> casi llegaban a la altura de la barbilla y de las <strong>que</strong> eran<br />

tan pe<strong>que</strong>ñas como pacanas. Le encantaban cada uno de <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> enroscados<br />

como <strong>los</strong> cestos de las serpientes y cada uno de <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> ondulados como<br />

unas cintas <strong>que</strong> se desdoblaran o <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> lisos <strong>con</strong>—lo la hierba. Sentía el<br />

amor salvaje del cuerpo. Comprendía el poder <strong>que</strong> había en el cuerpo.<br />

Ntozake Shange habla en su obra de para las chicas de color <strong>que</strong> han pensado<br />

en el suicidio cuando basta el arco iris (16). En la obra, la mujer de morado<br />

habla tras haber tratado <strong>con</strong> todas sus fuerzas de asumir todos <strong>los</strong> aspectos psíquicos<br />

y físicos de su persona <strong>que</strong> la cultura ignora o desprecia. Y se resume a sí<br />

misma en estas sabias y serenas palabras:<br />

eso es lo <strong>que</strong> tengo...<br />

poemas<br />

grandes mus<strong>los</strong><br />

pe<strong>que</strong>ñas tetas<br />

y<br />

muchísimo amor.<br />

Éste es el poder del cuerpo, nuestro poder, el poder de la mujer salvaje. En<br />

<strong>los</strong> mitos y <strong>los</strong> cuentos de hadas las divinidades y otros grandes espíritus ponen<br />

a prueba <strong>los</strong> corazones de <strong>los</strong> seres humanos apareciéndose bajo distintas formas<br />

<strong>que</strong> ocultan su divinidad. Se presentan <strong>con</strong> túnicas, andrajos o fajas plateadas o<br />

<strong>con</strong> <strong>los</strong> pies cubiertos de barro. Se presentan <strong>con</strong> la piel tan oscura como la madera<br />

vieja o <strong>con</strong> escamas hechas de péta<strong>los</strong> de rosa, <strong>con</strong> un aspecto tan frágil<br />

como el de <strong>los</strong> niños, como el de una vieja tan amarilla como las limas, como un<br />

hombre <strong>que</strong> no puede hablar o como un animal <strong>que</strong> habla. Los grandes poderes<br />

ponen a prueba a <strong>los</strong> seres humanos para averiguar si ya han aprendido a re<strong>con</strong>ocer<br />

la grandeza del alma en todas sus múltiples formas.<br />

La Mujer Salvaje se presenta <strong>con</strong> muchos tamaños, colores, formas y <strong>con</strong>diciones.<br />

Debemos permanecer atentas para poder re<strong>con</strong>ocer el alma salvaje en<br />

todos sus múltiples disfraces.<br />

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