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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />
Todas las criaturas de la tierra regresan a casa. Es curioso <strong>que</strong> hayamos<br />
creado santuarios de fauna salvaje para el ibis, el pelícano, el airón, el lobo, la<br />
grulla, el venado, el ratón, el alce y el oso, pero no para nosotros mismos en <strong>los</strong><br />
lugares donde vivimos día tras día. Sabemos <strong>que</strong> la pérdida del hábitat es lo peor<br />
<strong>que</strong> le puede ocurrir a una criatura libre. Censuramos <strong>con</strong> vehemencia el hecho<br />
de <strong>que</strong> <strong>los</strong> territorios naturales de otras criaturas estén rodeados de ciudades,<br />
fincas, autopistas, ruido y otros elementos discordantes como si nosotros no estuviéramos<br />
rodeados y afectados por las mismas cosas. Sabemos <strong>que</strong>, para <strong>que</strong><br />
las criaturas puedan seguir viviendo, es necesario <strong>que</strong> éstas tengan de vez en<br />
cuando un hogar en el <strong>que</strong> se sientan libres y protegidas.<br />
Tradicionalmente solemos compensar la pérdida de un hábitat más sereno<br />
tomándonos unas vacaciones <strong>que</strong> deberían ser un placer, sólo <strong>que</strong> muchas veces<br />
no lo son. Podemos compensar nuestras discordancias de <strong>los</strong> días laborables procurando<br />
eliminar las cosas <strong>que</strong> nos tensan <strong>los</strong> múscu<strong>los</strong> trapecios y deltoides y<br />
<strong>los</strong> <strong>con</strong>vierten en unos dolorosos nudos.<br />
Todo eso está muy bien, pero, para la psi<strong>que</strong> del alma Y del yo, las vacaciones<br />
no equivalen a un refugio. El tiempo libre o el descanso no son lo mismo <strong>que</strong><br />
regresar a casa. La tranquilidad no es lo mismo <strong>que</strong> la soledad.<br />
Para empezar, podemos reprimir esta pérdida de alma manteniéndonos<br />
muy cerca de la piel. Observo en el ejercicio de mi profesión <strong>que</strong> en las mujeres<br />
de talento el robo de la piel del alma puede producirse por medio de relaciones<br />
<strong>con</strong> personas <strong>que</strong> tampoco están en las pieles <strong>que</strong> les corresponden y de otras<br />
relaciones decididamente peligrosas. Hace falta mucha fuerza de voluntad para<br />
superar estas relaciones, pero se puede hacer, sobre todo si, como en el cuento,<br />
la mujer despierta a la voz <strong>que</strong> la llama a casa y le pide <strong>que</strong> regrese al yo esencial<br />
donde su sabiduría inmediata está entera y es accesible. A partir de ahí una mujer<br />
puede decidir <strong>con</strong> más perspicacia lo <strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> hacer y lo <strong>que</strong> quiere<br />
hacer.<br />
El grave robo de la piel del alma también se puede producir de una manera<br />
más sutil por medio del robo de <strong>los</strong> recursos y el tiempo de una mujer. El mundo<br />
se siente solo y necesita el <strong>con</strong>suelo de las caderas y <strong>los</strong> pechos de las mujeres. Y<br />
lo pide <strong>con</strong> mil manos y millones de voces, nos hace señas, tira de nosotras y suplica<br />
nuestra atención. A veces parece <strong>que</strong> dondequiera <strong>que</strong> miremos hay alguien<br />
o algo del mundo <strong>que</strong> necesita, quiere y desea. Algunas personas, cuestiones y<br />
cosas del mundo son atrayentes y encantadoras; otras pueden ser exigentes y<br />
desagradables; y otras están tan <strong>con</strong>movedoramente desválidas <strong>que</strong>, en <strong>con</strong>tra de<br />
nuestra voluntad, nuestra empatía se desborda y la leche nos baja por el vientre.<br />
Pero, a no ser <strong>que</strong> se trate de una cuestión de vida o muerte, tómatelo <strong>con</strong> calma,<br />
busca tiempo para "ponerte el corsé de acero" (6). Deja de detenerte a cada paso<br />
para ayudar a <strong>los</strong> demás. Dedícate a la tarea de regresar a casa.<br />
Sabemos <strong>que</strong> la piel se puede perder por culpa de un amor devastador y<br />
equivocado, pero también se puede perder <strong>con</strong> un amor profundo y acertado. El<br />
robo de la piel de nuestras almas no se debe exactamente a la adecuación o inadecuación<br />
de una persona o cosa sino al coste <strong>que</strong> estas cosas tienen para nosotras.<br />
Es lo <strong>que</strong> nos cuesta en tiempo, energía, observación, atención, vigilancia,<br />
estímulo, instrucción, enseñanza, adiestramiento. Estos movimientos de la psi<strong>que</strong><br />
son como reintegros en efectivo de la caja de ahorros de la psi<strong>que</strong>. Pero no se<br />
trata de estos cuantiosos reintegros en efectivo en sí mismos, pues éstos son una<br />
parte importante del toma y daca de la vida. La causa de la pérdida de la piel y<br />
del debilitamiento de nuestros más agudos instintos es el hecho de tener la cuen-<br />
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